El Pais (Pais Vasco) (ABC)

El limbo de las españolas del ISIS

Las tres yihadistas que estaban en abril en Siria han sido enviadas a otro campo. La justicia prepara un caso para juzgarlas

- NATALIA SANCHA,

En el campo de Al Hol, al noreste de Siria, se hacinan 72.000 personas en tiendas de campaña flanqueada­s por alambradas. La mayoría son las mujeres y los niños que un día formaron parte del autoprocla­mado califato en Irak y Siria en 2014 y que fue derrotado el pasado marzo por los kurdos, aliados de la coalición internacio­nal. Al Hol se ha convertido en una especie de matriarcad­o yihadista, un lúgubre mar de oscuras abayas y niqabs (velo integral) en el que las peleas y los insultos están a la orden del día. Aquí es donde EL PAÍS localizó el pasado abril a las únicas tres mujeres del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) que aseguraban ser españolas y que, a cargo de 15 menores, se encuentran varadas en Siria. Pidieron su repatriaci­ón, pero el limbo judicial en el que se hallan complica todo el proceso. Dos meses después, las mujeres ya no están en Al Hol. Pero tampoco en España.

La primera en llegar a este campo el pasado 1 de marzo fue Luna Fernández Grande (Madrid, 1989), a punto de dar a luz y a cargo de ocho menores: cuatro suyos y otros cuatro huérfanos de la segunda mujer de su marido, un yihadista español muerto en Siria. Le siguió Yolanda Martínez Cobos (Madrid, 1985), con cuatro hijos y casada con un yihadista español que está preso en una cárcel siria. Y Lubna Fares (Marruecos, 1979), quien, pese a haber declarado a este diario que era de nacionalid­ad española, tiene pasaporte marroquí. Sí son españoles, sin embargo, los tres hijos concebidos con un yihadista nacionaliz­ado español, también muerto.

España, como el resto de Europa, teme repatriar a unos nacionales radicaliza­dos que más tarde queden libres en su país de origen por falta de pruebas. Sin una pauta común en la Unión Europea, algunos Estados miembros han optado por repatriar a sus nacionales más vulnerable­s: los menores huérfanos. El jueves de la semana pasada, una delegación del Gobierno de Bélgica regresó de Siria con cinco menores, lo que eleva a 36 los huérfanos europeos repatriado­s desde el pasado marzo: 17 franceses, siete suecos, cinco noruegos y dos holandeses, según el recuento que llevan a cabo las milicias kurdas. Desde principio de año, más de 200 menores han fallecido en el noreste de Siria a causa de problemas respirator­ios y desnutrici­ón, entre otras enfermedad­es.

“El Gobierno español no nos ha contactado para reclamar a sus ciudadanas”, afirma en conversaci­ón telefónica Abdulkarim Omar, el hombre a cargo de Sin que exista precedente alguno al que agarrarse en la lucha internacio­nal contra el terrorismo, la comunidad internacio­nal empieza tímidament­e a debatir qué hacer con sus yihadistas. Muchos países temen repatriar a sus nacionales desde Siria por temor a que queden libres en sus países de origen al no disponer de pruebas suficiente­s para juzgarlos.

Holanda ha propuesto al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la creación de un tribunal internacio­nal ad hoc que juzgue a los miembros del grupo terrorista Estado Islámico las relaciones exteriores de las fuerzas kurdas que controlan el norte de Siria, donde se encuentra el campo.

Los familiares que residen en Madrid de las tres yihadistas y la abuela de los cuatro huérfanos que cuida Luna Fernández Grande aseguran no tener noticias de las autoridade­s. “En el Ministerio del Interior nos dicen que todo está en manos de gente de arriba”, lamenta un familiar. “La justicia decidirá qué hacer con las mujeres, pero sus padres quieren que sean repatriada­s a España y poder hacerse cargo de sus nietos, que no tienen culpa [de estar en Siria] y cuyas vidas están en peligro allí”, añade una fuente cercana a las familias que asegura que al menos dos menores están enfermos.

Y es que en Al Hol las condicione­s de vida son complicada­s. El hedor es apenas soportable entre la suciedad y las heridas supurantes sin tratar. Un murmullo constante emana del campo en el que se escuchan insultos, llantos y esporádico­s lamentos de quienes aún cargan con restos de metralla en el cuerpo

un país clave en la lucha contra el ISIS, pero donde sigue en vigor la pena de muerte.

Hoy por hoy, al menos una alemana y ocho franceses han sido condenados a muerte por la justicia iraquí en lo que varias ONG han denunciado como “juicios someros” y “opacos traspasos sin garantías judiciales”. Otros han sido condenados a cadena perpetua y las autoridade­s iraquíes reclaman a sus países de origen unos dos millones de dólares (1,8 millones de euros) por cada yihadista condenado.

“Es un negocio redondo para los países de la coalición internacio­nal [de la que España forma parte], para los kurdos en Siria, y para Irak”, opina al teléfono desde Beirut un agregado militar europeo. tras más de un lustro de guerra. El 22 de mayo, el caso de la repatriaci­ón dio un giro inesperado. Varios mensajes recibidos por las familias en Madrid a través de WhatsApp permitían pensar que la repatriaci­ón a España era inminente. Las tres mujeres comunicaro­n a sus padres que habían firmado un documento —se desconoce quién se lo facilitó— aceptando ser repatriada­s voluntaria­mente a España en el plazo de siete días. El 24 de mayo, un responsabl­e del campo confirmó a este periódico que las españolas ya no vivían en Al Hol: “Las han sacado, aquí [en Al Hol] no quedan españolas”, explicó al teléfono sin añadir más detalles.

Traslado

Durante los dos días sucesivos no hubo ni rastro de las mujeres, hasta que la madrileña Cobos dio señales de vida: “Me sacaron del campamento [de Al Hol] diciendo que ya nos mandaban a España y nos han puesto en otro campo”, confirmó Cobos a su familia en otros mensajes de WhatsApp a los que EL PAS ha tenido acceso. Las dos mujeres con pasaporte español (Luna Fernández Grande y Yolanda Martínez Cobos), junto a 11 menores, habían sido trasladada­s —se desconoce por quién— al campo de Al Roj, también al norte de Siria, que ya acoge a 1.000 personas y ofrece mejores condicione­s de higiene y seguridad.

“La idea es repatriar a las mujeres y a los niños, incluidos los cuatro huérfanos, por motivos humanitari­os, aunque no se ha dado la orden aún”, ha asegurado a este diario un funcionari­o del Gobierno español. “Se trata de tener armado un caso judicial para que una vez pisen España sean puestas a disposició­n de la Audiencia Nacional”, apostilla. “Fares ha optado por quedarse en Al Hol tras solicitar la repatriaci­ón a Marruecos”, cuenta la misma fuente en Madrid.

Las españolas siguen de campo en campo esperando respuesta de las autoridade­s en este limbo convertido en bomba de relojería para los kurdos que lo custodian, pero también en rompecabez­as judicial para los países de origen de las yihadistas. 800 hombres y 700 mujeres europeos con un total de 1.500 hijos se encuentran en esta situación.

Un auto del Juzgado de Instrucció­n número cinco de Madrid ya relacionab­a en 2013 a estas tres mujeres con la célula yihadista Brigada Al Ándalus, pero ninguna fue imputada. Las conversaci­ones registrada­s en ese auto ponían de manifiesto que efectivame­nte estaban al corriente de los planes de sus maridos para viajar a Siria, aunque ellas mantienen que fueron allí “engañadas”.

Se trata de una excusa muy común entre las yihadistas, según los expertos. Se llama taqqiya, un precepto por el que un musulmán puede disimular su fe en una situación de peligro en tierra de no musulmanes. Y ahora ese peligro es el juicio por pertenenci­a a grupo terrorista.

Las autoridade­s quieren que estén a disposició­n de la Audiencia Nacional

“Me sacaron del campamento y nos han puesto en otro”, dice una de ellas

Con informació­n de y

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/ NATALIA SANCHA Las yihadistas Yolanda Martínez, Lubna Fares y Luna Fernández, en el campo sirio de Al Hol el pasado abril.

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