Y Trump se convirtió en el ‘individuo-1’
La investigación sobre la injerencia electoral del Kremlin atribuye hechos delictivos al presidente de EE UU
Los últimos compases de la investigación del fiscal Robert S. Mueller sobre la injerencia electoral del Kremlin estrechan el cerco sobre el presidente de EE UU, atribuyéndole hechos delictivos. Más de una docena de colaboradores tuvo contactos con rusos durante la campaña. No han aparecido, sin embargo, pruebas de colusión con Moscú.
El 29 de noviembre supuso un punto de inflexión en la investigación. Michael Cohen, quien fuera durante varios años abogado personal de Donald Trump, reconoció que había mentido sobre un proyecto inmobiliario en Moscú del hoy presidente. Aunque Cohen sostuvo en su día que la negociación terminó en enero de 2016, justo antes de comenzar las primarias republicanas, admitió en noviembre que las conversaciones se prolongaron hasta junio de ese año, ya a punto de convertirse Trump en candidato presidencial, e informó de los avances al “individuo-1”. Este mismo individuo fue quien, dijo, le ordenó pagar a dos mujeres con las que Trump supuestamente había mantenido relaciones sexuales en el pasado. Cohen afirmó que el “individuo-1” era Trump. Los últimos compases de la investigación de Mueller estrechan el cerco sobre el presidente de EE UU.
La fiscalía señala al mandatario. Los fiscales dieron por buena la confesión de Michael Cohen en su documento del pasado 7 de diciembre, con lo que atribuyeron al presidente de EE UU un delito federal. El pago a dos mujeres —la actriz de cine pornográfico Stormy Daniels y la exmodelo de Playboy Karen McDougal— supone una donación ilegal, pues el objetivo consistía en proteger la imagen de un candidato presidencial y además superaba el límite estipulado de 2.600 dólares (2.300 euros). El pago lo hizo un empleado de la campaña en un caso y en el otro intervino una empresa interpuesta. Cohen, quien fuera hombre para todo de Trump, “buscó influir en las elecciones desde la sombra”, según los fiscales del distrito sur de Nueva York. “Lo hizo orquestando pagos ilegales y secretos para silenciar a dos mujeres que de otra manera habrían hecho públicas sus relaciones extramatrimoniales con el individuo-1”, añade el escrito. El presidente admite haber pagado pero lo considera una “transacción privada” que no vulnera leyes electorales.
Tres sombras planean sobre el presidente. Hay, de momento, tres tipos de acusaciones a las que se puede enfrentar Trump. La primera, origen del proceso, es la posible connivencia con el Kremlin para interferir en las presidenciales, pero resulta de momento la más gaseosa. La segunda, el delito de obstrucción a la justicia, tiene que ver con posibles mentiras del presidente durante las pesquisas y cualquier intento de frenar el caso, mediante presiones, como las que alega el exdirector del FBI James Comey, despedido por Trump en mayo de 2017. La tercera, y única que ya ha cristalizado en un señalamiento directo por parte de la Fiscalía, es el pago a mujeres para silenciar supuestas aventuras sexuales, lo que constituye un delito federal de financiación ilegal porque se considera una donación no declarada.
La fiscalía achaca al mandatario un delito federal de financiación ilegal
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