El Pais (Pais Vasco) (ABC)

De las llamas en Lesbos a las aguas del Rin

Así es la nueva vida en Alemania de los Yussefi, una familia afgana a la que EL PAÍS acompañó en 2020 por distintos campamento­s de refugiados en Grecia

- CRISTIAN SEGURA,

Su sueño hace un año era llegar a Londres o a Toronto; hoy, su futuro está en un pequeño municipio alemán, Frankentha­l. En septiembre de 2020, Ismael Yussefi y Masomeh Etemadi querían dejar la isla griega de Lesbos para iniciar una nueva vida en un país de habla inglesa. Era el idioma extranjero que habían estudiado en Qom, en Irán. Alemania no era una opción para ellos, ni siquiera sabían ubicarla en el mapa. En Lesbos descubrier­on que elegir no estaba a su alcance, y que la canciller alemana, Angela Merkel, quizá les estaba ofreciendo la oportunida­d que tanto ansiaban.

La familia Yussefi, afgana, protagoniz­ó en 2020 un reportaje en EL PAÍS. Un año después de llegar en patera a la isla de Lesbos procedente­s de Turquía, el campo de acogida de migrantes donde malvivían, el de Moria, quedó arrasado por unos incendios. Sus 13.000 pobladores —la capacidad oficial del centro era de 3.000 personas— tuvieron que ser reubicados en un nuevo campo, el de Kara Tepe. Alemania fue el país de la Unión Europea que se comprometi­ó a acoger a un mayor contingent­e de los migrantes de la isla, 1.600. Los Yussefi fueron elegidos y el 26 de marzo de 2021 aterrizaba­n en Hannover.

Ali, el hijo mayor de los Yussefi, sale del colegio a las cuatro de la tarde. El martes 6 de julio, montado en la bicicleta que manejaba el padre, Ali explicaba que aquel día había aprendido a decir en alemán los meses y las estaciones del año. Asegura que ya ha hecho amigos en los tres meses que lleva en la escuela; sobre todo persigue

a su compañero Gwan, ambos de ocho años. Gwan procede del Kurdistán iraquí y es vecino suyo en el centro de acogida en el que residen. En los límites de Frankentha­l (48.000 habitantes), en un solar de una zona industrial, el Ayuntamien­to instaló módulos prefabrica­dos para recibir a familias que ya cuentan con la condición de refugiados, como los Yussefi, o que están a la espera de la decisión de las autoridade­s alemanas.

En Alemania hay más de 80.000 personas solicitant­es de

asilo, según los datos de junio del ministerio para la Migración y los Refugiados. Lejos de los 750.000 recibidos en 2016, sobre todo por la guerra de Siria.

Los sirios continúan siendo el grupo más numeroso entre los solicitant­es de asilo en Alemania, seguidos por los afganos. El éxodo de los muchos de ellos que son chiíes empezó hace décadas, también en el caso de Ismael y Masomeh: sus padres proceden de la región de Gazni, controlada por el fundamenta­lismo suní de los talibanes. Ella nació en Irán hace 31 años; él, de 40, huyó de Afganistán siendo un niño. El régimen de los ayatolás no era una opción para ellos, explican, porque en Irán eran ciudadanos de segunda.

De camino al centro de acogida, Ismael y Ali paran en un supermerca­do. “Aquí los productos frescos son mejores que en Irán”, recalca el padre con una bandeja de pepinos en la mano, “porque sabes que lo que compras está en buen estado”. Yussefi admite que al principio no le gustó Frankentha­l. Hoy, precisa, ha cambiado de opinión porque la gente les trata bien, a todas partes se puede llegar en poco tiempo y, sobre todo, se siente seguro.

A Masomeh le gustaría ir a recoger a Ali al colegio pero no sabe montar en bicicleta. Se queda en el apartament­o con Mohamed Matin, su hijo de dos años. Saludan desde la ventana del piso de una habitación, delante de un aparcamien­to del polígono. Mohamed Matin señala los coches aparcados mientras balbucea palabras en inglés, farsi y alemán: “Este es para Ali, ese es para papá y ese, por favor, para mamá”. La madre prepara un guiso especial a base de carne de ternera y fideos porque cenará con ellos Ute Hatzfeld-Baumann, la voluntaria que les asiste. Hatzfeld-Baumann, jubilada de 70 años, llega con un regalo para los niños. Hace observacio­nes sobre cuestiones vinculadas a la sociedad alemana. Propone acompañarl­os a registrars­e a una biblioteca, y también les ofrece ir a comprar con ellos un televisor. Los Yusefi reciben mensualmen­te 1.360 euros de ayudas estatales. El alquiler de su futuro hogar, mientras el Esta

Ismael con sus hijos Ali (izquierda) y Mohamed Matin, el 7 de julio en el lago regado por las aguas del río Rin donde viven.

Tienen piso pagado y reciben 1.360 euros al mes del Estado para vivir

Pese a la diferencia cultural, están decididos a seguir en Frankentha­l

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/ FOTOS: ÁLVARO GARCÍA La familia Yussefi en la isla griega de Lesbos en septiembre de 2020.
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