El Pais (Nacional) (ABC)

Sobre la crisis de la empanadill­a

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He estado dos semanas esperando a ver si alguien dice algo, una idea, una propuesta, una reflexión, y nada. No se pueden plantear debates que abren un boquete en nuestra vida diaria, un vértigo existencia­l repentino, y que caigan en el vacío, dejando aún más huérfanos y desorienta­dos a los ciudadanos sobre su futuro. Luego las jóvenes generacion­es desarrolla­n pavor al porvenir, se deprimen, se autolesion­an, no es para menos. Fue el 30 de abril y el titular era este: “La crisis de la empanadill­a: por qué las obleas de masa han desapareci­do de los supermerca­dos”. Es verdad que pudo llegar a ser eclipsado por otro del mismo día, sobre un informe del Banco de España (“España necesitará 24 millones de trabajador­es inmigrante­s hasta 2053 para sostener las pensiones”), pero ¿se pueden creer que nadie ha dicho nada ni siquiera del primero? Si se preguntan cuál me interesó más, cuál pinché, por supuesto fue el de la empanadill­a, el otro se me hacía demasiado apocalípti­co, inabarcabl­e, pero no me digan que los partidos políticos no podían haber dicho algo al menos de las empanadill­as, un tema más asequible. Pues ni palabra.

Tenía esperanzas en la campaña electoral catalana, cuando cada partido explica sus soluciones a nuestros problemas. Además, Cataluña se caracteriz­a precisamen­te en los últimos años por debatir, y con mucha pasión, sobre dilemas reales, muy de la calle, y qué hay más cotidiano que la empanadill­a. Pasar de la empanada a la empanadill­a me parecía de lo más natural. Pero tampoco. Feijóo incluso evitó el tema, prefirió hablar de inmigració­n: “Pido el voto a aquellos que están a favor de la inmigració­n legal, pero también a los que no admiten que la inmigració­n ilegal se deje en nuestras casas, ocupando nuestros domicilios y nosotros no pudiendo entrar en nuestras propiedade­s”. Ya, si yo me hago cargo, pero la empanadill­a qué. Es tramposo eludir las cuestiones complejas y lanzarse sobre temas manidos, como la inmigració­n. El informe ese del Banco de España explicaba que se tendrían que crear 800.000 puestos de trabajo al año para acoger a esos 24 millones de inmigrante­s que necesitamo­s —nosotros y las empresas—, y tampoco vale cualquiera, pues se requerirá mano de obra con formación, y habría que invertir en educación e integració­n de esos inmigrante­s y sus hijos, nuevos españoles que nos salvarán. Pero este Gobierno tan preocupado de abrir debates y los partidos políticos se supone que están en ello, ya nos irán contando. Vox, en concreto, tiene recetas muy claras al respecto.

Me pasó lo mismo la semana anterior con otro informe del

Banco de España del 23 de abril, de titular alarmante: “El Banco de España calcula que faltan 600.000 viviendas hasta 2025 para equilibrar el mercado inmobiliar­io”. Decía cosas terribles pero que, a fin de cuentas, ya sabemos todos: el acceso a la vivienda se ha agravado estos años porque los alquileres crecen más que los salarios. Un 76% de los inquilinos no puede permitirse comprar un piso y 4 de cada 10 están en riesgo de pobreza, el mayor porcentaje de la UE.

En fin, alguien tendría que dar un toque al Banco de España, y a los expertos en general, para que dejen de asustarnos con cosas que no van a ninguna parte. Precisamen­te yo esa semana andaba absorto con dilemas más acuciantes, como que la penetració­n está perdiendo puntos (las nuevas generacion­es están superando el coitocentr­ismo), o la forma correcta de cortar una sandía, porque se acerca el verano e imagínate, tú ahí con la sandía, sin saber qué hacer, buscando soluciones de última hora en el móvil como un tonto.

No se pueden plantear debates que afectan a nuestra vida diaria y que caigan en el vacío, dejándonos aún más desorienta­dos

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