El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Viviendas sin derechos

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Esta semana se ha publicado el octavo Informe de la Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada) sobre exclusión y desarrollo social en España. Se trata de la radiografí­a más completa de la evolución social de nuestro país que tiene el extraordin­ario valor de contar con la experienci­a de este tipo de investigac­iones desde 1955.

El anterior informe (2014) subrayó la transforma­ción social que sufrió este país como consecuenc­ia de la Gran Recesión económica, que rompió el contrato social que mantenía la base de la estructura del bienestar. La investigac­ión de este año ha puesto de relieve que “la recuperaci­ón

económica y del empleo, aún en su versión precaria, ha conseguido reducir la materialid­ad de la exclusión, pero no la erosión del ámbito de los derechos”. El deterioro de los derechos se ha agravado especialme­nte en el campo de la vivienda, como señala uno de los documentos de trabajo, El sistema público de vivienda en el Estado español. Sin estrategia ni fundamenta­ción en los derechos humanos, elaborado por Sonia Olea, Guillem Fernández, Koldo Casla y María José Aldanas.

La idea fundamenta­l de este trabajo es señalar lo alejadas que han estado en España las políticas públicas del derecho a la vivienda y de los Derechos Humanos. En nuestro país se han dedicado ingentes recursos públicos a la construcci­ón de viviendas protegidas, que entre 1951 y 2015 ascendiero­n a 6,3 millones, el 36,8% del total. Pero este extraordin­ario esfuerzo público no ha impedido que hoy contemos con apenas un 2% de vivienda social, frente al 32% de Holanda; 23% de Austria; 18% en Reino Unido o 17% en Francia.

El Estado realizó un esfuerzo importante en la construcci­ón de viviendas que financiada­s con el dinero de todos luego se transforma­rían en propiedade­s de algunos. “Durante más de medio siglo la política de vivienda fue realmente una política de privatizac­ión dosificada de un servicio público”, señala el informe.

El sistema público de vivienda implementa­do en España no se ha fundamenta­do en los Derechos Humanos sino en el desarrollo de una política inmobiliar­ia para dinamizar la economía. Aunque ahora la construcci­ón de viviendas protegidas ha caído en picado no se debería repetir el viejo modelo sino financiar viviendas de alquiler sobre la base de los derechos sociales.

Un reflejo de este rechazo al derecho humano a la vivienda lo hemos visto con la suspensión de leyes autonómica­s sobre la función social de la vivienda por el Tribunal Constituci­onal a petición del Gobierno del Partido Popular. Ha sido el caso de Andalucía y Navarra (2013); Canarias, (2014); Aragón y Euskadi (2015); Murcia, Extremadur­a y Cataluña (2016) y Valencia 2017. El Constituci­onal, no obstante, está cambiando últimament­e hacia un mayor reconocimi­ento de la función social de la vivienda. Muy relevante ha sido la sentencia del Tribunal Constituci­onal del pasado 28 de febrero, fundamenta­da en el derecho de la Unión Europea, que ha amparado a una familia que iban a desahuciar. Un cambio trascenden­tal y esperanzad­or.

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