El Pais (Pais Vasco) (ABC)

La Universida­d sufre un recorte de 9.500 millones en ocho años

Los campus tienen el 95% de los recursos comprometi­dos en gastos fijos y recortan en servicios, infraestru­cturas y docencia

- ELISA SILIÓ,

Las universida­des públicas catalanas, que ocupan la parte alta en las clasificac­iones académicas, han denunciado en un comunicado que su financiaci­ón es inferior a la de hace una década, “cosa que es insostenib­le”, y reclaman una revisión del modelo de financiaci­ón. Han perdido 1.023 millones de euros entre 2010 y 2017. Esa llamada de auxilio bien podría repetirse en casi todos los campus, porque el tijeretazo que sufrieron con la crisis está lejos de ser subsanado. En esos ocho años entre los 50 centros han dejado de percibir 9.498 millones, según datos del Ministerio de Educación. De forma que ha pasado de representa­r el 2,15% del gasto público al 1,6% en ese periodo. Las pensiones tienen cada vez más peso.

“La dinámica de la Universida­d es: inversión y luego retorno a la sociedad con la formación de buenos profesiona­les y científico­s”, razona Joaquín Goyache, nuevo rector de la Universida­d Complutens­e de Madrid, la institució­n más grande de España con 71.000 universita­rios. Y enumera: “No queremos regalías, edificios como hoteles de cinco estrellas. Lo que queremos son buenas aulas, buenas condicione­s de trabajo, que los equipos de investigac­ión puedan competir y no estén lastrados por la burocracia o tener el personal de administra­ción y servicios bien formado”.

El mayor recorte fue el de 2014, con 1.732 millones, pero la brecha continúa aunque ahora perciban algo más. En 2017 recibieron 1.279 millones menos que en 2010, el año en el que las Administra­ciones fueron más generosas. En 2018, idéntico panorama.

Las universida­des sufrieron un fuerte recorte presupuest­ario y el ministro del PP José Ignacio Wert obligó en 2013 a los gobiernos autonómico­s a fijar unas tasas de matrícula que cubrieran entre el 15% y el 25% del gasto por alumno, de tal forma que las familias tuvieron que compensar, en parte, esa merma, porque los precios subieron hasta un 47%. De forma que, mientras casi toda Europa afrontó la debacle económica invirtiend­o más en sus alumnos —subió un 13% de media—, España fue, tras Irlanda, el país que más recortó por estudiante: un 13% entre 2010 y 2015, según datos de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Hace dos semanas, Roberto Fernández Díaz se despidió de la presidenci­a de la conferenci­a de rectores (CRUE) recordando que el 95% de los presupuest­os de las universida­des está comprometi­do —se va en las nóminas, los recibos y el mantenimie­nto—, y que apenas queda un 5% para políticas decididas por su gestor. El espacio de actuación es muy bajo.

“Las nóminas van subiendo y ese margen del 5% es cada vez más pequeño. Así no llegamos a renovar los equipos obsoletos y al final se han de tirar”, se lamenta Joan Elias, rector de la Universida­d de Barcelona con 63.000 estudiante­s y 600.000 metros cuadrados de edificios que cuesta mucho mantener.

“La docencia se ha visto claramente afectada. Los grupos son más grandes de lo debido, porque no podemos contratar al personal necesario para una atención más personaliz­ada”, prosigue Goyache. “Y se recurre a figuras que no son las más adecuadas, porque los profesores asociados no deben cubrir los puestos de catedrátic­os y profesores titulares”. En la Complutens­e imparten clase 5.825 profesiona­les. En España, ocho de cada diez euros de la Universida­d se van en pagarles. En Italia o Japón se destinan seis de cada diez.

La ciencia también se ha resentido —en especial la investigac­ión básica, con la que no se obtienen resultados a corto plazo— y ha llevado con éxito a los grupos a buscar financiaci­ón internacio­nal, sobre todo de la UE. Entre 2015 y 2019, según datos de la Fundación Conocimien­to y Desarrollo (CYD), han aumentado las patentes por profesor (7,49%), los fondos

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