Los laboristas británicos prometen acabar con las deportaciones a Ruanda
Starmer aboga por utilizar la legislación antiterrorista para combatir a las mafias de la inmigración
Keir Starmer ha hecho todo un arte de la necesidad de criticar los grandes errores del Partido Conservador sin espantar a los votantes que ven con simpatía esos errores. Respecto al plan de deportaciones a Ruanda de Rishi Sunak, Starmer centra sus críticas en la inutilidad de una medida —“política de gestos”, la llama, o “insulto a la inteligencia”— que apenas enviará a unos centenares de inmigrantes irregulares a ese país africano, sin señalar su falta de humanidad. A cambio, el hombre al que todas las encuestas sitúan como próximo primer ministro del Reino Unido ha prometido reforzar los controles policiales y crear un nuevo mando de seguridad de fronteras con los poderes y capacidades que otorga la legislación antiterrorista para golpear con dureza a las mafias que transportan seres humanos a través del canal de la Mancha.
“La inmigración ilegal — Starmer usa también ese término, en vez de la definición de inmigración irregular que sugiere la ONU— se ha convertido en la prueba definitiva de la seriedad de cualquier Gobierno. (…) Nadie debe confundirse, nos enfrentamos a una actividad criminal”, dijo ayer en Deal, en la costa sureste de Inglaterra, a donde llegan más personas después de una peligrosa travesía por el canal. En lo que va de 2024, más de 8.000 personas han realizado ya ese viaje, en un ritmo que se acerca al récord establecido en 2022, con más de 45.000.
“Vamos a eliminar el plan de Ruanda por completo y de modo inmediato, y eso supone que no habrá vuelos”, aseguró Starmer, para zanjar las dudas creadas en los últimos días sobre la posibilidad de que un hipotético Gobierno laborista mantuviera, aunque fuera de modo temporal, la política de deportaciones. “Acabaremos con esta farsa y devolveremos la seriedad al control de nuestras fronteras”, prometió.
Starmer sabe que, en materia de inmigración, los votantes no confían mucho más en los laboristas que en el Gobierno conservador. Después de la economía o la sanidad pública, es el asunto político más delicado. Por eso, el candidato de la oposición ha replicado parte del argumento utilizado por Sunak y su Gobierno: compasión con los inmigrantes, dureza con las redes que les ayudan a cruzar la frontera, aunque se persiga idéntico resultado: frenar la entrada de más personas.
Starmer prometió que utilizará los más de 700 millones de euros destinados al plan de Ruanda para crear un nuevo mando que aglutine las capacidades y poderes de diversos departamentos de seguridad. “Se trata de plantear una nueva estrategia, con las capacidades que ofrece la legislación antiterrorista, para evitar la fragmentación actual que existe en la Policía de Fronteras”, explicó.
Las capacidades antiterroristas permitirían investigar y detener a personas sospechosas de estar implicadas en el tráfico de inmigrantes sin una orden judicial previa; ordenar el embargo de cuentas bancarias o restringir la libertad para viajar, así como la intervención de teléfonos o de datos informáticos.