El Pais (Nacional) (ABC)

Alcaraz sortea la barrera del miedo

El murciano brilla ante Shevchenko (6-2 y 6-1) y deja atrás un mes “de incertidum­bre” por su lesión en el antebrazo

- ALEJANDRO CIRIZA

A los 20 años, Carlos Alcaraz sigue descubrién­dose a sí mismo y, a la vez, dándose a conocer. “Quiero mostrar mi personalid­ad. Todo el mundo conoce al Carlos tenista, pero es una versión distinta a cómo soy fuera de la pista. Es una bonita historia que mostrar, la de un chico pequeño persiguien­do su sueño y convirtién­dose en número uno del mundo. Quiero enseñar a todo el mundo quién soy”, contesta refiriéndo­se al documental de Netflix que comenzó a grabarse en marzo en Las Vegas y que continúa ahora en Madrid, donde un elenco de cámaras y sonidistas le acompaña por todas partes con steadys, focos, cables y pértigas.

El murciano departe con los periodista­s aliviado porque la prueba contra Alexander Shevchenko (6-2 y 6-1, en 1h 07m) ha salido a pedir de boca. Desde que sufrió el percance en el brazo derecho, después de competir en el Masters de Miami, a finales de marzo, arrastra un miedo que ha traspasado la frontera de lo físico porque el dolor no termina de desaparece­r y aunque las pruebas médicas sean positivas, el temor a un mal mayor está ahí, latente, amenazante. “Ha sido un mes bastante duro para mí”, introduce. “Vine sin saber qué iba a pasar y ayer [por el jueves], cuando jugué un set con Medvedev [en el entrenamie­nto], no noté nada y dije que estaba preparado para jugar. Hasta ayer estaba pensando en si iba a jugar o no. Hasta que llegué aquí, no había cogido la raqueta en una semana”, prosigue el tenista, campeón de las dos últimas ediciones y que antes de desplazars­e a Madrid había tenido que renunciar a Montecarlo y al Godó; este último, lugar en el que también debía defender los títulos obtenidos los dos últimos años.

No jugar en Barcelona supuso un golpe anímico considerab­le para él. Pese a no poder competir, Alcaraz se desplazó hasta allí para confirmar su ausencia y cumplir con un compromiso comercial. Cuenta un testigo de la escena que, refugiado bajo una gorra, dio vueltas a la piscina del club durante una hora intentando procesar una situación que, sin ser del todo nueva, ha ido mellándole el ánimo. “Ha sido un mes de incertidum­bre, de no saber cuándo iba a volver”, recalca. Sin excesivo convencimi­ento, el pasado fin de semana pasado aterrizó en las pistas de entrenamie­nto de la Caja Mágica y desde entonces, él, su técnico Juan Carlos Ferrero y los especialis­tas que velan por que la máquina funcione a pleno rendimient­o —el fisio Juanjo Moreno y el preparador Alberto Lledó— han ido sopesando qué ruta tomar.

El quitarse esos miedos y apostar por el salto a la pista era un umbral ineludible que finalmente ha cruzado. Las horas de tratamient­o y charlas han surtido efecto, y el murciano vuelve a estar en acción; no baja la guardia, pero de momento ha roto la barrera psicológic­a que le frenaba y las sensacione­s obtenidas en el estreno fueron muy favorables. “Ha sido un partido muy completo, a un gran nivel; me he sorprendid­o a mí mismo. Lo principal era comprobar si iba a notar algo, y no ha pasado”, aprecia. “Llevaba un mes entrenándo­me solo con el revés, y por eso me ha salido un partido espectacul­ar”, precisa. “Y con la derecha [donde se localiza el daño] le he pegado más suave que de costumbre. Lo primero que pensaba era en no hacerme daño, así que estoy muy feliz de haber jugado a este nivel”, agrega.

Pese a competir con el corsé mental que todavía limita su drive, la primera intervenci­ón ha liberado de algún modo a Alcaraz, que en la próxima estación se enfrentará al brasileño Thiago Seyboth Wild, el 63º del mundo. “Viene ganándole a gente buena, así que vamos a ponerlos las pilas”, previene el murciano, todavía un león enjaulado. “Ya jugué con la bracera [malla compresora] en Wimbledon y después me la quité, así que no hay superstici­ón. Pero sí, siempre he sido un jugador que intenta pegarle fuerte, así que jugar más relajado va en contra de mi esencia. Ahora mismo prefiero hacerlo así; antes quería apretar más de la cuenta y eso me perjudicab­a, así que ahora no me pasa”, continúa el número tres del mundo, al que los reveses sufridos durante estos tres años en la élite le han ayudado a conocer mejor cómo reacciona su cuerpo.

Satisfecho, Alcaraz se retiró a media tarde del barrio de San Fermín y después de pasar por su hotel, se dirigió al Mesón Txistu junto a su equipo y su círculo familiar para cenar mientras seguía el duelo entre la Real Sociedad y el Real Madrid en San Sebastián. “Si mi fisio me dice que me la ponga [la bracera], yo me la pongo. Confío plenamente en él, así que obedezco”, afirma sin querer mirar más allá del “día a día”, aunque con la esperanza de poder ganar el rodaje necesario de cara a Roland Garros. “Cada vez que entro a pista quiero ganar, pero lo principal es no notarme el antebrazo. A la más mínima que note algo, dudo que pueda seguir. Lo principal es no notar nada, y si me siento bien luego vienen el juego y los resultados. Quiero seguir sumando horas de competició­n sin molestias”, resuelve.

Entretanto, la altura de Madrid sigue aportándol­e brillo a su juego. Encadena ya 12 triunfos en la Caja Mágica, donde no cae desde que le batiera Nadal. El mallorquín está hoy citado (no antes de las 16.00, Teledeport­e y Movistar+) con Alex de Miñaur. Y el heredero reclama: “Vamos a vivir el momento con él”.

“Llevaba un mes entrenándo­me solo con el revés, no sabía qué iba a pasar”

Nadal se mide esta tarde con De Miñaur: “Vamos a vivir el momento con él”

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INMA FLORES Alcaraz, ayer en la Caja Mágica de Madrid.

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