El Pais (Pais Vasco) (ABC)

No hay cola en la UE para ser ‘ministro’ de Exteriores

El cargo de Alto Representa­nte comunitari­o, creado en 2009, se ha devaluado hasta el punto de que ningún país lo reclama en el reparto de poder en Bruselas

- BERNARDO DE MIGUEL,

El puesto ha sido usado otras veces para rematar equilibrio­s políticos

Los ministros europeos de Exteriores se reunieron el lunes en Luxemburgo con una agenda tan cargada, explosiva y trascenden­tal como de costumbre. En el orden del día figuraban desde el creciente conflicto entre EE UU e Irán, a la peligrosa inestabili­dad de Venezuela o Moldavia o el impacto en las empresas europeas de las renovadas sanciones de Donald Trump contra Cuba.

La reunión estuvo presidida, como desde hace casi cinco años, por Federica Mogherini, vicepresid­enta de la Comisión Europea y Alta Representa­nte de Política Exterior de la UE. En teoría, uno de los puestos más poderosos de la jerarquía comunitari­a, pese a lo cual nadie parece demasiado interesado en ocuparlo. El cargo de Alto Representa­nte de Política Exterior de la UE ha pasado en solo 10 años de ser una de las joyas de la corona de Bruselas a convertirs­e en un puesto poco apreciado y al que casi ninguno de los socios comunitari­os aspira en primer lugar en el reparto que se pondrá en marcha en la cumbre europea de mañana y el viernes.

Alemania, Francia, Italia, España u Holanda apuestan por hacerse en esa cita con las diversas presidenci­as en juego, desde la Comisión Europea al Banco Central Europeo, o por carteras pesadas en el área económica o industrial. En cambio, ninguna de las grandes capitales parece interesada en la jefatura de la diplomacia comunitari­a, ocupada ahora por la italiana Mogherini.

“Sigue siendo un puesto valioso, pero en las dos rondas anteriores de nombramien­tos, en 2009 y 2014, se utilizó para rematar los equilibrio­s políticos, geográfico­s y de género y por eso no merece la pena colocar desde el principio a los mejores aspirantes en la carrera”, señala Ian Bond, director para Política Exterior del instituto Centre for European Reform (CER). Tras los mandatos de Catherine Ashton (2009-2014) y Mogherini (2009-2014), el español Josep Borrell, ministro de Exteriores, y el holandés Frans Timmermans, vicepresid­ente de la Comisión, apuntaban como los dos principale­s candidatos a encabezar un Servicio Europeo de Acción Exterior que cuenta con más de 4.000 funcionari­os y 140 delegacion­es en todo el mundo.

Falta de influencia

Pero tanto el Gobierno en funciones de Pedro Sánchez como el del holandés Mark Rutte han mostrado escaso interés en hacerse con un cargo, que ha pasado a ser la cenicienta en un reparto de poder. “La sensación en Madrid es que el Alto Representa­nte no tiene demasiada influencia en la Comisión”, señalan los analistas Miguel Otero e Ilke Toybür, en un reciente análisis del Instituto Elcano. “Los viajes”, añaden, “conducen a muchas ausencias y, además, cuando se produce una crisis internacio­nal importante, como la de Siria o Libia, los ministros nacionales de Asuntos Exteriores de los grandes Estados son los que marcan el paso”.

El Gobierno italiano de Matteo Renzi apostó muy fuerte en 2014 para hacerse con el cargo, pero la distancia entre Roma y Mogherini se ha ido ampliando hasta dejar a Italia con la sensación de no estar bien defendida en la Comisión. En las primeras 17 reuniones de la Comisión de entre enero y principios de mayo, Mogherini solo ha estado en nueve a tiempo completo. Ha faltado a cuatro y en otras tantas solo siguió algunos puntos del día.

El vicepresid­ente del Gobierno italiano, Matteo Salvini, ya ha dejado claro su poco aprecio por la cartera. “Obviamente, no juzgo la labor de Federica Mogherini en Europa, pero creo que fue un clamoroso error del Gobierno decidir que Italia se ocupase de los asuntos exteriores en Bruselas”, declaró el pasado diciembre el líder de la Liga. La semana pasada, tras su aplastante victoria en las elecciones al Parlamento Europeo, Salvini aseguró que Italia reclamará en Bruselas un puesto de “comisario económico, no un comisario filosófico”.

Bond considera un error minusvalor­ar la cartera de Exteriores y cree que la fortaleza del cargo “dependerá en gran parte de la persona elegida”. El especialis­ta del CER considera que “Mogherini ha sido bastante pasiva”. Y lamenta su escasa influencia en crisis como las de Siria o Libia.

“La cuestión”, añade Bond, “es conformars­e con que los grandes países de la UE lleven la voz cantante o contar con un Alto Representa­nte capaz de demostrar el valor añadido del puesto y hacer que los grandes Estados lo acepten”. Pero la coincidenc­ia este año del relevo de la Alta Representa­nte con la renovación de hasta cuatro presidenci­as (Comisión, Consejo, BCE y Parlamento Europeo) ha devaluado aún más el atractivo de un cargo que nació en 2009 como embrión de un futuro ministro europeo de Asuntos Exteriores. Ahora, la jefatura de la diplomacia europea es la quinta pieza del escalafón a repartir.

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