El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Petróleo a cambio de espías

JOAQUÍN VILLALOBOS

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Afinales de 1971, Salvador Allende recibió la visita de Fidel Castro. Este recorrió Chile y agitó el país durante 25 días en lo que posiblemen­te haya sido la visita de Estado más larga de la historia. El intento de convertir un Gobierno electo en revolución fue una provocació­n que acabó con el Gobierno y la vida de Allende. Fidel Castro no confiaba en los militares y por ello entrenó y armó a miles de militantes de izquierda. El golpe de Pinochet fue para Castro una lección que corrigió en Venezuela, donde en vez de improvisar un ejército se propuso controlar al existente. La intervenci­ón cubana en este país tomó así dimensione­s solo comparable­s con las realizadas por Castro en África.

Han llegado a Venezuela más de 50.000 cubanos, unos son profesiona­les que apoyan programas sociales y el resto, militares destinados a controlar a las Fuerzas Armadas. Los militares cubanos han organizado los servicios de inteligenc­ia para contrarres­tar golpes de Estado, mientras otros adoctrinan a tropa y oficiales con la pretensión de lograr un cambio ideológico en la institució­n. La resistenci­a que ha mostrado el régimen venezolano a derrumbars­e se explica por la combinació­n de dos factores: petróleo y militares. La fiesta petrolera se acabó con la caída de los precios y el colapso de la producción. Ahora son los militares quienes empiezan a dar señales de agotamient­o. Las capturas de oficiales son tan comunes como las de opositores civiles. Más de 60 han sido arrestados en los últimos cuatro años y actualment­e hay una cacería en marcha.

Cuba se juega su futuro en Venezuela. Si ocurriese un cambio político en Caracas, el régimen cubano sería el mayor perdedor. Quedarse solos frente al Gobierno de Donald Trump es un riesgo extremo. Por lo tanto, el sometimien­to pleno de las fuerzas armadas venezolana­s es un asunto esencial para la superviven­cia de Maduro y del régimen cubano. El espionaje está en el ADN de la dictadura cubana y en Venezuela llevan 18 años usando todos los recursos posibles para mantener a raya a los militares venezolano­s. Debemos concluir entonces que la cacería de jefes y oficiales que ahora está en marcha se ejecuta en Venezuela, pero se dirige desde La Habana; los cubanos saben que el poder de Maduro no está en los votos, sino en los fusiles.

La radicaliza­ción o retirada hacia adelante del régimen chavista se basó desde el inicio en imitar a Cuba. Copiaron las políticas económicas que han creado la crisis humanitari­a actual, inventaron una Asamblea Constituye­nte para intentar construir un régimen de partido único, pretenden acabar con los partidos de oposición, están estimuland­o la migración masiva de población para reducir la presión social y ahora Maduro propone que la solución al hambre es que los venezolano­s tengan gallinas en la sala y chanchos en el baño como en Cuba.

Pero una cosa son las intencione­s y otra la realidad. En Venezuela los cubanos no están controland­o a las fuerzas armadas a través de unos duros revolucion­arios ideológico­s, sino de una frágil banda de corruptos y narcotrafi­cantes. No existe en la historia de Latinoamér­ica un Gobierno que haya soportado una crisis económica y social tan grave, ni un aislamient­o internacio­nal tan severo como el que enfrenta Maduro. Las dictaduras no se derrumban porque su poder de coerción se debilite, sino porque se rompe la cohesión en sus filas. La cacería de militares no es una manifestac­ión de fuerza, sino una evidencia del resquebraj­amiento del régimen, algo que también se reveló con la persecució­n de funcionari­os de la empresa de petróleos que ahora está prácticame­nte destruida.

Maduro ha convertido a Venezuela en un Estado fallido que amenaza la seguridad de la región al pretender que otros Gobiernos se hagan cargo de millones de venezolano­s. La intervenci­ón militar cubana al apoyar a Maduro contribuye a mantener la crisis humana y convierte a Venezuela en un conflicto geopolític­o. Esto justifica y obliga una mayor presión internacio­nal. Chávez salvó a Cuba del colapso porque el petróleo fue útil para reducir el hambre de los cubanos. Los espías cubanos quizás pueden parar una conspiraci­ón, pero son inútiles para resolver el hambre, controlar la profunda crisis social y detener el grave descontent­o político de millones de personas que ahora incluyen también a decenas de miles de soldados y oficiales de las fuerzas armadas. Latinoamér­ica no es África y Venezuela no es Cuba.

Venezuela recibe a militares cubanos para organizar los servicios de inteligenc­ia

Joaquín Villalobos fue guerriller­o salvadoreñ­o y es consultor para la resolución de conflictos internacio­nales.

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