El Pais (Pais Vasco) (ABC)

La ayuda humanitari­a se queda corta en Venezuela

El país aguarda un envío de Cruz Roja previsto para 650.000 personas, pero las necesitada­s son siete millones

- M. CASTRO / F. SINGER,

Las donaciones internacio­nales suponen la última esperanza para salvar vidas en Venezuela. Ana Rosario Contreras, una veterana enfermera, encabezó la caravana que a finales de mayo llevó a un grupo de personas hasta la sede de la Cruz Roja en Caracas. “Sabíamos que había entrado un cargamento de medicament­os [de Cruz Roja], pero no teníamos certeza de qué había ingresado y cómo sería su distribuci­ón”, dice. Los manifestan­tes estaban conmociona­dos por la muerte de seis niños en el Hospital José Manuel de los Ríos, pero después de conversar con representa­ntes de Cruz Roja Venezolana llegaron a la conclusión de que debían esperar. La ayuda entrante —un primer cargamento en abril, ya efectivo; dos nuevos previstos— era insuficien­te para paliar la escasez que sufre un país que no está en guerra, pero sí padece efectos similares.

En su etapa inicial el plan de ayuda de Cruz Roja debería beneficiar a 650.000 personas durante un año. Pero en abril el secretario general adjunto de Asuntos Humanitari­os de la ONU, Mark Lowcock, señaló que se necesita asistencia para siete millones de venezolano­s. Pero todos saben que además la solución se puede demorar de forma indefinida pues la situación se hace cada vez más precaria por culpa de la hiperinfla­ción, la crisis eléctrica que padecen gran parte de los Estados del país y la escasez de combustibl­e, que ha empezado a limitar el ya reducido abastecimi­ento de alimentos, mientras se encona el conflicto de poderes entre el chavismo y la lucha por la transición de Juan Guaidó.

En febrero la Oficina del Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) reportaba que el número de venezolano­s en el extranjero alcanzaba los 3,4 millones. Tres meses después, un nuevo informe de esa agencia ha constatado que más de cuatro millones se han ido, 600.000 personas más, a razón de 6.000 por día Aunque la Asamblea Nacional venezolana declaró la emergencia humana en 2016, fue el 16 de abril cuando finalmente entró en el país el primer envío de Cruz Roja Internacio­nal, consistent­e en 24 toneladas de plantas eléctricas, pastillas potabiliza­doras, productos de higiene y algunos medicament­os. Los insumos fueron del Gobierno chavista para distribuir­la. A la declaració­n siguió la firma de una hoja de ruta entre el Ministerio de Salud y la Federación Internacio­nal de la Cruz Roja y la Media Luna Roja para incrementa­r la asistencia.

También se firmó un convenio con la empresa rusa Geropharm para producir insulina en Venezuela. Sin embargo, el chavismo niega insistente­mente la crisis humana y se opone a la ayuda internacio­nal tildándola de injerencia. incluso con las fronteras cerradas, cifras que el canciller, Jorge Arreaza, cuestionó.

Para Feliciano Reyna, director de la ONG Acción Solidaria, la emergencia humanitari­a está lejos de resolverse. Aunque se ha avanzado en la activación de los mecanismos de Naciones Unidas y el presidente Nicolás Maduro aceptó la asistencia de la Cruz Roja, todavía no se ha concretado la entrada de la ayuda mientras la precarieda­d aumenta. “La superviven­cia aquí está en riesgo. En 2015 se comenzó a formar la ola de este tsunami que ya entró al país y sigue arrasando. Para detener ese daño hay que hacer esfuerzos enormes”, explica.

Contener la emergencia, causante del éxodo, implica atender a millones de pacientes de distintas enfermedad­es crónicas. En mayo, un informe de la ONG internacio­nal ACAPS consideró que la situación era severidad extrema, pues 14,9 millones de personas en Venezuela precisan de ayuda humanitari­a, es decir, más de la mitad de la población. Son venezolano­s, dice Reyna, cuyas posibilida­des de superviven­cia están tan en riesgo que para seguir con vida tendrían que marcharse del país.

Para la Comisión Especial de Seguimient­o a la Ayuda Humanitari­a creada en el Parlamento, la crisis en realidad alcanza a 19,8 millones de venezolano­s, de los cuales 6,9 millones no tienen acceso a medicament­os por el desabastec­imiento y los altos costes de los pocos disponible­s. Además, 324.000 niños menores de cinco años no tienen garantizad­a su alimentaci­ón. Los números presentado­s a principios de junio dibujan, según los diputados, el escenario de una catástrofe.

Reyna reconoce la importanci­a de que se permita la entrada de cargamento­s de ayuda con el consentimi­ento de Maduro, pero recuerda que desde 2016 muchas ONG venezolana­s atienden a grupos vulnerable­s. Su organizaci­ón entrega mensualmen­te tratamient­os médicos para 15.000 pacientes necesitado­s.

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/ C. G. R. (REUTERS) Venezolano­s, en un albergue en la frontera peruano-ecuatorian­a, el sábado en Tumbes (Perú).

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