Carlos de Inglaterra reanuda el martes su actividad pública
El rey, que está siendo tratado de un cáncer, visitará un centro de investigación oncológica
El Palacio de Buckingham respira aliviado y se aferra a la primera buena noticia en muchos meses. “Su Majestad el Rey se reincorporará en breve a sus actividades presenciales de cara al público, después de un periodo de tratamiento y recuperación, tras el reciente diagnóstico de cáncer que recibió”, aseguró en un comunicado, difundido ayer por la casa real británica.
Carlos III (75 años), acompañado de la reina consorte Camila, visitará el martes un centro de tratamiento del cáncer, donde se reunirá con médicos y pacientes. “Se tratará del primero de una serie de compromisos externos que atenderá Su Majestad en las próximas semanas”, dice el texto. De todas esas próximas actividades, la más relevante será la visita de Estado en junio de los emperadores de Japón —Naruhito y su esposa Masako— por invitación expresa del Gobierno británico.
Desde que fue diagnosticado de “una forma de cáncer” a principios de febrero, Carlos III ha estado sometido a un tratamiento que el equipo de comunicación de la casa real ha evitado especificar. Lo que sí dejaron claro desde un principio es que no sería sometido a ninguna cirugía.
Durante todo este tiempo, el monarca se ha dejado ver constantemente a través de comunicados escritos o grabados, fotos y vídeos, para transmitir la idea de que sus capacidades se mantenían plenas y de que seguía día a día los asuntos de Estado.
El 31 de marzo, Domingo de Pascua, Carlos III acudió a la capilla de San Jorge, en el recinto del castillo de Windsor, para participar en el tradicional servicio religioso. Era la primera vez en mucho tiempo que participaba de modo presencial en un acto público. Entonces, recorrió a pie varios metros, acordonados en el exterior, donde esperaban centenares de ciudadanos, y se dejó hacer fotos con muchos de los que aguardaban allí desde primera hora de la mañana. Un gesto interpretado por muchos como un intento de recuperar cierta apariencia de normalidad en la actividad del rey.
El palacio de Buckingham acertó con la tecla correcta al informar inmediatamente —aunque de manera limitada— a principios de febrero, en cuanto se supo el diagnóstico, del estado de salud de Carlos III. No ocurrió lo mismo con la princesa Catalina de Gales, cuyo estado de salud desató una marea de especulaciones y rumores en las redes sociales y en la prensa de todo el mundo. Middleton se recuperaba de una “cirugía abdominal” a mediados de enero.
La conmoción por el descubrimiento de un cáncer a la princesa de Gales, precisamente durante esa intervención, y la necesidad derivada de un tratamiento de quimioterapia, se juntaron con la recuperación de la operación a la que se había sometido antes de comenzar esa nueva y delicada fase. A todo ello se sumaba que había tres niños de 10, 8 y 5 años para los que había que elegir el momento preciso de comunicarles —y ayudarles a entender— una noticia que iba a alterar profundamente la estabilidad interna de la familia. La princesa y su equipo de comunicación optaron por no revelar públicamente su diagnóstico hasta que la presión social y mediática, incrementada por el episodio de la foto familiar manipulada que denunciaron las principales agencias de fotografía, llevó al palacio de Kensington a cambiar de estrategia.
En un vídeo, Middleton dio a conocer al mundo que tenía cáncer. Fue precisamente una conversación con el rey, quien ahora ha anunciado su reincorporación a la vida pública, la que convenció a la princesa de que la mejor estrategia era contar la verdad a la opinión pública. A partir de ese momento, comenzó a recibir las mismas muestras de apoyo y solidaridad que le habían sido dedicadas a su suegro desde el primer minuto.
En junio recibirá a los emperadores de Japón, invitados por el Gobierno británico
Buckingham acertó al informar desde el principio sobre la salud del monarca