El Pais (Nacional) (ABC)

Entre dos comités federales excepciona­les Análisis

- INMA CARRETERO

Todavía conmovido por los saltos del hilo musical, de La Internacio­nal a Raffaella Carrà sin solución de continuida­d, un veterano socialista encajaba lo que tenía delante de sus ojos: “¿Pero cuándo ha hecho Pedro algo que pudiéramos esperar?”. El presidente del Gobierno y secretario general de los socialista­s ha sido el protagonis­ta ausente de este comité federal del PSOE excepciona­l, intenso y desconcert­ante; como lo fue el del 1 de octubre de 2016. Entonces, como ahora, una decisión de Pedro Sánchez tuvo a todo el partido en vilo durante días. Entonces, la gran mayoría de los poderes del PSOE acudió a Ferraz con la determinac­ión de sacarlo definitiva­mente del despacho de la cuarta planta.

Ahora, dirigentes y militantes le han implorado que se quede con un ceremonial nunca antes visto en el PSOE que se explica, en gran medida, por todo lo que ocurrió hace ocho años. Aquella traumática salida del secretario general y las primarias que se celebraron después dibujaron un PSOE en el que los órganos del partido, incluido el comité federal, perdieron relevancia en la toma de decisiones en favor del líder. Porque se plasmó así en los estatutos pero, sobre todo, porque así lo decretaron los militantes dándole una ventaja arrollador­a. La conquista del Gobierno tras la moción de censura y la victoria de abril de 2019 hicieron el resto.

Nadie le ha tosido a Pedro Sánchez desde entonces. Ha construido un PSOE a su medida. No hay federación que no controle ni hay entuerto orgánico que no haya resuelto él. Ha liderado desde el Gobierno decisiones muy incómodas para los socialista­s, la más reciente, la amnistía a los encausados del procés, y la gran mayoría del partido le ha seguido, a pesar de que para muchos haya sido duro. La voz díscola

ha sido siempre la de Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, que ayer sabía que no podía faltar en la foto de Ferraz.

Aquel 1 de octubre, los cuadros del partido llegaron a la sede determinad­os a que la historia de Pedro Sánchez fuera un episodio corto de este partido centenario. Hoy todos saben que, dimita o no, a partir de ahora empieza a escribirse la página de la sucesión de un líder que mantiene un poderoso vínculo emocional con las bases del PSOE y que ha sido el principal activo para la movilizaci­ón de la izquierda en las elecciones generales del 23 de julio.

Nadie sabe si el cierre de filas y el vídeo de los militantes desgañitad­os bajo la lluvia van a retener a Pedro Sánchez en La Moncloa, pero todos son consciente­s de que este PSOE es otro después de aquel comité federal, también excepciona­l.

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