Los países del Este frenan la lucha de Europa contra el cambio climático
La Unión Europea tropieza en la lucha contra el cambio climático. Al menos, por ahora. Los 28 Gobiernos de la Unión intentaron pactar en la cumbre europea de ayer en Bruselas
La lucha contra el cambio climático ha entrado en la agenda europea con fuerza en pleno ascenso de Los Verdes. Pero entre los 28 conviven todavía sensibilidades dispares. La prueba llegó anoche en Bruselas. La mayoría de Gobiernos buscaba cerrar un acuerdo para garantizar una transición hacia la neutralidad climática a través de la UE en 2050. Esto es, que no emitan más gases de efecto invernadero de los que se pueden absorber. Pero la oposición de países como Polonia, Hungría, República Checa, Estonia y Bulgaria frustró el acuerdo.
El Gobierno polaco se negó en redondo por la falta de concreción de los mecanismos de financiación y compensación que ayudarían a los países con más dificultades para alcanzar la descarbonización en 2050. “Llevamos dos años negociando ese mecanismo pero sigue sin concretarse”, señalaron fuentes polacas tras vetar el acuerdo.
Las mismas fuentes señalaron la disposición de Varsovia a volver a la mesa de negociación “tan pronto como el resto de socios demuestren la voluntad de llegar a un acuerdo sobre la financiación”. Pero el veto polaco, de momento, ha puesto en peligro la contribución de Europa a la cumbre sobre el clima que Naciones Unidas organizará en septiembre y que pretendía ser la reafirmación de la lucha contra el cambio un histórico compromiso que fijase por primera vez para 2050 el objetivo de una economía continental liberada de emisiones de CO2. Algunos socios de Europa del Este, encabezados por Polonia, impidieron el pacto climático frente a gobiernos como el de Trump.
Los partidarios de reforzar la posición europea parecen condenados a conformarse a una declaración suscrita por la inmensa mayoría de socios, en la que se comprometen a apostar por la y obligaron a rebajarlo a una mera declaración de intenciones suscrita por una mayoría de socios. La respuesta a las políticas de Donald Trump, que ha cuestionado la lucha contra el cambio climático, queda así en el aire. neutralidad climática en 2050. La referencia a ese compromiso, impulsado inicialmente por Francia y España y al que ya se han sumado 15 socios europeos, quedaría relegada a una nota a pie de página en las conclusiones de la cumbre europea.
El compromiso conllevaría transformaciones de calado a muy largo plazo. Hace solo unos meses, una propuesta así parecía inviable dada la resistencia de países con importante dependencia del carbón como Polonia o Alemania. Pero los vientos empezaron a girar bajo el impulso de Francia y España.
Bélgica, Dinamarca, Francia, Luxemburgo, Holanda, Portugal, España y Suecia comandaron ese grupo inicial. “Entonces firmaron ocho países, ahora ya somos 15”, se felicitó el presidente francés, Emmanuel Macron, a su llegada ayer a la cumbre europea. “Hay un consenso creciente para unas conclusiones ambiciosas en esta cumbre”, añadió.
El pronóstico no terminó de cumplirse. Alemania, que se había resistido al objetivo, cambió hace unas semanas de posición, pero no fue suficiente para decantar las fuerzas en favor d el acuerdo. Y aunque parece improbable que el pacto acabe muriendo en la orilla, la negativa de Varsovia aplaza el movimiento.
Pérdida de competitividad
Los temores de Polonia y otros países de Europa central y del Este (como Hungría y Eslovaquia) a que la descarbonización ponga en peligro la competitividad de sus industrias se mantuvieron vivos pese a que se incorporaron al texto numerosas salvaguardas sobre el posible impacto de la transición energética. Todo se resume en una palabra: dinero. La Comisión Europea ya puso sobre la mesa dedicar el 25% del presupuesto comunitario para 2021-2027 a políticas medioambientales, y Francia ofrecía elevar ese umbral hasta el 40% para convencer a los países renuentes, pero Polonia busca asegurarse un colchón suficiente para afrontar un cambio tan drástico.
El resultado final congela las ambiciones europeas en un momento geoestratégico muy delicado para el futuro de las políticas mundiales de clima y energía. Solo 24 horas antes, la Administración de Donald Trump aprobaba su nueva estrategia energética (tras derogar la de Barack Obama) en la que apuesta claramente por una recuperación del carbón.