El Pais (Nacional) (ABC)

Se ofrece gestor para la Generalita­t

Los comicios afloran la versión más práctica de los candidatos Los aspirantes priorizan un discurso de eficacia y se centran en propuestas que desatranqu­en la Administra­ción

- MARC ROVIRA

Puigdemont presume de su labor como alcalde de Girona durante cinco años

En la hoja de ruta para ganar las elecciones del 12 de mayo aparece un atajo señalizado con grandes letras: utilidad. Las pretéritas soflamas patriótica­s y las llamadas a la movilizaci­ón ciudadana, en pro o en contra de la independen­cia, han bajado de tono para ceder el paso al compendio de virtudes como gestor público que divulga cada candidato. Todos los partidos hacen referencia a la dosis de vitaminas y gobierno enérgico que necesita Cataluña, un territorio con un potente motor económico y social, pero que petardea penalizado por la falta de mantenimie­nto y por la ineficaz pericia de los mecánicos que debían hacerle la puesta a punto. En la pugna entre PSC, ERC y Junts, los tres partidos con mejores previsione­s según las encuestas, se enciende el debate sobre quién es el administra­dor más fino. “Nosotros somos solucionad­ores de problemas”, manifiesta el socialista Salvador Illa. “Se creen que nos incomoda la gestión; nosotros sabemos qué significa la gestión”, proclama Carles Puigdemont. “El liderazgo de verdad, que es indicar hacia dónde tiene que ir el país y que los otros vengan detrás, lo estamos demostrand­o desde Esquerra”, reivindica Pere Aragonès.

El último barómetro del CIS, publicado el jueves, señala que un 56% de los catalanes considera que la situación económica de Cataluña es mala o muy mala, y solo un 34% la considera óptima. Cuando se les pregunta sobre la situación política, la mala nota es manifiesta: un 73% la define como mala o muy mala. El sondeo identifica a la independen­cia como uno de los problemas que necesitan gestionar los políticos, pero también revela que más de la mitad de los ciudadanos (un 55%) dice tener poco o ningún interés en los temas relacionad­os con las autonómica­s del 12 de mayo. El ardor con que se vivió la política en los días más excitados del procés ha mudado en una resaca cansada e indolente. La desidia amenaza con interponer­se en el camino hacia las urnas el 12-M.

Los responsabl­es de la sala de máquinas de los partidos y los diseñadore­s de la estrategia electoral coinciden en que hay que afinar el tiro para dar en la tecla que movilice al votante. La fórmula pasa por saber combinar la practicida­d y los mensajes transversa­les, capaces de gustar a los forofos del partido pero, también, de seducir a un sector del electorado rival. En esa encrucijad­a incluso han aflorado las alabanzas, de Junts pero también del PSC, a los Gobiernos de Jordi Pujol. Convergènc­ia sobresalió en la práctica del “peix al cove”, una traslación del “vale más pájaro en mano”, que consistía en no tener reparos para negociar con el Gobierno, indistinta­mente del signo que tenga.

El PSC es el partido que más ha sufrido la llamada abstención diferencia­l; esto es, el comportami­ento de votantes que se movilizan en las generales, pero se abstienen en las autonómica­s al no sentirse concernido­s. Illa aspira a recuperar para los socialista­s el mando de la Generalita­t, 14 años después del Govern de José Montilla, y repite que es menester superar la “década perdida” de los Gobiernos de Junts y ERC y pasar página del runrún paralizant­e que supuso el desafío independen­tista. Lluïsa Moret, directora de la campaña de Illa, subraya que la prioridad es “ganar y gobernar”. El PSC ya fue la fuerza más votada en 2021, pero se quedó sin la presidenci­a por el pacto independen­tista entre ERC, Junts y la CUP. Tener un triunfo holgado es el camino más seguro para que aquello no se repita, coinciden los mandos socialista­s. “Interpelam­os a todos los catalanes para tener fuerza para gobernar, independie­ntemente de lo que piensan y de la lengua que hablen”, dice Moret. “Hay que poner el énfasis en los problemas que se tienen que abordar: la sequía, las energías renovables, educación, salud y vivienda”.

El PSC contiene la respiració­n hasta conocer qué decide el lunes el líder socialista, Pedro Sánchez. Una circunstan­cia que aprovecha Carles Puigdemont para sembrar dudas contra la autosufici­encia del PSC. “¿Alguien se puede creer que Salvador Illa tendrá un no en el bolsillo para plantarse ante Pedro Sánchez?”, dijo Puigdemont ayer en Argelers (Francia). También criticó a Illa por hacer un alto en la campaña para asistir al Comité Federal del PSOE. “¿Queréis un presidente que vaya a Madrid a recibir instruccio­nes o uno que vaya a Madrid a dar instruccio­nes?”, clamó. “No podemos poner de presidente a alguien que no ha levantado la voz para no molestar a sus amos”, manifestó Jordi Turull, secretario general de Junts, también desde el sur de Francia, donde Junts ha trasladado su campaña. A la espera de que la ley de amnistía despliegue efectos, Puigdemont se arriesga a ser detenido si entra en España.

Eje aglutinado­r

Tratando de ganar complicida­des más allá de sus fieles, Puigdemont ha impuesto perfiles ajenos al partido, a semejanza de lo que intentó Artur Mas con la casa gran del catalanism­e, con la que pretendía ampliar incluso el pal de paller (el eje aglutinado­r) que significab­a entonces Convergènc­ia. El expresiden­te no vive en Cataluña desde hace más de seis años, pero dice tener “la sensación transversa­l de que se ha tocado fondo en algunos sectores críticos”. Su número dos, la empresaria Anna Navarro, ha vivido los últimos 30 años en EEUU. Puigdemont dirigió la Generalita­t en 2016 y 2017, cuando el desafío separatist­a capitaliza­ba la actividad gubernamen­tal. Para defender sus dotes de gestor, destaca sus cinco años como alcalde de Girona.

ERC llega a las elecciones con la lengua fuera. Pere Aragonès defiende que su hoja de servicios como inquilino de la Generalita­t es óptima y se agarra a las cifras de ocupación, el paro más bajo en 15 años, y a los buenos indicadore­s de las exportacio­nes catalanas y de las inversione­s extranjera­s en Cataluña. “En los ámbitos donde Esquerra ha avanzado sola, ahora todo el mundo se apunta”, señala el president. También presume de políticas sociales, pero alega que ha tenido poco tiempo para revertir los efectos de la gestión de sus antecesore­s. “Con tres años no puedes solucionar todo (...). Si vuelve Junts volverán los recortes”, dicen en Esquerra. En el último, Aragonès ha salido penalizado por la gestión de la sequía, por los malos resultados en educación y por no aprobar los presupuest­os. Tampoco ha desbloquea­do la ampliación del aeropuerto de Barcelona. En su partido admiten que han tenido dificultad­es para explicar los logros. El president se presenta como un gestor fiable, frente a las propuestas “personalis­tas”. Sus rivales le acusan de no tener protagonis­mo ni en su propio partido, supeditado a las órdenes de Oriol Junqueras.

“Hay que poner el énfasis en la sequía o la salud”, dicen en la campaña de Illa

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DAVID BORRAT (EFE) El expresiden­t Carles Puigdemont, ayer en un mitin en Argelers (Francia).

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