Las lecciones de Eco y Fenoglio
El jueves se celebraron los aniversarios de la liberación de Italia del nazi-fascismo y de la Revolución de los Claveles en Portugal. El mismo día, el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, publicó una sorpresiva carta anunciando que pondera si continuar o no al frente del Ejecutivo, denunciando “una coalición de intereses derechistas y ultraderechistas que no toleran la realidad de España, no aceptan el veredicto de las urnas” y señalando la “máquina del fango”, un concepto de Umberto Eco. Precisamente un 25 de abril, de 1995, Eco pronunció un célebre discurso, El fascismo eterno. En una semana como esta, y en medio de un considerable auge de fuerzas de ultraderecha en Europa, merece la pena fijar la mirada sobre algunas lecciones antifascistas.
En su discurso, Eco dijo multitud de cosas merecedoras de interés. Entre ellas, una alerta acerca de cómo, caído el régimen, cambiada la historia, pueden seguir vivas “maneras de pensar y sentir, una nebulosa de instintos oscuros y de pulsiones insondables” que estaban detrás de ese régimen. Eco señaló algunas de esas pulsiones universales de las que el fascismo fue catalizador pionero: culto a la tradición, rechazo al modernismo, considerar el disenso como una traición, miedo a la diferencia, apelación a las clases medias frustradas, obsesión con los complots, machismo. ¿Les suenan?
Hay reverberaciones. A la vez, importantes diferencias. Las fuerzas ultraderechistas contemporáneas no tienen nada que ver con el fascismo mussoliniano por cuanto no recurren a la violencia, no impugnan directamente la democracia, no son imperialistas. Hay además diferencias consistentes entre ellas mismas. Pero al margen del debate sobre la etiqueta no se puede obviar que en ellas se detecta parte de la nebulosa de instintos oscuros de la que habló Eco, con el riesgo que representan para la calidad democrática. Hay que estar en alerta. ¿Cómo afrontar ese peligro? Algunas pistas interesantes para diseñar una estrategia de resistencia pueden encontrarse en la vida y la obra de Beppe Fenoglio, el gran escritor del antifascismo italiano. Fenoglio combatió como partisano antifascista, y su narrativa se centra en la resistencia y en la vida campesina. Calvino escribió lo siguiente a propósito de la novela breve Un asunto privado: “Fue el más solitario de todos quien logró escribir la novela que todos habíamos soñado, cuando ya nadie se lo esperaba, Beppe Fenoglio (…) El libro que nuestra generación quería hacer, ahora existe”.
¿Y cómo era esa resistencia antifascista? Transversal. En las páginas de Fenoglio se ve bien esa coagulación complicada de izquierdistas, democristianos y liberales que luchan contra un mismo enemigo. Hay fricciones entre ellos. Pero las aparcan. El propio Eco, en su discurso, evoca su recuerdo de niño de “partisanos con distintos pañuelos”. “La liberación fue un emprendimiento común de gente de distinto color”, escribe. La amplitud del rechazo es fundamental. Porque la alternativa es una bipolaridad que no aísla la nebulosa.
El escenario de hoy es completamente distinto al de entonces, y sin embargo sigue siendo deseable una amplia unidad frente a las ultraderechas, impedir que erosionen la democracia, que contaminen el debate público. A quienes se asocian con ellas, la historia les juzgará. Cargan con una responsabilidad gravísima. Pero desde el ámbito progresista hay que entender que, si realmente se cree que estamos ante una amenaza seria —y lo estamos— toca estar dispuestos a hacer concesiones. En cada sistema político debería alimentarse un debate sobre cómo frenar a la ultraderecha, contemplar pactos de Estado y otros mecanismos. En Portugal van por el buen camino en cuanto a altura de espíritu político. En otros países, no. Desgraciadamente, parece haberse llegado a una bipolaridad insuperable, en la cual, en uno de los bandos, se incuba la nebulosa de instintos de Eco. Hay que resistir ante los abusos que de ella proceden. También reflexionar en si se contribuyó a esa bipolaridad, si hay una manera de superarla.
Sigue siendo deseable una amplia unidad frente a las ultraderechas, impedir que erosionen la democracia y el debate