Los expertos culpan al calentamiento de las trombas de agua en Dubái
Unas impresionantes lluvias golpearon los días 14 y 15 los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y el norte de Omán. En Dubái, donde las precipitaciones se concentraron el 15, se superaron los récords de precipitaciones diarias de los últimos 75 años, cuando empiezan los registros, según informó el Gobierno de este país. Casi desde que se difundieron las primeras imágenes de infraestructuras como aeropuertos y autovías colapsadas, se empezó a especular en las redes sociales con que la siembra de nubes —la estimulación de nubes con sustancias como el yoduro de plata para que llueva— era la culpable de las trombas ya que Emiratos lleva años experimentando con esta técnica, cuya efectividad está en entredicho. Sin embargo, decenas de expertos lo rechazan. “La siembra de nubes no tuvo una influencia significativa en el evento”, concluye un informe elaborado por un grupo de científicos de World Weather Attribution (WWA).
Este equipo está especializado en analizar la influencia del cambio climático causado por el ser humano en eventos meteorológicos extremos. En este caso, el WWA considera que el calentamiento ha contribuido a hacer más fuertes estas lluvias, pero no hay datos concluyentes para poder atribuir este fenómeno a la crisis climática.
Sobre las técnicas de manipulación del clima, los expertos apuntan en su estudio que “existe un programa de siembra de nubes en los EAU que tiene como objetivo mejorar la precipitación de las nubes cálidas” esparciendo partículas de algunas sustancias y “con el uso de cargas eléctricas”. Pero reconocen que “sigue existiendo una incertidumbre considerable sobre la eficacia de la siembra de nubes para aumentar la precipitación”: “El análisis estadístico del programa de los EAU sugiere una posible mejora de las precipitaciones en línea con estudios anteriores del 10%-30%”. Además, estos programas no crean nubes de la nada, sino que estimulan las ya existentes, que deben estar cerca para desencadenar esas precipitaciones. “Esto restringe los casos en los que teóricamente se podría aplicar la siembra de nubes”, añaden los expertos.