“No quiero estar con mi ego todo el tiempo cuando me retire”
Nikola Karabatic Jugador de balonmano del PSG
“Estoy aprendiendo que la muerte no puede ser solo negativa”. Nikola Karabatic (Nis, Serbia; 40 años), uno de los más grandes de la historia del balonmano, habla así de esa “pequeña muerte” que afronta cada deportista con la retirada. La que le toca a él ahora. Esta es su última temporada, con los Juegos como horizonte final de una carrera feroz y triunfal. “Lo positivo es que voy a renacer con otros objetivos, será otra vida, y eso me hace mucha ilusión”, apostilla el francés del PSG, que recibe al Barcelona, uno de sus exequipos (2013-15), en la ida de los cuartos de la Champions (20.45, DAZN; la vuelta, el 2 de mayo a la misma hora en el Palau). “Allí hice más amigos que en ningún sitio”, apunta al otro lado del teléfono mientras hace recopilación de una trayectoria única y reflexiona sobre el futuro.
“Todos me preguntan qué voy a hacer y les respondo que no es lo más importante, sino el proceso mental de cambiar de chip”, se arranca Karabatic sobre un asunto que tiene muy masticado. Este es, dice, su curso de descompresión. “Quiero ir preparándome para alejar de mi mente la competición. En mi segunda vida no deseo vivir más con ella, me he dado cuenta de que en el día a día no es tan buena. Te genera mucho estrés. No quiero empezar mi nueva etapa viviendo de lo que he hecho, no quiero presentarme en un sitio y hablar del pasado. No quiero estar con mi ego todo el tiempo. Tal vez sea porque he cumplido de sobra todos mis sueños”, reflexiona este central y lateral que siempre se ha distinguido por la voracidad, protagonista de muchos duelos al límite con España y verdugo a menudo de los Hispanos.
Con la selección gala se ha colgado 17 medallas y con sus clubes (Montpellier, Barça, Kiel y PSG) ha levantado tres Champions en un palmarés inabarcable que incluye tres veces el premio de mejor jugador del planeta (2007, 2014 y 2016). “A veces, igual he sido difícil para los entrenadores porque siempre quería ganar y que el resto pensara igual. Ahora estoy más tranquilo, pero cuando era más joven, si veía que otros no tenían esa exigencia podía ponerme muy nervioso y enfadarme”, reconoce Karabatic.
Él nació en la antigua Yugoslavia de una madre croata y un padre serbio, aunque a los pocos años la familia se trasladó a Francia. Su progenitor, Branko, portero en los ochenta en su país, fue la clave de todo, explica: “Con ocho años, él era mi entrenador. Nunca fue el típico padre del Este, duro conmigo, pero como era mi ídolo, quería que estuviera muy orgulloso de mí”. De ahí, asegura, viene su espíritu competitivo. “Yo pensaba en ganar una vez la Champions y el Mundial. Pero con 18 años estaba con Francia, con 19 era campeón de la Champions, con 22 del Europeo, con 23 fui nombrado el mejor jugador mundo… Todo vino muy pronto”, recuerda Karabatic, situado en el paquete de los mejores jugadores de balonmano.
¿En qué lugar se sitúa? “Si le respondo con el ego… Lo que pienso es diferente de lo que me dejo decir. Saber que estoy en la pregunta me hace sentirme orgulloso”, concede sobre una trayectoria que presenta un punto oscuro: la condena en 2017 por su implicación en un caso de apuestas ilegales y amaño de partidos.
Desde 2015 en el PSG, su corpachón de 1,96 ha vivido la gran transformación de este deporte. “Ahora es espectacular, va todo muy rápido, aunque podríamos hacer mucho más para que las teles se interesen por él”, advierte. “No somos tan ágiles para cambiar normas. Necesitas 10 años para implantarlas y luego sabes que van a durar 20 años, aunque no sean buenas. Hay que intentar cosas. Quizá necesitamos más tiempos muertos para meter publicidad, como en el baloncesto. Los que deciden son lentos. Yo siempre estaré listo para ayudar si veo que las intenciones son buenas”, puntualiza Karabatic.
Lo que no tiene pensado a corto plazo es sentarse en un banquillo profesional. “Tengo la capacidad, pero no quiero. Veo el impacto que tiene sobre el estado físico”, indica. “Quiero experimentar la vida sin competición. Me he dado cuenta de que no es el tipo de visión que debes tener siempre”, concluye Karabatic. Leónidas pide descanso.
El Barça, su exequipo, se mide hoy con el conjunto francés en la Liga de Campeones
“A los 23 años ya fui elegido el mejor del mundo. Todo vino muy pronto”