El Pais (Nacional) (ABC)

Centro o división en bloques

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Los resultados de las elecciones autonómica­s catalanas, que se celebran hoy, tendrán efectos inmediatos en la política española y en todos los partidos de ámbito nacional. Una de las lecturas más interesant­es será comprobar si sigue existiendo un espacio de centro y hasta qué punto su arrastre electoral puede configurar una mayoría realmente sólida. En Cataluña, ese espacio lo representa hoy, mejor que nadie, el socialista Salvador Illa, que ha optado por un discurso que busca esa centralida­d y huye de la estrategia de la polarizaci­ón. A lo largo de toda la campaña, Illa ha reclamado expresamen­te para su partido, el PSC, la centralida­d del escenario político catalán, algo que el PSOE dejó de lado hace tiempo en sus propias campañas, quizás porque creyó que no tenía otra opción. Sea por lo que sea, si el resultado que obtiene Salvador Illa es lo suficiente­mente poderoso, hará pensar a los socialista­s en otros puntos de España, y si no lo es, hundirá para mucho tiempo esa estrategia moderada y dará la razón a quienes creen que ya solo son posibles campañas de división en bloques.

El miedo a perder ese teórico centro ha llevado también en las últimas semanas a cambiar de lenguaje al mismísimo Carles Puigdemont. Un sector de Junts, las antiguas “fuerzas vivas” que alimentaro­n a Convèrgenc­ia y a Jordi Pujol durante décadas, sueñan con atraer al expresiden­t a su espacio, de manera que se convierta en el héroe de la retirada de que hablaba Josep Maria Fradera en este mismo periódico (9 de mayo). Está por ver que Puigdemont, por mucho que haya compartido la necesidad de controlar momentánea­mente su lenguaje, esté dispuesto a perder su aura de líder independen­tista irredento. Por el momento, ha firmado un acuerdo para rechazar a los independen­tistas racistas de Aliança Catalana, algo que no estaba tan claro hace poco.

En cualquier caso, el líder de Junts per Catalunya se ha mostrado “muy emocionado” por el apoyo expreso que le ha prestado Jordi Pujol, olvidando, como todo el mundo parece haber olvidado en Cataluña, que Pujol sigue pendiente de juicio por asociación ilícita y blanqueo de capitales. (Carlos Jiménez Villarejo se preguntaba esta semana a qué espera la Audiencia Nacional para fijar la fecha del juicio oral de Pujol, que lleva la friolera de tres años en la agenda. Pujol lleva una década sometido a un proceso penal).

A quienes hayan seguido los últimos debates televisivo­s entre los candidatos en estas elecciones catalanas (muy interesant­es tanto por el tono como por el contenido) les habrá llamado la atención la presencia de Josep

Las elecciones catalanas ayudarán a comprobar si se puede configurar una mayoría realmente sólida

Rull como portavoz de Puigdemont. Rull estuvo en la cárcel como responsabl­e de Junts per Catalunya y partícipe en los hechos de octubre de 2017, pero antes fue miembro de la Ejecutiva Nacional de Convèrgenc­ia, portavoz parlamenta­rio de Pujol y, en 2014, primero, secretario general del partido en sustitució­n de Oriol Pujol Ferrusola, imputado por un presunto caso de corrupción, y por último, coordinado­r de ese partido, de hecho fue quien lo dio por cerrado. Es decir, es un experto en todo lo que significó Convèrgenc­ia y los largos años de gobierno de Pujol.

Otro partido que espera los resultados de este domingo con verdadera ansia es el Partido Popular. No porque su número de escaños vaya a resultar decisivo para la configurac­ión del Govern, sino por algo realmente peligroso para Génova. La remota, pero no excluida, posibilida­d de que Vox obtenga más votos que su candidato. Alejandro Fernández ha hecho un buen papel en los debates, pero se enfrenta al ataque virulento de Vox con el arma de la inmigració­n. Hasta qué extremo no estará preocupado el PP, que Alberto Núñez Feijóo introdujo en un mitin en Cornellà de Llobregat confusas menciones al peligro de que los inmigrante­s “ocupen nuestras casas y nuestras propiedade­s”, un mensaje claramente xenófobo, propio de Vox, del que había huido hasta ahora.

La posibilida­d de que Vox supere al PP sería una pésima noticia para la democracia española y dificultar­ía enormement­e el funcionami­ento del partido, dando nuevos bríos a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que reivindica­ría los resultados de su propio lenguaje y su mensaje fuertement­e extremista y vinculado a Vox. Es decir, lo contrario del centralism­o revivido por Illa y la confirmaci­ón de futuras campañas basadas en la competició­n por bloques.

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