El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Subir hasta Sa Talaia, bañarse en la cala Gració y pasear entre almendros en el valle de Santa Inés. Tres rutas senderista­s muy sugerentes por la isla balear

Ibiza

- POR RITA ABUNDANCIA

Existe una Ibiza introverti­da a la que no le gusta trasnochar (o no cada noche). Una isla de pueblos blancos, pequeños, en los que la vida en las plazas se detiene a mediodía, cuando solo se escucha el sonido de la cigarra. Un lugar donde el campo es constante, y las calas, descubrimi­entos que aparecen entre pinos o sabinas. Es la Ibiza de caminos rurales; de cuevas, donde los piratas escondían sus tesoros o donde celebraban sus hazañas, y de miradores, desde donde divisar Mallorca, Formentera, Dénia, tan cerca y tan lejos.

La isla bonita reivindica sus encantos de interior y sus senderos, utilizados por los antiguos habitantes para moverse entre los pueblos y convertido­s ahora en rutas que terminan en calas con aguas azul turquesa. Como los de Ecoibiza, empresa que se dedica a organizar actividade­s de senderismo y paseos en bici, además de alquilar villas. “En 1997 empezamos con las rutas en Ibiza. Por aquel entonces, poca gente estaba dispuesta a levantarse a las siete de la mañana, andar por el monte y, además, pagar por ello, y la mayor parte de nuestros clientes eran extranjero­s. Pero cada vez más gente está interesada en explorar la otra cara de Ibiza”, cuenta Roberto San Esteban, creador de Ecoibiza. La plataforma Camins d’Eivissa, por su parte, se dedica a desbrozar y mantener estos senderos que quieren convertirs­e en tendencia; además de proteger el libre tránsito de los caminos públicos, fomentar su catalogaci­ón y conciencia­r sobre su buen uso y mantenimie­nto.

El punto más alto y las leyendas del peñón de Es Vedrà

Ibiza Mágica es una de las rutas más aconsejabl­es de Ecoibiza. Consta de unos 15 kilómetros y empieza en San José para acabar en cala d’Hort. Su principal encanto es que sube a Sa Talaia, el punto más alto de la isla balear, desde donde se ve media Ibiza (Santa Inés, la ciudad con su fortaleza, Dalt Vila) y también Formentera.

Atravesand­o un bosque se sale cerca de cala Vadella para encontrars­e con Es Vedrà como telón de fondo. Un islote que enamoró a los hippies, donde, según las leyendas, las sirenas engatusaba­n a los navegantes y el beato Francesc Palau pasaba estancias a base de huevos de gaviota y agua de una cueva. El paseo permite, también, ver los restos de una antigua ciudad fenicia, Ses Païsses, para acabar en una de las mejores playas de la isla, cala d’Hort.

Puesta de sol y cena a la luz de las velas

Otra de las rutas estrella de la Ibiza tranquila es la de la costa oeste, que sale de San Antonio y acaba en cala Gracioneta, unos cinco kilómetros. “Hacemos esta caminata por la tarde, para ver la puesta de sol, ya que pasamos Maca

Ecoibiza por el Café Mambo, lugar estratégic­o”, señala San Esteban. El sendero que bordea la costa pasa también por Caló des Moro (una pequeña playa) y acaba en cala Gració y cala Gracioneta, la hermana mayor y la menor situadas una junto a la otra, como ocurre a menudo en esta isla.

En Gracioneta está el chiringuit­o San Antonio. Su visión de la cocina tradiciona­l incluye platos como croquetas de sepia, pollo payés crocante o arroces, hechos con la técnica final de cocinarlos 3-4 minutos de secado al grill. Si de día comer, bañarse y siestear bajo los pinos es un lujo; de noche, cenar a la luz de las velas es algo para recordar las frías noches de invierno.

El hotel boutique Las Mimosas es una buena opción en la zona para alternar tranquilid­ad con algo de vida nocturna. Situado en la bahía de San Antonio y alejado del bullicio, este microcosmo­s de paredes blancas y piscina asegura el descanso. Pensado también para los amantes de la calma, Casa Maca es uno de los últimos agroturism­os que más está dando que hablar. Se asienta en las colinas de Can Palau, a las afueras de la ciudad de Ibiza, con unas espectacul­ares vistas a Dalt Vila. Sus 10 habitacion­es-bungalós

Plataforma Camins d’Eivissa Hotel rural Casa Café Mambo Chiringuit­o San Antonio,

Hotel Las Mimosas Turismo de Ibiza o en su hermana pequeña cala Saladeta. Una segunda opción es llegar hasta el Arroyo de Buscastell o Es Broll, que recorre el primer asentamien­to árabe de la isla. Merece la pena ver el paisaje que dibujan las antiguas canalizaci­ones de agua, un ejemplo de la ingeniería de regadío que los árabes desarrolla­ron, entre los huertos y terrazas cultivadas. Nada más refrescant­e que ver cómo la tierra bebe y comprobar lo generosa que es a cambio.

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El chiringuit­o San Antonio, en la cala Gracioneta, en Sant Antoni de Portmany (Ibiza).

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