El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Capitán Messi

Acostumbra­do a liderar a Argentina en el campo, el 10 asume el papel de reanimador

- J. I. IRIGOYEN,

Hay quien piensa que la timidez se desvanece con el tiempo. La historia dice que Leo Messi era un chico discreto, muy callado desde el colegio en Rosario. La transición a España no fue fácil. “En sus primeros seis meses en el Barça creo que no hablaba con nadie”, cuenta Marc Valiente, compañero de La Pulga en La Masia. Messi saltó escalones como pocos en el fútbol base azulgrana y en 2004 se plantó en el primer equipo (había debutado en un amistoso en 2003). Aquel año Carles Puyol se convirtió en el primer capitán del Barcelona. “Me fui muy joven de Argentina y no tuve esa clase de capitanes que le dan mucha importanci­a a la arenga. Puyi, por ejemplo, era respetado por su imagen y por lo que significab­a, pero no porque hablara mucho antes de un partido”, cuenta el 10 de la Albicelest­e.

En el Barcelona tuvo a Puyol, Xavi e Iniesta como capitanes, hasta que el verano pasado se convirtió en el líder de vestuario. En Argentina el brazalete se lo colocó en 2011 y antes había sido capitanead­o por Sorín, Ayala y Mascherano. “Es muy lindo. Sos el capitán de argentina ¿Cuántos ha habido en la historia? Los podés contar”, explica Óscar Ruggeri, que heredó el brazalete de Maradona. “Tratar de lograr que el grupo vaya en un mismo camino fue una idea que siempre me gustó”. El liderazgo de Messi siempre estuvo cuestionad­o en Argentina. Es un país enamorado de la figura del caudillo, simbolizad­o en figuras como Perón, Passarella, Kirchner

y Maradona, el silencio de La Pulga resultaba incómodo, mucho más cuando la selección argentina saltaba de competició­n en competició­n sin ganar.

“Si bien no soy de hablar mucho, soy de los que piensan que cada uno se prepara para un partido a su manera. Creo que no hace falta una arenga o una motivación”, analiza el rosarino. La primera vez que fue capitán fue en el Mundial 2010, en el último partido del grupo ante Grecia. Verón, su compañero de habitación, recuerda que fue la única vez que lo vio nervioso. “No sabía qué tenía que decir”, asegura el presidente de Estudiante­s de La Plata. “Empecé a hablar, me trabé y terminé diciendo cualquier cosa”, rememora el azulgrana.

Cuentan los que lo conocen que Messi ha cambiado mucho desde que es padre. Digiere mejor las derrotas y asume que, cuando toca, tiene que dar un paso adelante. Su paso por Rusia, sin embargo, fue silencioso en el campo y en la concentrac­ión. Pero algo ha cambiado en esta Copa América. “Ya en Madrid, cuando vino por primera vez a la convocator­ia, estaba muy diferente. Hablaba con todo el mundo, estaba participat­ivo. Y les preguntaba a los más jóvenes por su vida”, cuentan desde el cuerpo técnico. “Está sonriente. Me etiquetó en una foto en Instagram.

No lo podía creer”, explica uno de los más nuevos.

Sin Mascherano, con quien lideró el grupo de Argentina durante más de 10 años, Messi asumió otro rol. “No es que grite o dé discursos. Él no es así, no le saldría natural”, explican desde la AFA. Messi dio una charla de diez minutos en el vestuario después de la derrota ante Colombia. “Nos dijo que no bajáramos los brazos”, cuenta De Paul. Después atendió durante 40 minutos a los medios. Ya una vez en la concentrac­ión de Belo Horizonte, Messi volvió a tomar la palabra. “No nos podemos caer ahora, le vamos a ganar a Paraguay. Falta mucho. Tienen que estar tranquilos. Yo estoy tranquilo”, fue una de las frases del 10 a sus compañeros. Hasta se tomó unos minutos para charlar mano a mano con Renzo Saravia, el señalado lateral derecho de Argentina en la derrota ante Colombia. “No te preocupes. Son cosas que pasan”. Ni capitán a la catalana, ni capitán a la argentina. Capitán Messi en Belo Horizonte para rescatar a la Albicelest­e en la Copa América.

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/ M. D. (EFE) Messi, con Argentina.

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