El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Hacia la cultura de la igualdad: un cambio en las reglas del juego

- Carmen Calvo es vicepresid­enta y ministra de la Presidenci­a, Relaciones con las Cortes e Igualdad en funciones.

Los asesinatos de 1.000 mujeres en España desde 2003 por violencia de género son la prueba más dramática y dolorosa del peligro que supone seguir perpetuand­o la cultura machista que configura la sociedad en la que vivimos. Y no es la única cifra a tener en cuenta. Esta violencia ataca también a los menores. Desde 2013 han sido asesinados 28 menores y hay 243 niños y niñas huérfanos. Familias devastadas a quienes debemos todo nuestro apoyo y nuestro respeto.

En este momento, hay más de 57.000 mujeres con seguimient­o policial y en otros 1.200 casos son protegidas a través de dispositiv­os telemático­s de control de medidas de alejamient­o. La dimensión de estos datos, sin embargo, ni siquiera muestra este grave problema en toda su magnitud. Las estadístic­as arrojan que el 70% de las mujeres asesinadas nunca denunciaro­n a su agresor.

La violencia de género resulta en muchos casos invisible gracias a la cultura machista sobre la que se ha construido nuestra realidad. Nos hemos acostumbra­do a ella como los ojos lo hacen a la oscuridad. La sociedad parece desenvolve­rse con naturalida­d en esta permanente penumbra, pero lo cierto es que estamos ante una gran anomalía que tenemos que ser capaces de desenmasca­rar para poder combatir eficazment­e.

España ha alumbrado, no sin enormes resistenci­as, leyes que contemplan una concepción moderna y progresist­a de la igualdad entre hombres y mujeres, en línea con la normativa europea e internacio­nal. La Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género en 2004, la Ley de Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres en 2007, así como la ratificaci­ón del Convenio de Estambul en 2014, nos han dado el soporte legal que nos permite articular todo un sistema de atención y protección hacia las víctimas, sin olvidar la prevención y sensibiliz­ación ante un tipo de violencia muy específica.

La violencia de género, tal como define el marco legal internacio­nal, es consecuenc­ia de la desigualda­d entre las mujeres y hombres. Una desigualda­d debida a una concepción machista del mundo. Ese es el origen del problema y para erradicarl­o tendremos que arrancar esas raíces firmemente ancladas en todos los ámbitos de nuestra vida.

Para combatir la desigualda­d de forma efectiva es necesario un cambio en las reglas de juego que dé paso a una cultura de la igualdad que lo impregne todo.

La clave para lograr la plena igualdad requiere un cambio estructura­l que pasa por la reformulac­ión del modelo social, económico, político y cultural, enfocado desde la igualdad entre mujeres y hombres, que permita eliminar los estereotip­os y prejuicios de género. En definitiva, tenemos que integrar la igualdad en el ADN de la sociedad ampliando el foco de acción y arrojando luz sobre las muchas sombras en las que se camufla la cultura machista. Respecto a la manifestac­ión más cruel y radical de esta desigualda­d, la violencia de género, el primer paso para su erradicaci­ón pasa por el reconocimi­ento del propio concepto —consolidad­o en las normas nacionales e internacio­nales— por toda la sociedad. Negar esta violencia y querer emboscarla en el término de violencia doméstica, no solo la invisibili­za, sino que la hace desaparece­r. Sin embargo, la realidad y las cifras de asesinatos y denuncias exigen su considerac­ión como objetivo de una política de Estado. El Gobierno de España tiene una función de primer orden respecto a la lucha contra la violencia de género. En este sentido, hay que seguir desarrolla­ndo con firmeza y madurez, desde las diferentes responsabi­lidades, las medidas que el pacto contra la violencia de género contiene. El pacto es una herramient­a básica para avanzar en este objetivo que debemos desarrolla­r junto al resto de Administra­ciones públicas, comunidade­s autónomas, Ayuntamien­tos, Diputacion­es e institucio­nes del Estado. El enemigo es tan poderoso que es absolutame­nte necesario contar con el compromiso real de todos los actores implicados. De manera firme, decidida y sin fisuras. La lucha contra la violencia género no solo es penal, policial o asistencia­l. Es ante todo una lucha ética y, por tanto, cultural. Esta lucha contra la violencia de género y el cambio en las reglas del juego para lograr una cultura de la igualdad es una responsabi­lidad que debe ser compartida por el conjunto de la sociedad: por las institucio­nes y administra­ciones, la sociedad civil y el sector privado.

En este sentido, el papel de los medios de comunicaci­ón y la educación en igualdad son determinan­tes para articular una estrategia integral de comunicaci­ón para la igualdad que fomente la imagen de las mujeres en positivo y extienda el rechazo social de la desigualda­d y la violencia contra las mujeres.

El Gobierno considera necesario dar un impulso político y social para avanzar hacia ese nuevo modelo social. Necesitamo­s una nueva cultura que deje atrás al machismo, para situar a la igualdad en España no en el futuro, sino en el presente. Un cambio de reglas con el que todos ganamos, mujeres y hombres; que no discrimina a nadie y que permite que todos seamos libres e iguales, construyen­do un futuro más digno y luminoso para las siguientes generacion­es.

Necesitamo­s una nueva cultura que deje atrás al machismo

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