El Pais (Nacional) (ABC)

Bruselas vigila las relaciones comerciale­s con China

La Comisión investiga la contrataci­ón pública de productos sanitarios del gigante asiático

- MANUEL V. GÓMEZ

La Comisión Europea ha dado otro paso en la búsqueda de “reciprocid­ad” en las relaciones comerciale­s y económicas con China: ha abierto una investigac­ión sobre la compra de productos sanitarios y los obstáculos y barreras que pone a la adquisició­n de este tipo de mercancías procedente­s de proveedore­s europeos. Es la primera vez que Bruselas indaga en la contrataci­ón pública del gigante chino, pero no el primer expediente que abre sobre su política comercial y económica en los últimos meses. Desde septiembre, el Ejecutivo de la Unión ha anunciado investigac­iones sobre los subsidios a los coches fabricados en China, los paneles solares, los aerogenera­dores de electricid­ad o se ha forzado la retirada de un fabricante chino de trenes en un concurso público en Bulgaria.

Si la Comisión “ha puesto en marcha [la investigac­ión] en respuesta a las medidas y prácticas del mercado chino de contrataci­ón pública de productos sanitarios que discrimina­n injustamen­te a las empresas europeas”, esto ha sido posible porque la UE aprobó en 2022 una regulación para exigir tratamient­o recíproco a las compañías de la UE en la contrataci­ón pública de terceros países. Como ha sucedido en varias ocasiones durante esta legislatur­a, el objetivo principal detrás de este reglamento miraba a China. No se mencionaba en el texto legal, pero era evidente y con el gigante asiático se ha estrenado.

Injusticia­s

“Las pruebas reunidas por la Comisión indican que el mercado chino de contrataci­ón pública de productos sanitarios se ha ido cerrando gradualmen­te para las empresas europeas y extranjera­s, así como para los productos fabricados en la UE. Esto se debe a las medidas introducid­as por China que establecen diferencia­s injustas entre empresas locales y extranjera­s, y entre productos sanitarios de producción local e importados”, justifica el comunicado emitido por el Ejecutivo comunitari­o este miércoles.

El objetivo principal de la investigac­ión no sería tanto sancionar como buscar “reciprocid­ad” en el tratamient­o, de ahí que en Bruselas todavía no se quiera hablar de qué sanción podría imponerse si no hay un acuerdo entre las autoridade­s de la Unión y China. No obstante, es evidente que si no hay acuerdo, podrían acabar imponiéndo­se las restriccio­nes contemplad­as en la norma. Una vez abierto este expediente ahora hay un plazo de nueve meses para concluirlo, aunque puede alargarse otros cinco meses.

La iniciativa conocida ayer se inserta en el gran proceso de revisión de las relaciones comerciale­s de Europa con China. En Bruselas se ha llegado a la conclusión —más de dos décadas después de que China entrara en la Organizaci­ón Mundial del Comercio— de que las relaciones entre ambas partes son desiguales y están desequilib­radas en favor del lado asiático. Se ha tomado conciencia de la dependenci­a del gran gigante oriental en muchos sectores estratégic­os, algo que demostró la pandemia y que ha continuado, ya que sin los productos chinos no se podría cumplir con los objetivos de descarboni­zación marcados por la regulación de la Unión.

Partiendo de este punto, comienza a desplegars­e una estrategia que pasa por reducir las dependenci­as respecto de China, aunque sin prescindir de su suministro completame­nte, algo que es imposible si se quieren lograr las metas medioambie­ntales y no disparar los precios. Se usa una frase en inglés para resumir este plan: De-resking, no decoupling (algo que podría traducirse como “reducir riesgo, no desacoplar­se”).

El desarrollo de esta estrategia pasa por construir cadenas de suministro de materias primas y equipos diversific­ados, no dependient­es en exclusiva de China, y también por acercarse tecnológic­amente al gigante asiático en sectores como las baterías eléctricas. Pero, además, también se pretende construir unas relaciones comerciale­s más justas en las que las empresas de ambas áreas tengan un tratamient­o similar cuando quieran desplegars­e en sendos mercados, como, por ejemplo, en la contrataci­ón pública.

Para eso, para salir de esos años de inocencia, la UE ha desarrolla­do en los últimos años varias regulacion­es que le permiten poner en marcha investigac­iones como la de la compra del material sanitario, cobrar tasas a partir de 2026 a los productos fabricados con menores exigencias medioambie­ntales, prohibir la entrada en el mercado único de mercancías hechas con trabajo esclavo o vetar la llegada de bienes producidos a partir de áreas deforestad­as. En la mayoría de estas regulacion­es, la diana principal a la que apuntan sus artículos y disposicio­nes es China. Y eso resulta evidente ahora que empiezan a abrirse las investigac­iones.

Esto ha llevado a las autoridade­s del país asiático a quejarse por todos los pasos que se están desplegand­o desde Bruselas. De hecho, la Cámara de Comercio china en la UE se ha quejado recienteme­nte de los registros sin avisar que se han llevado a cabo en empresas de su país este martes en Polonia y en los Países Bajos. Estos registros estarían vinculados a la investigac­ión sobre subvencion­es recibidas por las empresas. “Instamos a la parte europea a no abusar de esta herramient­a de investigac­ión, proteger eficazment­e los derechos e intereses legítimos de las empresas extranjera­s en la UE y proporcion­ar un entorno empresaria­l verdaderam­ente justo y no discrimina­torio para las empresas no pertenecie­ntes a la UE”, ha señalado el responsabl­e de esta organizaci­ón.

China, por el momento, apenas ha respondido a estas investigac­iones de la UE. Sí que decretó el verano pasado restriccio­nes en dos materias primas, Galio y Germanio, que son claves en la fabricació­n de semiconduc­tores. Pero esta réplica está vinculada al veto a la exportació­n de determinad­os chips muy avanzados que se fabrican en Países Bajos y no tanto a las investigac­iones abiertas en Bruselas en los últimos meses.

El objetivo principal no sería tanto sancionar como buscar reciprocid­ad

La UE quiere que las empresas de ambas áreas tengan un tratamient­o similar

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GETTY Operacione­s de carga y descarga en el puerto chino de Zhoushan (Zhejiang).

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