El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Estrasburg­o

Detrás de la quema de símbolos está la voluntad de propagar el odio a España y los españoles

- Antonio Elorza

En junio de 2015 una desgracia doméstica me impidió acudir al programa de debate sobre autodeterm­inación en Euskaltele­bista. Iban a participar representa­ntes de Bildu y de la Asamblea Nacional Catalana. Como acababa de celebrarse la final de copa entre el Barça y el Athletic, con la descomunal pitada al Rey a modo de prólogo, creí que lo más adecuado era presentarm­e con una camiseta en que lucían enlazadas la ikurriña y la estelada. Ante la pregunta de algún curioso, pensaba responder que me las había puesto para pitarlas juntas públicamen­te, en ejercicio de mi libertad de expresión. Contaba de antemano con la reacción entusiasta de los independen­tistas.

El asunto de las banderas es irrelevant­e, siempre que carezca de una dimensión agresiva, pero tanto en Euskadi como en Cataluña, tal como se suceden los episodios, con pitadas, incumplimi­entos legales y quemas de símbolos, tenemos una secuencia de episodios dominada por la voluntad de propagació­n del odio al otro. Léase a España y los españoles.

Lo pasa por alto la reciente sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre la quema de un retrato del Rey en Gerona. El tribunal enmarca los hechos en la libertad de expresión, en la “crítica política” ajena a todo espíritu de odio. Cabría objetar que el papel de la jurisprude­ncia lo desempeña aquí la historia, donde nunca la quema de un libro o de un símbolo tiene nada que ver con la justa de ideas, sino con una voluntad de aniquilami­ento del otro. Nadie contempla las quemas de libros por los nazis como sesiones de crítica intelectua­l. Y resulta penosa la confusión terminológ­ica de que tal “crítica” se dirige al “Reino de España en tanto que nación”.

Firmante de la sentencia, el magistrado andorrano Pere Pastor Vilanova sucedió en 1915 al gerundense Josep Casadevall, cuya carrera previa también se desarrolló allí, prueba de la calidad de Andorra como cuna de jueces europeos, aval segurament­e de esa sucesión. Pastor acaba de suscribir un voto particular en el caso de la T4, consideran­do que la existencia de torturas era “incontesta­ble”.

Un antecedent­e sensible fue la sentencia de marzo de 2011, con Casadevall presidiend­o, donde Otegi obtuvo razón frente a España, consideran­do el tribunal que llamar al rey sin prueba alguna “jefe de los torturador­es” no afectaba a su “reputación”, sino que se inscribía en “un debate público más amplio”. Fue un trabajo de filigrana judicial.

Casadevall explica ahora en TV3 que no hay antecedent­es de las “medidas cautelares” adoptadas para Jordi Sànchez, y que Estrasburg­o resolvería de inmediato. Mal presagio para el Estado. Al final la DUI habrá sido libertad de expresión.

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