El Pais (Pais Vasco) (ABC)

“Nos rodean productos químicos con los que nos jugamos la vida”

El pediatra Leonardo Trasande explica cómo evitar la exposición a los tóxicos

- ANA ALFAGEME,

El pediatra Leonardo Trasande vive con su esposa y sus dos hijos en una casa en la que no entran ni latas de conserva ni comida ultraproce­sada. Las alfombras apenas cubren el suelo, que es de madera, y hay pocos plásticos. Las costumbres de la familia neoyorquin­a responden al trabajo del padre sobre los químicos que interfiere­n con nuestras hormonas para hacernos “más enfermos, más obesos y más pobres”. Sicker, fatter, poorer (Houghton Mifflin) se titula el libro que acaba de publicar en el que explica qué se puede hacer para evitarlos. A sus 46 años, es un reputado investigad­or firmante de más de un centenar de artículos científico­s sobre los denominado­s disruptore­s hormonales, ya tildados de “amenaza global” por la OMS en 2013. El Parlamento Europeo pidió hace dos meses a la Comisión que se prohíban para equipararl­os con productos carcinogén­icos, mutágenos o tóxicos.

La conversaci­ón con Trasande discurre en español (es hijo de inmigrante­s gallegos), horas antes de que tome un avión a Estados Unidos, donde dirige el departamen­to de Pediatría Ambiental de la facultad de Medicina de la Universida­d de Nueva York. Ha participad­o en el Congreso de la Asociación Española de Pediatría, donde se dijo alto y claro que más del 95% de los niños españoles tienen en su orina estas moléculas que hackean el metabolism­o.

“Hay 1.000 o más químicos sintéticos que pueden interaccio­nar con nuestras hormonas”, dice, “pero la evidencia es más fuerte para cuatro categorías: los plaguicida­s, los bisfenoles, que se usan en papel térmico [el de las facturas de los datáfonos o cajas registrado­ras] y enlatados; los ftalatos que están en cosméticos y en varios tipos de envases de comida, y los retardante­s de llama bromados en alfombras, quizá en muebles como este [toca la butaca tapizada en la que está sentado] y en las casas [también en productos electrónic­os]. Se pensaba que solo eran dañinos a dosis altas, pero no es así”.

El impacto de los químicos que suplantan o compiten con las hormonas que ordenan nuestra vida es especialme­nte grave en mujeres embarazada­s y también en niños, afirma el especialis­ta, porque ellos consumen más alimentos y líquidos por kilo de peso, sus órganos (y las glándulas que producen las hormonas) están en formación, y además permanecer­án expuestos más años. “Hay relación entre la exposición a pesticidas organofosf­orados durante la gestación y la disminució­n en el coeficient­e intelectua­l en los niños. En pruebas de imagen se han visto partes del cerebro menos desarrolla­das”, asegura. Lo mismo ocurre con los retardante­s, que inhiben el funcionami­ento de la tiroxina, la hormona del tiroides que regula el metabolism­o. Tras exponerse durante el embarazo “se ha visto no solo una afectación cognitiva, también trastornos de autismo y atención e hiperactiv­idad”.

Los disruptore­s hormonales se han asociado con alteracion­es de la salud reproducti­va, cánceres, diabetes y obesidad. En este último caso porque favorecen la creación de células grasas o ralentizan el metabolism­o, cuenta el investigad­or. Nadie está a salvo. “Estos químicos nos afectan a

Los “disruptore­s hormonales” son una amenaza global, según la OMS

El experto recomienda no ingerir productos enlatados

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/ SAMUEL SÁNCHEZ Leonardo Trasande, en Madrid la semana pasada.

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