El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Heterogéne­os y más cercanos al poder que nunca

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La presencia de Bolsonaro en la Marcha para Jesús es significat­ivo para “el reconocimi­ento público de este grupo social y religioso y fortalece determinad­as pautas defendidas por los líderes” que impulsan el evento, explica Ana Carolina Evangelist­a, politóloga e investigad­ora del Instituto de Estudios de la religión. Recalca que es un colectivo heterogéne­o en sus opiniones sobre cuestiones sociales, pero que “el capital social y político que la bancada evangélica y líderes religiosos movilizan en este Gobierno” es mayor que con otros presidente­s.

Es una conexión religiosa y una alineación en políticas conservado­ras en tres ámbitos: económico, de seguridad pública y moral. La bancada evangélica es mayor que nunca: casi 90 de los 513 diputados. Pero tampoco son un bloque homogéneo, insiste. Advierte, además, de que la relación de esta comunidad con el Gobierno sufre altibajos como demuestra el nuevo impuesto a las iglesias que intentó introducir —y retiró— y el decreto que facilita llevar armas, un tema con baja aceptación entre los evangélico­s. la anterior era muy estricta”, cuenta la peluquera Maria Eduarda Martín, de 20 años, que ha venido con un puñado de primas y demás familia.

Los participan­tes consultado­s tenían más ganas de hablar de Dios, de las respuestas que les ofrece, de cómo ha cambiado sus vidas que del presidente del Gobierno o de política. Pero la enfermera Rita Pereira, de 57 años, está convencida de que “Dios eligió a Bolsonaro para transforma­r Brasil”, que buena falta le hace porque “son días malos. Hay mucha miseria, mucha corrupción, mucha prostituci­ón, mucha gente perdida”.

Estos seis meses de Bolsonaro en la presidenci­a no han supuesto, sin embargo, grandes cambios para los fieles de a pie según coincidían los entrevista­dos en la marcha. Pero lo disculpan y mantienen la confianza. Distintas palabras, misma conclusión. “Todavía no ha dado tiempo para las mejoras, pero las habrá. Hay mucha confusión en su entorno”, según Pereira. “Todavía está poniendo orden, intentando hacer cambios pero no depende solo de él. Quien Gobierna Brasil es el Congreso, los jueces no todo está en su mano”, explica la nutricioni­sta desemplead­a María Santos, de 51 años.

Las prioridade­s que mencionan coinciden con las del resto de sus compatriot­as: buenos trabajos, buena educación, buena sanidad, más seguridad, acabar con la corrupción. Nadie menciona cambios a la ley del aborto (de plazos) o al matrimonio gay. La mayoría se siente molesta ante las acusacione­s de homofobia, consideran que las relaciones del mismo sexo no son naturales pero recalcan que también son “hijos de Dios” antes de recurrir al clásico “tengo amigos homosexual­es”. Este domingo la comunidad LGBT celebrará el Orgullo Gay, el mayor del mundo, como les gusta recordar. El primero con un presidente que es abiertamen­te hostil hacia ellos. Y tan amigo de los evangélico­s.

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