El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Éxtasis después del infierno del descenso

El equipo de los millonario­s derrota a Boca en la prórroga y logra su cuarta Copa Libertador­es tras un partido poco sutil, pero muy bravo y emotivo, y con concordia en las gradas del Santiago Bernabéu

- JOSÉ SÁMANO,

El partido de los siglos por los siglos, que casi dura un siglo, coronó de forma monumental a River. Gloria infinita para los millonario­s tras una noche apoteósica en Madrid, a 10.000 kilómetros de su hogar. Un desgarro histórico para Boca, para el que tardará en amanecer al menos hasta otra hipotética final de la Libertador­es que le cruce con el irreconcil­iable vecino. Una rivalidad semejante, tan tremendist­a desde el paleolític­o del fútbol, no deja consuelo a la vista, por más que Boca sume seis Libertador­es por cuatro de River. Como era de esperar con una trama que comenzó hace casi un mes, la Copa no tuvo destinatar­io hasta la prórroga. Todo un thriller a lo argentino que al menos antes y durante el match acabó en concordia. Ojalá quede acuñado el Tratado de Madrid.

Es tal el depósito sentimenta­l de unos y otros, hay tanto en juego en la grada, en los despachos y en las barras que para el césped apenas dejan nada. Sobre el pasto inmaculado de la Monumental Bombonera del Bernabéu, River y Boca se propusiero­n jugar a no jugar. Mucho pico y pala, los chicos suda que suda como una regadera y un catálogo de cargas, nudos yudocas, cates, atropellos, atascos... Un pique colosal tajantemen­te prohibido para monaguillo­s. Y una sufridora: la pelota. Cualquiera pudo ser expulsado por maltrato, por quebrarle los ligamentos en más de una ocasión. Ante la feroz rapiña del fútbol europeo, que no repara en si son parvulario­s, hasta los totémicos clubes argentinos tienen que apañarse con reclutar a quienes ya han caducado fuera o a quienes destacan como teloneros en su liga. Eso sí, en Madrid, emotividad no faltó en un pulso bravo y bravo, solo sedado con buenos goles.

Vaya usted a saber si por un Boca no pudo igualar las siete Copas Libertador­es que ostenta Independie­nte, líder en solitario. Los xeneizes no se llevan el título desde 2007 y ayer sumaron su quinta final perdida. River obtuvo su cuarta corona continenta­l, después de las logradas en 1986, 1996 y 2015, solo tres años después de volver de su descenso a la segunda categoría del fútbol argentino. Esta Libertador­es es la tercera de su entrenador, Marcelo Gallardo, una como jugador y dos como técnico. miedo paralizant­e, por pies dislocados o ambas cosas, el caso es que el encuentro comenzó tan bacheado como un paseo lunar. El balón brincaba de la misma manera que si lo hubieran soltado en ese campo astral. Tan silvestre era el choque que captaba la atención de los neutrales (algunos de los 62.282 espectador­es) cuando las pifias eran más categórica­s aún que ya las de por sí llamativas. Un muestrario de tachas: un despeje de Pínola en dirección torcida casi sorprende a su camarada Armani, meta de River. En la otra orilla, un destrozo de Magallán al cuero derivó en un córner cerrado por los millonario­s con un tiro de Fernández a un anfiteatro. Palacios, en la órbita de Europa, intentaba con poco éxito deshacer cada ovillo en el que se metía cualquier rojiblanco. Boca,

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