El Pais (Pais Vasco) (ABC)

La novela “gris oscuro”, casi negra, de Carme Riera

La académica regresa al género policiaco con ‘Vengaré tu muerte’

- CARLES GELI, Barcelona

Quizá la literatura consista en retos como ese: ser capaz de poner distancia entre el autor y el personaje que crea. “Entre su voz y la mía, en este caso la de alguien que podría ser generacion­almente mi hija”, dice la veterana Carme Riera, que admite que se lo ha pasado bien con Vengaré tu muerte (Alfaguara) (Venjaré la teva mort en la edición en catalán publicada por Edicions 62), su segunda incursión en la novela negra tras Naturaleza casi muerta de la premio Nacional de las Letras y miembro de la Real Academia Española, si bien ella apunta que ha coloreado esa obra de “gris oscuro”.

Dice la autora de En el último azul lo del gris porque hay mucho blanco en el humor, más o menos cáustico, que destila la historia de Elena Martínez, joven de L’Hospitalet de Llobregat pero de origen gallego, de unos 35 años, separada, con un fox terrier y que, como detective, ha de investigar la desaparici­ón de un empresario en la Cataluña de 2010. Entre evasiones fiscales, corrupción y pederastia, la protagonis­ta acabará torturada por un sentimient­o de culpa y sumida entre la pena y la venganza porque contribuye a condenar a dos personas inocentes.

“El humor salva de todo, y eso lo descubres con la edad”, apunta Riera (Palma de Mallorca, 1948), que describe la obra como “la historia de una venganza y de un error” de una mujer que “no tiene nada que ver conmigo”, insiste. Y así, arguye, la protagonis­ta va a cursos de escritura del Ateneu Barcelonès y su modelo de lengua está muy alejado del de la catedrátic­a de la Universida­d Autónoma de Barcelona: no hay en la obra mallorquin­ismo alguno; también, a diferencia de otros libros anteriores, “tampoco hay esa tendencia mía a la hipotaxis [frases subordinad­as largas]”. Viene ello marcado parcialmen­te por el género, cuya estructura sí admite, en cambio, haber utilizado años atrás en obras no policiacas, como en Joc de miralls y, aún antes, en su premiada Una primavera para Domenico Guarini.

Riera sostiene que quería dar “flashes de la realidad que nos rodea” a una obra que había iniciado en 2004, de la que llevaba escrito 125 folios y que aparcó hasta el año pasado. Amparada en que “toda novela negra siempre lleva implícita la denuncia social”, por la obra aflora un catálogo de impunes miserias morales, políticas y sociales de todo tipo, en la que es relativame­nte fácil reseguir la actualidad sociopolít­ica de la Cataluña de las últimas décadas: Tibidabo Asesores es el nombre de una firma de un empresario llamado De la Flor, que participó en la compra del parque de atraccione­s y que no sería ajeno al blanqueo y evasión de capitales a paraísos fiscales, en una red donde estarían políticos vinculados a Jordi Pujol, ambientaci­ón que evoca a Javier de la Rosa y su condena por el caso Grand Tibidabo.

Otro de los ejes argumental­es de la obra es una red de pederastia... Parece como si Riera hubiera soltado lastre de la incomodida­d del intelectua­l ante algunos hechos. “Han sido años muy duros; el caso de la pederastia mismo: quien menos te lo esperas está vinculado a eso... y no hay demasiados libros que desde la ficción lo aborden; en mi Carme Riera, ayer en Barcelona. caso, una cosa divertida de los caganers [en la novela, políticos como Prat de la Riba, Maragall o Pujol asoman bajo la típica figura escatológi­ca del pesebre] deriva en una cosa más grave [la pederastia]”. Pero no tiene intención, ni que sea irónicamen­te como hizo con EE UU en Amb ulls americans, de novelar la situación derivada del procés. “No, estoy cansada de este tema, no escribiré sobre eso”.

Habitual en la obra de la autora de Te deix, amor, la mar com a penyora, hay una pátina de feminismo en su protagonis­ta: “El derecho de igualdad de la mujer es una cuestión moral”. También es contundent­e con los posibles extremos del tema, como quienes quieren vetar Lolita de Nabokov. “Prohibirla sería una animalada: a veces, lo políticame­nte correcto es un disparate, la libertad de expresión es un derecho que hay que respetar: hasta en la puritana e hipócrita EE UU no es delito quemar la bandera”, cierra para defender las letras del rapero mallorquín Valtonyc.

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/ EFE

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