Polonia recupera los refugios de guerra ante la amenaza rusa
El Gobierno prepara una ley de Defensa Civil para asegurar las infraestructuras necesarias para proteger a la población
En la estación de metro de Plac Wilsona de Varsovia, se esconde un lugar desconocido para los viajeros que atraviesan el hall a diario: 4.000 metros cuadrados diáfanos de hormigón. La cámara desnuda, un proyecto de aparcamiento subterráneo inacabado, es uno de los lugares que la capital polaca quiere adaptar para convertir en refugio temporal en caso de un ataque. Polonia está convencida de que la amenaza de guerra es real. Tras elaborar un inventario que concluyó que solo hay reductos seguros para un 4% de la población y que muchos están en mal estado, trabaja para poner al día la infraestructura.
Ante la posibilidad de que la agresión de Rusia en Ucrania se extienda, el primer ministro Donald Tusk cree que el país debe priorizar los refugios para la población civil y las Fuerzas de Defensa Territorial, un cuerpo de 40.000 soldados, de los que 35.000 son voluntarios que sirven en su tiempo libre. En 2022, el Gobierno del ultraconservador Ley y Justicia (PiS) encargó a los servicios de bomberos, responsables de la protección civil, que revisasen las infraestructuras que pudiesen servir para proteger a la población. El resultado fue un mapa en el que se localizan 234.735 construcciones de tres tipos. Los refugios y los espacios catalogados como lugares para esconderse o protegerse valdrían para mantener a salvo a 300.000 y 1,1 millones de personas, respectivamente, el 4% de los 38 millones de polacos. El resto de las infraestructuras, más adecuadas como soluciones de emergencia en situaciones como catástrofes climáticas, pueden dar cobijo hasta a 47 millones.
El miedo a que la guerra se desborde desde la vecina Ucrania volvió en marzo a niveles de 2022, cuando empezó la invasión rusa. El 83% de los encuestados por CBOS, un organismo público demoscópico, cree que el conflicto supone una amenaza directa para Polonia, nueve puntos más que en noviembre.
El Gobierno trabaja en una ley de Defensa Civil en la que definirá, entre otras cuestiones, qué es un refugio y qué características debe tener, quién debe construirlos, rehabilitarlos y mantenerlos, y quién lo financia. El plan era que estuviese lista para empezar el trámite parlamentario a finales de marzo. Interior no ha respondido a las preguntas de EL PAÍS, pero el coronel Dariusz Majchrzak, vicerrector de Asuntos Militares de la Universidad de Estudios de la Guerra, que ha participado en una reunión preparatoria con expertos, apunta a mayo, como pronto, para que el Gobierno envíe el texto al Parlamento. El coronel cree que el Estado, que se acerca al 4% del PIB en gasto militar, debe destinar a la defensa civil el 1%.
El Ayuntamiento de Varsovia, gobernado por Rafal Trzaskowski, de Plataforma Cívica —el partido de Tusk—, trabaja en un plan, con un presupuesto inicial de 27 millones de euros, para afrontar los peores escenarios. La ciudad ha hecho su propio inventario de lugares que pueden servir como escondites temporales, revisando la documentación de las últimas tres décadas. “Analizamos 2.100 sitios”, explicó hace una semana el director del centro de seguridad de Varsovia, Michal Domaradzki.
“El metro es un lugar natural donde buscar protección, pero es insuficiente”, reconoció Domaradzki junto a la sala de pantallas. Allí podrían esconderse 68.000 personas de una ciudad de dos millones. El suburbano de Varsovia, de apenas dos líneas, es además bastante superficial. Las estaciones más hondas están a unos 22 metros bajo tierra, mientras el de Kiev tiene una profundidad de 105 metros. Cuando la legislación esté lista, se adecuarán los espacios —como el de Plac Wilsona y otro más actual y luminoso, en Rondo Daszynskiego— con la instalación de compuertas y otros elementos.
El Ayuntamiento tiene identificados siete millones de metros cuadrados donde 3,5 millones de personas podrían resguardarse de un ataque. Se trata de garajes, sótanos y pasajes subterráneos, además del metro. La mayoría encajan con la categoría de protección temporal de emergencia.
Los refugios, como explica el coronel Majchrzak, “son estructuras muy complejas”. “Permiten que las personas permanezcan aisladas durante largos periodos de tiempo sin contacto con el mundo exterior. Pero para proporcionar protección universal, es necesario crear un sistema de escondites en los que se pueda permanecer durante un ataque aéreo directo”, desarrolla.
Se trata de resguardarse mientras suenen las alarmas antiaéreas. “No necesitamos equipar estos edificios con sistemas complejos, como la filtración de aire”, asegura el profesor asociado, que añade: “No conozco un solo país que sea capaz de proteger al 100% de su población en refugios”. Reconoce, sin embargo, que algunos con gran número de infraestructuras seguras, como Suecia y Finlandia, “ponen especial énfasis en la defensa y la protección”.
En Swidwin, a más de 500 kilómetros de la capital, en el noroeste,
El país solo cuenta con espacios seguros para el 4% de los ciudadanos
Una empresa vende búnkeres por entre 13.000 y 250.000 euros
hay un búnker a nueve metros de profundidad a prueba de ataque químico, biológico, radiológico y nuclear fabricado con estándares suizos, según Dawid Rybicki, el dueño de la empresa que lo comercializa. Bajo una compuerta en el suelo, se abre un túnel con una empinada escalera. Al otro lado de una gruesa puerta blindada, como la de los submarinos, se encuentra el refugio, una caja de acero pintada en blanco de 15 metros de largo por 3 de ancho.
El director de European Shelters muestra los cuatro espacios, distribuidos en fila: una cocina-salón-comedor, baño, dormitorio con dos literas y otro con una cama doble. El búnker tiene comida, agua, máscaras, detector de radiación, sistema de filtración de aire, generador de energía, válvula de descompresión y todo lo necesario para vivir sin contacto con el exterior tres meses. Bajo el suelo, todo se aprovecha para almacenaje. Los muebles y el baño son contemporáneos. Si no fuese por la ausencia de ventanas y el sobrecogedor cierre de la puerta hermética, parecería un apartamento. El precio: 250.000 euros.
Mientras los expertos debaten sobre las características técnicas que deben tener los refugios, algunos ciudadanos se preparan por su cuenta. “Vienen tiempos difíciles”, afirma Rybicki. Su empresa vende unos 12 búnkeres prefabricados al año, desde 50.000 euros. Pero también tiene soluciones más asequibles, con estructuras de hormigón y sistemas como puertas herméticas y filtros de aire se puede tener un refugio por entre 13.000 y 15.000 euros. Al mes, recibe entre seis y ocho pedidos y en estos momentos tiene unos 30 proyectos en desarrollo. Desde que comenzó la guerra en Ucrania asegura que las ventas han aumentado en un 200%.