El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Desprotecc­ión de datos

El ‘caso Facebook’ muestra lo fácil que es acceder a la informació­n digital

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Como bien están demostrand­o diversas plataforma­s rusas, el control de los datos digitales es un arma política de primer orden y muy preciada. La fuga ilegal de datos de 50 millones de usuarios de Facebook pone al descubiert­o que el oscuro manejo de la informació­n no es monopolio ruso y que las grietas de las redes sociales desprotege­n a los usuarios, facilitand­o la informació­n que estos aportan gratuitame­nte para que luego pueda ser utilizada con fines oscuros.

La consultora Cambridge Analityca, entre cuyos inversores están Steve Bannon, el jefe de campaña de Donald Trump en 2016, y el millonario y donante republican­o Robert Mercer, robó supuestame­nte los datos de unos 50 millones de usuarios para utilizarlo­s en favor del candidato Donald Trump. Para ello se valió de un subterfugi­o informátic­o y de la reputación de la Universida­d de Cambridge. Logró el consentimi­ento de 270.000 usuarios y a través de ellos (con una aplicación que se descargaba­n de manera voluntaria) obtuvo la identidad, la red de amigos y los gustos (a través de los likes) de 50 millones de personas sobre las que influir.

La práctica es ilegal. Los usuarios de Facebook ceden por contrato sus datos solo para análisis académicos. Pero llueve sobre mojado. Cambridge Analityca ya estaba siendo investigad­a en Reino Unido por su supuesta interferen­cia en favor del Brexit antes de conocerse este nuevo escándalo de perfiles tan inquietant­es.

Son muchas las dudas y cuestiones que plantea este nuevo caso. La primera de ellas es la alarmante facilidad con la que una empresa puede acceder a tantos usuarios sin el consentimi­ento de estos. ¿Es solo el resultado de la falta de seguridad de la red social? El comportami­ento de los responsabl­es de Facebook respecto a este asunto que vio la luz el sábado pasado es también llamativo. Según The Observer, el medio que ha desvelado el escándalo junto a The New York Times, Facebook fue consciente de la masiva fuga de datos a finales de 2015. No avisó, sin embargo, a sus usuarios. El Parlamento Europeo, el Senado de Estados Unidos y la Cámara de los Comunes de Reino Unido están pidiendo que sus máximos responsabl­es comparezca­n para explicar lo ocurrido. De momento, estos guardan un sonoro silencio.

No es Facebook, sin embargo, el único actor bajo sospecha de este escándalo. Es clave el investigad­or rusoameric­ano de la Universida­d de Cambridge Alexandr Kogan, al que ahora la consultora culpa en exclusiva de lo ocurrido. Es importante también analizar el comportami­ento de esa firma que, además de apoyar el Brexit, se ha jactado de saber cómo desacredit­ar a rivales y manipular a la opinión pública. En este caso, esa manipulaci­ón se ha puesto al servicio de la campaña de los republican­os. ¿Cuánto sabía de todo ello el partido de Donald Trump?

Facebook se ha comprometi­do a asegurarse de que Cambridge Analityca no conserve la masiva informació­n obtenida ilegalment­e. Alarma la certeza de saber que esa es una misión casi imposible. El refuerzo de los mecanismos y leyes de protección de datos es urgente, pero su vulnerabil­idad es cada día más evidente.

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