Pekín ve “signos de terrorismo” en las protestas de Hong Kong
La crisis más grave en la historia de Hong Kong desde que el territorio fuese devuelto a China en 1997 alcanzó ayer un grado de tensión sin precedentes. El Gobierno chino calificó
De momento, solo son palabras, pero quizá no por mucho tiempo más: las declaraciones del Gobierno chino nunca han sido tan duras al respecto. La Oficina para Asuntos de Hong Kong y Macao, la principal institución política china para cuestiones relacionadas con la antigua colonia, convocó ayer su tercera rueda de prensa en dos semanas después de 22 años de silencio. Pekín ya no se esconde a la hora de hacer a un lado al Gobierno local —y con él el principio de un país, dos sistemas— y adoptar un papel central en la resolución de la crisis, que comienza su undécima semana consecutiva. El tono empleado por Pekín era estremecedor: ante el caos, prometió “puño de hierro”.
Yang Guang, portavoz del citado organismo, leyó un comunicado en el que aseguraba que la ciudad ha llegado a “un momento crítico”. “En los últimos días, los manifestantes radicales de Hong Kong han atacado en repetidas ocasiones a la policía con herramientas muy peligrosas, lo que constituye un crimen violento muy serio y empieza a mostrar señales de terrorismo”, afirmó. Esa consideración de las protestas como “terrorismo” también fue incluida en el comunicado difundido por la oficina de representación china en suelo hongkonés e indica que Pekín está dispuesto a llegar hasta donde haga falta.
Las palabras de Yang hacían referencia al lanzamiento de al menos dos cócteles molotov en las “revueltas” del domingo, uno de los cuales causó quemaduras en las piernas a un agente. “Este tipo de violenta actividad criminal debe ser combatida con resolución y arreglo a la ley, sin dudas ni piedad”, enfatizó.
Estas declaraciones se suman las protestas como “terrorismo” y amenazó con sofocar el caos con “un puño de hierro”, horas después de que la represión policial dejase 45 heridos, dos de ellos graves. El endurecimiento del discurso de Pekín ocurría a las de la semana pasada, en la que Yang reafirmó su apoyo al cuerpo policial, exhortando a sus agentes a emplearse con más dureza contra los manifestantes y a redoblar su política de arrestos, lo que se interpretó como un acicate para la violencia que empleó la policía el domingo. Los antidisturbios dispararon pelotas de goma a menos de dos metros de los manifestantes, a los que apuntaban a la cabeza, lo que contraviene las convenciones internacionales. Uno de los proyectiles golpeó en el rostro de una joven, que ha quedado ciega de un ojo.
Este episodio desató la indignación mientras las autoridades de Hong Kong cancelaban ayer todos los vuelos en el octavo aeropuerto más transitado del mundo, después de que miles de manifestantes se concentraran allí por cuarto día consecutivo. de los manifestantes, que mantienen su protesta para preservar el sistema de libertades que rige en Hong Kong, equiparable al de una democracia occidental, y principal diferencia con la China continental.
Miles de manifestantes acudieron ayer al aeropuerto de la ciudad, uno de los más concurridos del mundo, ante lo que las autoridades se vieron obligadas a cancelar todos los vuelos. Con el de ayer se cumplen cuatro días consecutivos de protestas en la terminal, que habían comenzado el viernes con una multitudinaria sentada.
Ayer, a última hora de la noche en Hong Kong varios cientos de ellos todavía seguían en el aeropuerto, cuya actividad normal está previsto que se retome en la mañana de hoy.
El aeropuerto de Hong Kong es un nudo clave en la comunicación aérea mundial, tanto de pasajeros como de mercancías. En 2017, fue utilizado por unos 73 millones de personas, lo que lo convierte en el octavo aeródromo más transitado del mundo y el tercero de Asia, solo por detrás de los de Pekín —en el que se vivieron momentos de confusión ante la necesidad repentina de recolocar a más de un centenar de viajeros— y Tokio. Su papel
es todavía más importante en el flujo de mercancías: desde 2010 es el primero del mundo en tráfico de carga.
Pekín confía en que una política de arrestos masivos, sumada al comienzo del curso escolar, pueda apagar la mecha de las movilizaciones multitudinarias. El objetivo es lograr que la situación quede bajo control antes del 1 de octubre, la fecha en la que se celebrará el 70º aniversario de la fundación de la República Popular, una festividad que el Partido Comunista chino pretende que sea una demostración de fuerza y unidad al precio que sea.