Brancusi como la avanzadilla del arte multimedia
El Pompidou muestra en Málaga todas las facetas creativas del escultor en una retrospectiva que incluye 25 de sus películas
Más allá de los óvalos de rasgos minimalistas y de sus columnas sin fin, Constantin Brancusi (Hobita, Rumania, 1876-París, 1957) fue un artista multimedia. Aunque el término resulte anacrónico eso era lo que hacía el escultor que entendía el arte como un todo en el que tenían cabida la fotografía, las películas, los dibujos y, lo que para él era más importante, la naturaleza. El Centre Pompidou Málaga abre hoy al público una muestra con 141 obras de Brancusi, realizadas entre 1909 y 1946, en las que demuestra que era un verdadero performer. “Componía cuidadosamente sus puestas en escena para que sus obras tuvieran la iluminación que buscaba y pudieran verse desde distintos ángulos y, luego, se colocaba; como si fuera parte del conjunto y se autofilmaba”, explicó ayer ante sus obras Julie Jones, adjunta de Conservación del Centre Pompidou de París y comisaria, junto a Philippe-Alain Michaud, de la retrospectiva que podrá verse hasta el 24 de junio.
Brancusi, muestra para la que el Pompidou parisiense ha prestado siete de sus esculturas, es un acercamiento al lado más íntimo del creador que se presentaba como un “artista-artesano-obrero”, en palabras de Jones, y que tras medio siglo viviendo en París donó sus obras al Estado francés a condición de que se conservaran juntas. El Pompidou, que recibió el legado formado por unas 2.000 obras —entre ellas 1.600 fotografías y 800 negativos—, recreó su estudio junto al museo y allí el arquitecto Renzo Piano reprodujo el espacio en el que trabajaba y que frecuentaban, entre otros, Marcel Duchamp, Modigliani, Erik Satie o la fotógrafa Florence Meyer.
“Esta es la primera vez que se organiza una exposición multimedia que reúne todas las facetas de Brancusi. En los ochenta y los noventa hubo muestras con esculturas y dibujos en París, después, se han hecho exposiciones con sus fotografías y filmaciones, pero nunca una tan completa como esta que presentamos”, explicó ayer Florian Ebner, jefe de Fotografía del Pompidou Pa- rís. Con la misma filoso- fía, pero con menos pie- zas, una muestra similar pudo verse en 2017 en el Museo de Arte Multimedia de Moscú. “Tenemos peticiones de museos norteamericanos importantes, pero aún no hay nada firmado, lo estamos estudiando”, precisó Ebner.
“Brancusi se inició en la fotografía en 1914, como amateur, porque estaba insatisfecho con las imágenes que tomaban de sus esculturas los profesionales. Así Estudio de Brancusi hacia 1926. En el centro, derecha, en mármol blanco, que comenzó a hacerlas él, multiplicando los puntos de vista de sus piezas y sin prestar atención a los detalles técnicos, no le importaban”, desveló Julie Jones, quien insiste en que todo el trabajo del artista rumano sufre una transformación, una metamorfosis, similar a la de la naturaleza. Brancusi en su taller (1933-1934), en una imagen de una película de Man Ray.
“Mi patria, mi familia, es la Tierra que gira, la brisa, las nubes que pasan, el agua que fluye, el fuego que arde, las hierbas verdes...”, decía Brancusi, que se nutrió del arte africano —como hicieron otros en el París de principios del siglo XX, especialmente Picasso y Derain— y las artes tradicionales rumanas para alcanzar una simplicidad de una modernidad sin precedentes en las formas. Ala
Junto a las esculturas, el Pompidou Málaga muestra 120 fotografías todas en positivos originales y algunas copias en gelatina de plata, seis dibujos y 26 películas en blanco y negro sin sonido. “En 1920, Man Ray le ayuda a instalar una cámara en su estudio y un taller de revelado, además de enseñarle a filmar y desde entonces Brancusi documenta todo su proceso creativo. También graba a modelos en movimiento para inspirarse, como a Florence Meyer, que bailó en el estudio subida a uno de los pedestales y él mismo saca fotografías de sus grabaciones”, apunta la comisaria. Entre las películas, que van desde los 10 segundos hasta los 10 minutos, se ha incluido una de Man Ray realizada en 1936 en el estudio de Brancusi. El artista tenía tal fijación con su estudio, en el que recibía amigos y organizaba comidas y conciertos de Satie, que convirtió el espacio en una obra de arte. Su concepción era tan total que cuando vendía alguna de sus piezas, la sustituía por una copia en escayola para no alterar un conjunto del que también formaba parte su figura bohemia y desaliñada.