“Ustedes no son nada. Las entierro en una gruta y nadie pregunta”
La juez del ‘caso Carioca’, la mayor causa contra el proxenetismo de España, describe “el terror” que vivieron las víctimas
El juzgado guarda un fúnebre dibujo infantil pintado por la hija del tipo más duro de Lugo. Durante la instrucción del caso Carioca, la mayor causa contra el proxenetismo que ha habido en España (275 tomos), la niña explicó que su pintura representaba a “una chica enterrada”. La pequeña vivió durante un tiempo en el Queen’s, uno de los dos prostíbulos de su padre, José Manuel García Adán, y allí jugaba entre las mujeres víctimas, los clientes y los agentes del orden que supuestamente tejían la red corrupta que blindaba al proxeneta.
Adán “se había granjeado la amistad de varios funcionarios policiales”, afirma en un auto Pilar de Lara, titular del juzgado de Instrucción 1 de Lugo. “Algunos eran asiduos a sus clubes [Queen’s y La Colina]”, y esto “coartaba la voluntad de las mujeres prostituidas a la hora de interponer cualquier denuncia”. A lo largo de un centenar de folios, el escrito judicial desmonta la propuesta de las fiscales del caso, que a finales de 2018 defendieron librar del banquillo a todos los agentes imputados en una de las principales piezas de la causa.
Tras una década de investigación, el auto de De Lara es uno de los últimos antes de que el asunto caiga en manos de la Audiencia Provincial para su juicio. La magistrada mantiene las imputaciones, además de para los proxenetas, para un policía local que cree que era socio del negocio; para otro municipal del que sospecha que suministraba munición al jefe de la trama; y para un agente nacional investigado por colaborar supuestamente desde la puerta 16 del aeropuerto de Barajas en el tráfico ilegal de personas.
Entre unos 370 testigos de la Carioca que relataron en el juzgado sus vivencias, Y.C. declara que cuando acudió a la comisaría a denunciar que Adán le había pegado una paliza y le había puesto una pistola en la cabeza, se encontró con que el jefe de la trama había llegado antes y “los policías se negaron” a recogerle a ella la denuncia. S.F.O., otra de las trabajadoras de los clubes, reproduce en otra parte del sumario la amenaza con la que supuestamente el proxeneta imponía su ley: “¿Quiénes son ustedes? Nadie, ustedes no son nada. Si les pasa algo, ¿quién va a preguntar por ustedes? Nadie. Yo les pego un tiro y las llevo a enterrar a una gruta y nadie pregunta”, narra la mujer.
Según De Lara, las mujeres “trabajaban en régimen de auténtica esclavitud”. Adán “las sometía a un régimen de control absoluto”, “amenazándolas, gritándoles, insultándolas y agrediéndolas”, “en un extremado clima de violencia, intimidación y terror”.