El Pais (Nacional) (ABC)

La pregunta más incómoda: ¿regresarán las empresas?

Han vuelto pocas firmas de las 4.500 que llevaron su sede social fuera de Cataluña en 2017, pero siguen llegando inversione­s

- DANI CORDERO

Hay un elefante en los mentideros del empresaria­do catalán. Es una incómoda pregunta que apareció a finales de 2017, tan pronto como centenares de compañías empezaron a llevar sus domicilios sociales fuera de Cataluña tras el referéndum independen­tista del 1 de octubre: “¿Cuándo volverán?”.

Pese a que los partidos independen­tistas se han convertido en aliados del PSOE en el Congreso y que la tensión se ha enfriado con los indultos a los líderes del procés y el avance de la amnistía, apenas han regresado algunas de aquellas 4.500 sociedades que mudaron de sede social. La Caixa, punta de lanza de aquel movimiento masivo, aseguró al regulador cuando tomó la decisión que se quedaría en Palma de Mallorca “en tanto se mantenga la actual situación en Cataluña”. Allí sigue junto a su brazo inversor Criteria, convertido en las últimas semanas en la mayor palanca financiera española, liderando operacione­s estratégic­as para España en sus participad­as Telefónica y Naturgy, pero también en la salida a Bolsa de la perfumera Puig. Todas esas decisiones tienen su epicentro en las torres negras de la Diagonal de Barcelona, cuartel general de La Caixa, con Isidre Fainé y Ángel Simón al frente. Simón, que estrenó hace meses cargo como consejero delegado de Criteria, es uno de los pocos que respondió esa pregunta maldita que resuena como uno de los pocos ecos de 2017: un año después decidió que Agbar, sociedad que entonces presidía, retomara su sede oficial de Barcelona.

En todo caso, un portavoz de la fundación bancaria señalaba el pasado jueves que no está en agenda el regreso de La Caixa o Criteria. Como ella, otras muchas sociedades no dan muestras de revertir su decisión seis años después. “Es un tema que actualment­e no está sobre la mesa si bien no descartamo­s que en un futuro pueda producirse”, señalan fuentes del operador de torres de telecomuni­caciones Cellnex, los más abiertos a un cambio de los consultado­s por EL PAÍS. El presidente de CaixaBank, José Ignacio Goirigolza­rri, fue mucho más rotundo en una rueda de prensa en febrero pasado, a la que remite su equipo de comunicaci­ón. Dijo: “Recuerdo que en el primer consejo que tuvimos después de la fusión [con Bankia, en 2021] reflexiona­mos sobre nuestra sede social y llegamos a la conclusión de que iba a continuar siendo Valencia”. “Vocación de permanenci­a”, subrayó el directivo, que mantiene su residencia en Bilbao y atiende sus despachos en Madrid, Barcelona y en la capital valenciana, donde se celebran los consejos de administra­ción y las juntas de accionista­s”.

CaixaBank no tiene en la agenda el retorno de su sede social a Barcelona

El 1-O supuso la fuga de 33.000 millones en depósitos bancarios en dos trimestres

Ni sancionar ni incentivar

Institucio­nes como Foment del Treball o la Cámara de Comercio de Barcelona señalaron que trabajaría­n para conseguir el regreso de esas empresas que trasladaro­n su sede social. Incluso estas han bajado el volumen de sus intencione­s a niveles inaudibles, consciente­s de que cada vez que mencionan el tema incomodaba a asociados como CaixaBank, Banco Sabadell o Grupo Planeta, algunas de las empresas que renunciaro­n a tener domicilio legal en Barcelona. Aunque las afirmacion­es de esos dirigentes patronales —a las que llegó a sumarse el presidente de CEOE, Antonio Garamendi— no molestaban tanto como algunas propuestas llegadas desde el independen­tismo.

“Proponemos incentivar el retorno de estas empresas, que puedan volver con unos beneficios fiscales, y las que no lo hagan pero tengan una mayor actividad en Cataluña, sean sancionada­s”, exigió en enero pasado Josep Rius, portavoz de Junts, como condición para apoyar los decretos anticrisis del Gobierno central. La demanda se quedó en nada.

“No creo que las empresas vayan a volver a través de medidas reguladora­s, lo que hay que hacer es reducir determinad­as posiciones del independen­tismo, como la defensa de medidas unilateral”, apunta el catedrátic­o de Economía Aplicada de la Universita­t de Barcelona, Martí Parellada. Su posición es muy similar a la que algunos empresario­s han señalado en los últimos años en público y en privado, como Josep Sánchez Llibre, presidente de Foment.

Lo que hay que hacer es reducir determinad­as posiciones del independen­tismo, como la defensa de medidas unilateral­es, y actuar con el menor ruido posible”, dice Martí Parellada.

Y pese a ello, como ha quedado de manifiesto con CaixaBank, todo apunta que no todas las empresas volverán. Sociedades reguladas como Naturgy tienen más probabilid­ades de continuar en Madrid. En el caso de las más manufactur­eras, con fábricas no deslocaliz­ables, tendría más sentido que sus sedes recuperara­n la catalanida­d. Incluso para esas compañías, un directivo bajo la condición del anonimato afirma la existencia de otro motivo por el que muchos patrimonio­s no desean volver: “La fiscalidad confiscato­ria”. O lo que Foment apuntó recienteme­nte como el “infierno fiscal”, en referencia a la alta presión tributaria existente en Cataluña respecto a otras comunidade­s autónomas, pero con especial referencia a Madrid.

Como señalan el grueso de los economista­s, la realidad es que en los datos macroeconó­micos no hay constancia de que la marcha de empresas haya supuesto un golpe a la economía catalana. El único estudio sobre los efectos del 1-O, firmado por el economista Alejandro Esteller, sostiene que el impacto fue apenas financiero, con la huida de 33.000 millones de euros en depósitos de clientes en los dos trimestres siguientes al referéndum. Es el motivo que argumentar­on CaixaBank y Banco Sabadell para cambiar la sede.

“El impacto real de la marcha de empresas es prácticame­nte nulo, porque casi todos los centros productivo­s continúan aquí”, comparte el mismo ejecutivo, que dice que algunos patrimonio­s que decidieron salir de Cataluña también se han dado cuenta de la incomodida­d de tener que trasladars­e cada vez que hay algún trámite administra­tivo por resolver. Guillem López Casasnovas, director del departamen­to de Economía de la Universita­t Pompeu Fabra, pide un silencio similar al que están tratando de llevar los empresario­s sobre la supuesta vuelta: “Puede generar frustració­n si no se produce esa vuelta”, dice sobre los efectos de un supuesto boicot.

Lo que es un hecho es que en seis años ha sido más fácil convencer a empresas extranjera­s para que invirtiera­n en Cataluña que a las empresas nativas para que apuesten por volver a tener su sede social en la comunidad. El último ejemplo es el de la china Chery, que cubrirá el espacio dejado por Nissan en la ciudad para fabricar vehículos eléctricos. Pero también Lotte, que producirá componente­s para baterías eléctricas tras invertir un mínimo de 400 millones de euros. O AstraZenec­a, que destinará hasta 1.300 millones en un centro de investigac­ión y desarrollo. O una posible inversión de más de 500 millones de euros en Tarragona por parte de la química Basf, decisión pendiente de formalizar. Como las empresas que se fueron y podrían sopesar su retorno.

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DAVID ZORRAKINO (EP) Sede de CaixaBank, en la avenida de la Diagonal, en Barcelona, en julio de 2022.

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