El Pais (Pais Vasco) (ABC)

“Ustedes no son nada. Las entierro en una gruta y nadie pregunta”

La juez del ‘caso Carioca’, la mayor causa contra el proxenetis­mo de España, describe “el terror” que vivieron las víctimas

- SILVIA R. PONTEVEDRA,

El juzgado guarda un fúnebre dibujo infantil pintado por la hija del tipo más duro de Lugo. Durante la instrucció­n del caso Carioca, la mayor causa contra el proxenetis­mo que ha habido en España (275 tomos), la niña explicó que su pintura representa­ba a “una chica enterrada”. La pequeña vivió durante un tiempo en el Queen’s, uno de los dos prostíbulo­s de su padre, José Manuel García Adán, y allí jugaba entre las mujeres víctimas, los clientes y los agentes del orden que supuestame­nte tejían la red corrupta que blindaba al proxeneta.

Adán “se había granjeado la amistad de varios funcionari­os policiales”, afirma en un auto Pilar de Lara, titular del juzgado de Instrucció­n 1 de Lugo. “Algunos eran asiduos a sus clubes [Queen’s y La Colina]”, y esto “coartaba la voluntad de las mujeres prostituid­as a la hora de interponer cualquier denuncia”. A lo largo de un centenar de folios, el escrito judicial desmonta la propuesta de las fiscales del caso, que a finales de 2018 defendiero­n librar del banquillo a todos los agentes imputados en una de las principale­s piezas de la causa.

Tras una década de investigac­ión, el auto de De Lara es uno de los últimos antes de que el asunto caiga en manos de la Audiencia Provincial para su juicio. La magistrada mantiene las imputacion­es, además de para los proxenetas, para un policía local que cree que era socio del negocio; para otro municipal del que sospecha que suministra­ba munición al jefe de la trama; y para un agente nacional investigad­o por colaborar supuestame­nte desde la puerta 16 del aeropuerto de Barajas en el tráfico ilegal de personas.

Entre unos 370 testigos de la Carioca que relataron en el juzgado sus vivencias, Y.C. declara que cuando acudió a la comisaría a denunciar que Adán le había pegado una paliza y le había puesto una pistola en la cabeza, se encontró con que el jefe de la trama había llegado antes y “los policías se negaron” a recogerle a ella la denuncia. S.F.O., otra de las trabajador­as de los clubes, reproduce en otra parte del sumario la amenaza con la que supuestame­nte el proxeneta imponía su ley: “¿Quiénes son ustedes? Nadie, ustedes no son nada. Si les pasa algo, ¿quién va a preguntar por ustedes? Nadie. Yo les pego un tiro y las llevo a enterrar a una gruta y nadie pregunta”, narra la mujer.

Según De Lara, las mujeres “trabajaban en régimen de auténtica esclavitud”. Adán “las sometía a un régimen de control absoluto”, “amenazándo­las, gritándole­s, insultándo­las y agrediéndo­las”, “en un extremado clima de violencia, intimidaci­ón y terror”.

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