La sombra de la corrupción planea sobre Bolsonaro a un mes de su investidura
El Tribunal Superior Electoral de Brasil refrendó anteayer al presidente electo, Jair Bolsonaro, un acto que formaliza su aptitud para asumir la presidencia y que marca oficialmente la cuenta atrás para su investidura, dentro de 20 días, el próximo 1 de enero. Venerado por la mitad del país sudamericano, mientras la otra mitad se pregunta si está realmente capacitado para asumir las riendas de una de las grandes potencias emergentes, Bolsonaro ha alimentado los noticiarios con varios asuntos que dejan enormes dudas en el camino, ya sea por la guerra interna en su partido, por el perfil de sus ministros y, más recientemente, por las sospechas de corrupción que rondan a su familia.
Así, Bolsonaro ya ha empezado a sentir el sabor agridulce de su nueva posición. Todo empezó con la filtración de unas ácidas discusiones entre integrantes de su formación, el Partido Liberal Social, por WhatsApp, el pasado jueves. Le siguió la revelación de que, a través de la cuenta bancaria del exasesor —y también exchófer— de su hijo, el senador electo Flavio Bolsonaro, pasaron 1,2 millones de reales (algo más de 265.000 euros) entre enero de 2016 y enero de 2017, una cantidad incompatible con sus ingresos. Ese dato figuraba en un informe del Consejo de Control de Actividades Financieras (COAF). El asunto copó las informaciones de los medios durante el fin de semana y tanto el presidente electo como su hijo Flavio intentaron esquivarlo. Bolsonaro se limitó a decir que había sido acreedor de préstamos del exasesor, Fabrício Queiroz. Su hijo dijo en Twitter que tenía la conciencia tranquila.
Para un Brasil que vio al político y excandidato presidencial Aécio Neves y al exministro Geddel Vieira Lima encabezar una campaña anticorrupción, y constata hoy que están involucrados en varias denuncias, cualquier señal de humo preocupa y mucho. El propio vicepresidente electo, el general en la reserva Hamilton Mourão, se mostró favorable a que se dieran explicaciones más claras sobre el episodio del préstamo. “El exchófer, al que conozco como Queiroz, tiene que decir de dónde salió ese dinero. El COAF lo rastrea todo. Algo hay, así que tiene que explicar esas transacciones”, comentó al portal G1.
Apoyo de los militares
Bolsonaro, pese a estas sombras, tiene capital político de sobra y un apoyo poderoso del Ejército para iniciar su mandato. Los militares están en la base de la era Bolsonaro —son siete de los 22 ministros— y se han convertido en una suerte de freno institucional para el futuro Gobierno, hasta el punto de que algunos analistas creen que son los que, de facto , van a gobernar. “Garantizaron las elecciones; y ahora, la transición”, dice una alta fuente de Brasilia. Según recuerda esta fuente, su presencia cuenta con el respaldo de la población, como mostraron las urnas, y Bolsonaro dejó claro desde el principio que estarían con él si llegaba a la presidencia. Una muestra de esa influencia ya puede apreciarse en el Centro Cultural Banco do Brasil, en Brasilia, que sirve de base para el Gobierno de transición. Por allí, los militares circulan con la misma desenvoltura que los políticos y periodistas.
La incógnita es si serán los fiadores de los ambiciosos planes del nuevo Ejecutivo, en el viraje a la derecha en las costumbres y la recuperación del crecimiento con una receta ultraliberal. El mercado financiero ha empezado a dar señales contradictorias, influido por las noticias internacionales, pero también por los desencuentros internos del Gobierno. A partir de ahora, Brasil entra en la cuenta atrás para saber en qué se traduce la euforia poselectoral.