Un ‘hooligan’ en el palco del Panathinaikos
Tras innumerables escándalos, Dimitris Giannakopoulos, dueño del club griego, remite a los medios su denuncia contra la Euroliga
La cantera, el baloncesto formativo, la esencia del Joventut en definitiva, es el resorte que ha animado al Ayuntamiento de Badalona a aprobar una subvención con carácter finalista que alivia la grave situación por la que atraviesa el club. El pleno consistorial dio luz verde a la autorización urgente para que la Fundació Capital Bàsquet otorgue un anticipo del 50% de los 900.000 euros en que está cifrada la subvención.
Las prevenciones para ajustarse a los informes de los técnicos municipales y los antecedentes en las ayudas del Ayuntamiento al club propiciaron un enconado debate entre los grupos políticos. Finalmente, se aprobó el acuerdo con 12 votos a favor y 19 abstenciones. La inyección económica no será la que esperaba el Joventut, pero servirá para mitigar la falta de liquidez que ha provocado que sus empleados hayan acumulado retrasos en el cobro de sus salarios. La Junta de Accionistas de la entidad debe estudiar mañana la situación y adoptar las decisiones que estime oportunas. En su orden del día se consigna la posible disolución de la entidad.
La alcaldesa Dolors Sabater puso énfasis en que el anticipo de ese 50% de la subvención se otorga a un proyecto de baloncesto base y adaptado y que no tiene nada que ver con el contrato de patrocinio vigente desde diciembre de 2017 por el que el Ayuntamiento pagará al club 1,2 millones de euros anuales durante cuatro años. “Somos conscientes de la gravedad y el riesgo del momento, pero no debemos olvidar que gestionamos recursos públicos”, afirmó Sabater. De ahí que el Ayuntamiento solo libere ese anticipo del 50% de la subvención y no del 80% como esperaba el club, al que además se exigirá un aval sobre dicha cantidad.
La situación económica continúa siendo muy difícil, pero el acuerdo del Ayuntamiento otorga un pequeño respiro en las oficinas del club badalonés. Sin embargo, la situación deportiva del equipo continúa siendo muy difícil. El conjunto que dirige Carles Duran, tras perder el sábado en casa ante Obradoiro con un polémico final (62-63), es último en la Liga Endesa, con solo cuatro victorias. Para continuar en la máxima categoría, en la que ha militado siempre, debe superar al Betis, penúltimo, y remontar las dos victorias que le lleva el San Pablo Burgos, que en este momento es el que marca la frontera de la permanencia.
El Joventut, fundado en 1930, es uno de los clubes icónicos del baloncesto español. En sus vitrinas figuran una Euroliga, cuatro Ligas, ocho Copas, dos Copas Korac, una Eurocup y una Fiba EuroChallenge. Cuenta con algo más de 4.000 socios, más de 400 jugadores en sus categorías inferiores y en su cantera se han formado 18 jugadores que compiten en este momento en clubes de la Liga Endesa. Su crisis económica se agravó hace seis años. Llegó a estar un año y medio en bancarrota, con una deuda de 14 millones. Salió de un concurso de acreedores en 2012. En marzo de 2017, coincidiendo con el relevo en la presidencia, de Jordi Villacampa a Juanan Morales, dos de los jugadores que le dieron el título en la Euroliga, se firmó un acuerdo crucial con el Ayuntamiento de Badalona. La deuda, de 11 millones entonces, tras la venta de unos terrenos y otros acuerdos, se redujo a unos 2,5 millones, cuyo pago quedó pactado en un plazo de ocho años.
Badalona alivia la falta de liquidez del club con la subvención a su proyecto base
más pasos reales a favor del baloncesto base”, pidió Dolors Sabater. La alcaldesa de Badalona reivindica que la administración central “ayude” a los Ayuntamientos que cuentan con clubes deportivos como el Joventut, que suponen “un valor añadido” para las ciudades, para que las subvenciones “no recaigan solo en las arcas municipales”. El representante del PP recriminó a Sabater: “Es la única que ha utilizado los convenios de patrocinio con el Joventut para salir en las fotos, algo que no hicieron los anteriores alcaldes”. El predecesor de Sabater fue Xavier García Albiol. Dimitris Giannakopoulos, en un partido del Panathinaikos en la Euroliga. La manía persecutoria del dueño del Panathinaikos, Dimitris Giannakopoulos, no tiene fin. Después de unos meses de ruido y furia en los que ha clamado contra los arbitrajes “sufridos” por su equipo en la Euroliga, el forofo dirigente traspasó ayer fronteras con una denuncia surrealista.
Dispuesto a acreditar el trato de favor hacia varios de sus competidores directos, Giannakopoulos envió por paquetería urgente a varios medios europeos un sobre con una carta, un PowerPoint encuadernado a modo de dossier informativo, y un cd complementario en los que detalla los perjuicios que considera ha padecido su equipo, con Fenerbahçe, Olympiacos y Real Madrid como principales beneficiados. En su escrito fiscaliza también a varios colegiados del torneo e incluso el diseño del calendario. Una irreverente campaña que viene de lejos y se recrudeció hace unos meses.
“El mejor equipo en la historia de la Euroliga por unanimidad [el suyo, según él] es tratado por los árbitros como si fuéramos su mayor enemigo o un equipo juvenil. Qué vergüenza y desgracia para el baloncesto europeo. PD: el respeto al deporte y la paciencia tienen sus límites”, anunció Giannakopoulos el pasado diciembre a través de Instagram. Semanas después, el dirigente cargó de nuevo contra el colectivo arbitral tras caer en Estambul ante el Fenerbahçe, aportando capturas en las que rearbitraba el partido con imágenes de las jugadas en las que se sentía agraviado. La cuestión derivó en un cruce de comentarios amenazantes con aficionados turcos a través de las redes sociales —“odio eterno a Obradovic. Voy a follarme a todos los hinchas turcos hasta que sangren”, llegó a El amplio expediente del histriónico dueño del Panathinaikos también presenta embestidas contra los suyos. La pasada temporada, después de la eliminación de su equipo en el playoff ante el Fenerbahçe, castigó a sus jugadores con un regreso en autobús desde Estambul a Atenas. Una tortura de 1.100 kilómetros y 12 horas de duración que se negaron a cumplir varios miembros de la plantilla, que se pagaron de su bolsillo el billete de avión. En 2017 distribuyó a los medios griegos material de audio y vídeo que grabó durante una reunión privada con el exentrenador del equipo, sin que él supiera que estaba siendo grabado. escribir—. La Euroliga tomó medidas y sancionó al presidente del Panathinaikos con 12 meses de suspensión en los que se le prohibía acceder a cualquier pabellón donde se disputaran partidos europeos. “Sus declaraciones públicas ponen en peligro las relaciones armoniosas entre clubes y perjudican el deporte del baloncesto”, rezaba el comunicado sancionador de Euroliga.
Al conocer la resolución, Giannakopoulos amenazó con convocar un referéndum entre sus socios para votar la salida del club de la máxima competición europea —aún no lo ha llevado a cabo—. Apeló y su castigo se redujo a seis meses y una multa de 50.000 euros, pero incapaz de contener su forofismo se presentó en el palco en el derbi ante Olympiacos y la Euroliga le sancionó con 60.000 euros más.
Hasta estos episodios, las apariciones de Giannakopoulos eran tan estruendosas como guadianescas. En 2013 bajó a los vestuarios del Palau Blaugrana para pedir explicaciones a los árbitros tras una derrota contra el Barça de Xavi Pascual, su actual entrenador. “Aquí pasan cosas muy raras. Desafío a la Euroliga a que revise las cuentas de los comisarios arbitrales y en especial las del señor Costas Rigas [responsable arbitral del torneo]”, soltó.
En 2015, el Juez de Disciplina de la Euroliga sancionó al Panathinaikos con una multa de 150.000 euros por las “amenazas verbales extremas” que profirió el dirigente mientras asaltaba el vestuario de los árbitros insultándoles a ellos y sus familias tras un partido ante el CSKA. En esa ocasión, ni la victoria calmó a Giannakopoulos, que también tuvo que asumir multas a su club por el encendido de bengalas, el uso de punteros láser o el lanzamiento de objetos a la pista.
Lejos de enmendarse, apenas un mes después creció la ira del personaje. Tras la victoria de Olympiacos en el OAKA en el clásico de la Liga Griega, un grupo de hinchas locales asaltó el banquillo visitante y el dueño del Panathinaikos cogió a Spanoulis como centro de su furia. Giannakopoulos pasó factura a la estrella del Pireo en las galerías del pabellón. “Te mataré a ti y a tu familia, me follaré a tu madre. Mandaré a tu esposa y tus hijos a la tumba. Jodido bastardo”, bramó ante el estupor de los medios locales. Un hooligan anda suelto en el palco del Panathinaikos.