Trump y el heredero saudí cierran filas frente a Irán
Ante los periodistas se intercambiaron elogios sobre la solidez de la relación bilateral y las oportunidades de cooperación. Pero apagadas las cámaras, la reunión ayer en la Casa Blanca entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y el príncipe En sus 14 meses como presidente, es la segunda ocasión que Trump recibe en la Casa Blanca a MBS, el acrónimo con el que se conoce al príncipe saudí, pero es la primera desde que el hijo del rey Salmán afianzó su papel como heredero y líder en la sombra. Ambos comparten su rechazo visceral hacia Irán y su deseo de reforzar los lazos bilaterales. “La relación es probablemente más fuerte que nunca. Nos entendemos el uno al otro”, dijo ayer Trump. La sólida heredero saudí, Mohamed bin Salmán, pretendía atajar las crecientes diferencias bilaterales, como la campaña militar saudí en Yemen, la disputa con Qatar, las ambiciones nucleares del reino o el alcance de sus promesas de apertura económica. También abordaron el acuerdo nuclear iraní. relación con Riad ha superado los recelos de la presidencia de Barack Obama, fruto de su acercamiento a Teherán, pero varios nubarrones se ciernen sobre el entendimiento entre Trump y MBS.
El príncipe ha promovido un abanico de ambiciosas reformas económicas y sociales en el ultraconservador reino, que incluyen aligerar algunas prohibiciones a las mujeres, pérdida de poder de estamentos religiosos y una apertura a inversores extranjeros. Son transformaciones que Occidente lleva años reclamando. Pero MBS también impulsó en noviembre una controvertida purga palaciega con la detención de 200 personas, incluidos príncipes y ministros, acusados de malversar 100.000 millones de dólares.
Bruce Riedel, que fue asesor sobre Oriente Próximo de los últimos cuatro presidentes estadounidenses y trabajó 30 años en la CIA, cree que MBS busca en la Casa Blanca una atalaya para