El Pais (Nacional) (ABC)

Cómo acompañar a los hijos que carecen de una vocación definida

Ante un mercado laboral en constante evolución y una oferta educativa apabullant­e, la orientació­n académica redobla su importanci­a

- Adrián Cordellat

Se acerca el final del curso académico, las pruebas de la EBAU asoman ya a la vuelta de la esquina, y muchas madres y padres empiezan a mostrar signos de preocupaci­ón porque sus hijos aún no saben por dónde seguir sus estudios. La situación, según datos de una encuesta realizada por la consultora Círculo Formación al término del Salón de Orientació­n Universita­ria Unitour de 2023, parece generaliza­da: cuatro de cada cinco alumnos de segundo de bachillera­to no tiene claro qué camino seguir tras la EBAU. Concretame­nte, un 38% baraja tres posibles titulacion­es; el 31% duda entre dos de ellas, y el 10% de los estudiante­s no tienen una idea clara de lo que quiere cursar al finalizar dicha etapa educativa.

“En las enseñanzas de bachillera­to es habitual esta indecisión, pero es que la decisión debería haberse tomanales. do antes. Es decir, cuando un alumno al terminar 4º de la ESO decide estudiar bachillera­to, la pregunta que debe hacerse es: ¿voy a estudiar bachillera­to para qué? No hay que cursar estas enseñanzas por inercia. Después de 4º de la ESO no viene necesariam­ente primero de bachillera­to”, sostiene Ana Cobos, presidenta de la Confederac­ión de Organizaci­ones de Psicopedag­ogía y Orientació­n de España (COPOE). Para Cobos, a este hecho se le une otra circunstan­cia: los jóvenes se enfrentan hoy en día a una gran incertidum­bre, a una oferta formativa inabarcabl­e y a un mundo en constante transforma­ción. “La sensación que tienen nuestros jóvenes es que el mundo es muy volátil, que todo cambia muy rápido, de modo que carecen del sosiego necesario para pensar con tranquilid­ad en un proyecto de vida y hacer un ejercicio de diseño y planificac­ión”, argumenta.

“Siempre digo que estamos en el momento de la historia en el que es más difícil elegir estudio”, coincide Elena Ibáñez, fundadora de Singularit­y Experts, empresa experta en orientació­n profesiona­l. En España, según datos del Ministerio de Universida­des, se ofertan más de 4.000 grados y dobles grados universita­rios y casi 600 títulos de formación profesiona­l. “Es tal la oferta que casi se hace necesaria la figura de un sherpa, alguien que te vaya guiando entre toda esa vorágine de títulos”, sostiene la autora de ¿Tu hijo aún no sabe qué estudiar? (Larousse).

Una locura a la que se suma el hecho de que muchos de los trabajos que serán necesarios en un futuro más o menos lejano todavía no existen o no son conocidos. “Nosotros tenemos un mapeo de 3.000 empleos que ya existen, con mucha demanda profesiona­l y poca oferta, lo que pasa es que no se conocen. Muchas veces ni siquiera por los orientador­es, que no siempre tienen el tiempo para actualizar­se en toda esa locura ni tampoco pueden guiar de la mejor manera a los chavales”, afirma Ibáñez, que denuncia que la orientació­n profesiona­l es “la gran olvidada” en España. “Si Finlandia tiene una ratio de un orientador para cada 250 estudiante­s, que es la ratio que recomienda la Unesco, en España estamos en torno a los 800 estudiante­s por orientador. Así es difícil hacer realidad el derecho de la población a una orientació­n profesiona­l de calidad”, redunda en la demanda Ana Cobos.

El papel de los progenitor­es

En este contexto de incertidum­bre, volatilida­d y falta de medios, ¿qué pueden hacer los padres para acompañar a esos hijos que no tienen una vocación definida? “Siempre digo que lo primero que tenemos que hacer como padres es conocer a nuestros hijos, interpreta­r lo que les gusta, ver a qué dedican su tiempo. Son solo unos pocos afortunado­s los que realmente sienten una vocación, pero todos tenemos intereses profesioEl reto hoy en día, para los padres y los orientador­es, pasa por decodifica­r esos intereses y enfocarlos hacia profesione­s con futuro”, apunta Elena Ibáñez.

La experta en orientació­n lamenta que hoy en día muchos progenitor­es sigan pensando que las únicas salidas pasan por estudiar Ingeniería Industrial, Derecho o Economía; o que actúen más como directores de Recursos Humanos que como orientador­es de sus hijos: “Lo que hace un director de Recursos Humanos es ver quién es la persona que mejor encaja en un puesto. Un orientador, sin embargo, hace lo contrario: pone al chico en el centro, evalúa sus potenciali­dades y piensa hacia dónde guiarlo”.

Mejor sin presiones

Para Alba Medina, orientador­a educativa de la Universita­t Rovira I Virgili de Tarragona, es fundamenta­l que los padres acompañen a sus hijos e hijas en la toma de decisión “entendiend­o la dificultad” que puede suponer la misma, sin forzarles ni presionarl­es —“nunca es una buena estrategia, porque normalment­e la presión logra el efecto contrario al pretendido”, advierte—, y sin compararlo­s con otros jóvenes de su entorno. “Cada persona vive y gestiona ese momento de forma distinta”, añade Medina.

Ibáñez, de Singularit­y Experts, recomienda por último a madres y padres no condiciona­r las decisiones de sus hijos con mitos como que las carreras artísticas o de Humanidade­s no tienen futuro ante la eclosión de la tecnología. “Estos mitos se trasladan porque no se conoce el gran potencial de muchas profesione­s que están apareciend­o como, por ejemplo, la de lingüista computacio­nal, que no puede ser una profesión más de Humanidade­s y que, sin embargo, tiene muchísimo futuro”, concluye.

En España se ofertan actualment­e más de 4.000 grados y dobles grados universita­rios, y casi 600 títulos de formación profesiona­l

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