Las ciudades afectadas no han sido informadas del proyecto
al vertedero ha ido en aumento. Los primeros vagones de vigilancia donde se instalaron los ciudadanos han desaparecido (uno quemado, otro confiscado), pero se plantaron tiendas de campaña bautizadas con nombres que evocan resistencias heroicas contra el nazismo, como Leningrado o Estalingrado, y ha surgido todo un campamento organizado de forma espontánea que atrae a gentes de toda Rusia. Vienen en tren, cargados de víveres y provisiones, porque los responsables del gasoducto, preocupados por la afluencia de gente, han cortado la carretera al tráfico a 12 kilómetros del campamento por razones de seguridad.
Un analista cree que la protesta puede generar tendencias separatistas
La situación es tranquila actualmente, desde que la administración presidencial en Moscú pidió a los protagonistas del conflicto que dialogaran. La empresa constructora del polígono, Ekotecnopark, aceptó paralizar las obras a partir del 15 de junio y retirar el equipo y los trabajadores hasta que se hayan hecho estudios ecológicos sobre la idoneidad del proyecto, es decir, hasta que se hayan efectuado los estudios de planificación que deberían haberse hecho antes de comenzar a construir.
Ekotecnopark instaló también un “centro informativo” para convencer a los activistas de que la basura de Moscú llegará “bien empaquetada” a Shies. “No se puede excluir que quede algo de materia orgánica, pero la basura será separada en Moscú antes de ser enviada aquí”, afirma Maxim Lodingents, un empleado de la constructora, enviado al centro informativo. Sus explicaciones no convencen a los ciudadanos. “No me creo ni una palabra. Nos han engañado montones de veces. Nos engañan sistemáticamente. ¿Por qué habríamos de creerlos?”, dice Babenko.
Arrogancia de Moscú
Dos provincias rusas se han movilizado en contra del vertedero, Arjangelsk y Komi. Desde ambas regiones, los vecinos de la zona (que se encuentra en Arjangelsk pero muy cerca de los límites administrativos de Komi) se han dirigido a Putin para que ponga fin al proyecto. Los rusos del norte están ofendidos por no haber sido informados y, sobre todo, por la arrogancia y actitud colonial de una ciudad como Moscú, que no ha podido hasta ahora organizar la separación y reciclado de su basura y pretende quitársela de encima enviándola a otras regiones. “¿Quiénes se han creído que son? ¿En qué mundo viven? Llevan decenas de años diciendo que hay que prepararse para organizar la separación y el reciclado de basuras y son ellos los que no están preparados. Nosotros sí lo estamos”, afirma Babenko.
En la cocina del campamento, la separación de los desperdicios cotidianos es estricta. Hay una bolsa para los plásticos, otra para materia orgánica y cada uno se limpia su plato y su cubierto. Se han sembrado árboles para sustituir a los que ha talado Ekotecnopark, y también un huerto con cebollas. Hay un foso donde se produce compost. Con respuesta de Putin o sin ella, los ciudadanos irritados y ofendidos siguen llegando a Shies. Vienen de las ciudades de Arjangelsk y Komi, vienen de San Petersburgo y la provincia de Leningrado, del centro de Rusia, de Moscú, de Ekaterimburgo e incluso de Jabárovsk.
“Se está produciendo una revolución, la revolución de la dignidad. Y son los jóvenes los que la impulsan. Quieren decidir ellos sobre su entorno y no quieren que les echen encima la basura de la capital”, afirma Vladímir Loiter, presidente de la Unión de Periodistas de Arjangelsk. “Esta situación, de no resolverse, puede engendrar tendencias separatistas”, opina el analista Andréi Churakov, en Arjangelsk.