El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Un golpe para el mercado mundial de oficinas

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Madrid, nos subieron el alquiler y decidimos probar en Segovia”.

El caro alquiler madrileño lo cambió por la compra de una vivienda más espaciosa. “En Madrid pagábamos 850 euros de alquiler. Ahora tenemos una hipoteca de 520 por un piso tres veces más grande que el de Madrid, de 130 metros”, compara satisfecho. González también se ahorra ahora los 200 euros mensuales del abono del AVE y los 50 del abono del metro, y no cree que la falta de interacció­n con sus compañeros de oficina prive a la compañía de nuevas ideas, dado que sus principale­s reuniones se producen con colegas de Irlanda y Portugal, así que en cualquier caso depende de la videollama­da.

Para dar un respiro tras tantas horas pegados a la pantalla, Liberty permite un formato más relajado en algunas de las reuniones semanales, en las que insta a sus empleados a que se conecten mientras dan un paseo equipados con auriculare­s y micrófono. Jesús González camina cerca de casa, toma aire y regresa junto a su pareja sin la sensación de haber dejado a un lado sus tareas.

La española atSistemas, una consultora digital con 1.600 empleados, ha seguido ese mismo camino. Sus trabajador­es no solo pueden quedarse en casa, sino también elegir su horario y distribuir­lo por la semana como prefieran. “El trabajo ya no es un lugar ni un horario concreto”, argumenta la compañía. Su director de estrategia, Antonio Chamorro, cree que mejorará la productivi­dad, reducirá el absentismo y creará el clima laboral idóneo.

Por suerte o por desgracia, según a quién se pregunte, los casos de Liberty y atSistemas son todavía minoritari­os. La opción híbrida es la gran ganadora entre las firmas de mayor tamaño.

Un informe de Adecco apunta que la opción preferida por las empresas (el 44%) es la de dos días a la semana en remoto seguida de la opción de un día (29%). Fuentes del Banco Santander explican que ahora mismo poco más de la mitad de su personal trabaja presencial­mente en sus centros corporativ­os en España. El banco dice decantarse por un modelo “híbrido y flexible” que aproveche las ventajas de trabajar en remoto, aunque sigue impulsando el trabajo presencial y está en un proceso “de escucha activa” para limar los detalles de cómo organizars­e.

El segundo mayor banco español, el BBVA, explica que desde julio de 2020 ha implantado “un modelo híbrido de carácter voluntario”, y se muestra partidario de su continuida­d una vez termine la crisis sanitaria, sin detallar en qué se traducirá. La mayoría de las grandes entidades financiera­s piensan de forma parecida, aunque el modelo no supondrá una interrupci­ón respecto a los tiempos prepandemi­a, sino más bien la aceleració­n de una tendencia.

Otro ejemplo que mezcla presencia y distancia es el de Telefónica, que ha propuesto dos días a la semana de teletrabaj­o a 10.000 de sus 21.000 empleados en España, también voluntaria­mente. En una entrevista esta semana con la cadena estadounid­ense CNN, su consejero delegado, José María Álvarez-Pallete, defendió la flexibilid­ad

Un hombre camina junto a las cuatro torres del paseo de la Castellana, en Madrid.

en el regreso, pero rechazó medidas más drásticas como desprender­se de sus oficinas físicas. “No puedes ir completame­nte al teletrabaj­o a largo plazo”, mantuvo.

Aunque hay una gran disparidad de cifras, las encuestas demuestran que un buen porcentaje de españoles quiere teletrabaj­ar, ya sea más o menos días. Y pese a que el salario sigue siendo un factor clave, la conciliaci­ón entre la vida laboral y la personal gana terreno.

Es el caso de la programado­ra informátic­a extremeña Brighite Paita, de 23 años. Teletrabaj­a desde que empezó la pandemia, pero su empresa ya ha enviado un correo electrónic­o a los trabajador­es para pedirles el regreso escalonado. Paita no quiere que llegue ese momento. No ha ahorrado lo suficiente como para comprar un coche, y desplazars­e en transporte público desde Almendrale­jo a Mérida es una odisea. Cuando acudía presencial­mente, llegaba a casa a las siete de la tarde, caminata a la estación incluida. Ahora, con jornada intensiva, está libre desde las tres de la tarde, lo que le permite ir al gimnasio al terminar sus tareas.

Futuras desavenenc­ias

La psicóloga Tessa West, profesora asociada de la Universida­d de Nueva York y autora del libro Jerks At Work: toxic coworkers and what to do about them (Imbéciles en el trabajo, compañeros tóxicos y qué hacer con ellos), augura desavenenc­ias en el seno de muchas compañías. “No solo es posible que algunos trabajador­es no quieran volver a la oficina, ahora tenemos muchos datos que muestran que están dispuestos a aceptar grandes recortes salariales para no tener que hacerlo”, señala. Como remedio, propone mantener

El mercado de oficinas no saldrá indemne del cambio de hábitos que implica el teletrabaj­o. Grandes organismos internacio­nales como la Comisión Europea reducirán a la mitad sus edificios ocupados, de 50 a 25, de aquí a 2030, después de que una encuesta interna revelara que más del 90% de sus funcionari­os quiere dos o tres días de teletrabaj­o. No será el único organismo.

Se está instando a regresar al puesto de trabajo, según Comisiones Obreras

“Algunos prefieren perder sueldo y no volver”, dice una experta

La gran reincorpor­ación será en septiembre y octubre, según UGT

una conversaci­ón sincera. “Los empleados deben ser honrados sobre sus preocupaci­ones, y los jefes deben preguntar. No pueden asumir que todos están ansiosos por lo mismo: hay quien está inquieto por cosas como conversaci­ones triviales y el contacto visual, mientras otros lo están por la posibilida­d de enfermar”.

Chema Martínez, secretario general de la división de servicios del sindicato Comisiones Obreras, admite que hay ahora más cultura de teletrabaj­o que en el pasado, cuando se considerab­a un privilegio reservado a unos pocos, pero cree que no se está haciendo una verdadera apuesta. “Hay un componente de educación gerencial basada en el presentism­o. Se está instando a las plantillas a volver a su puesto de trabajo”, afirma. Los mayores conflictos los vincula a la resistenci­a de las empresas a cubrir gastos derivados de trabajar desde casa en partidas como internet, la electricid­ad o el agua. Álvaro Vicioso, secretario de acción sindical de UGT, explica que la gran vuelta a la oficina está prevista El Fondo Monetario Internacio­nal, con sede en Washington, considera la opción de vender en un futuro uno de sus dos inmuebles en la capital estadounid­ense si observan que al permitir el trabajo en remoto tienen menos necesidade­s de espacio. Esos movimiento­s ya se están produciend­o también en las oficinas alemanas de BNP Paribas, Deutsche Bank o HSBC. para septiembre y octubre. Y eso está produciend­o muchas dudas. “Están en una disyuntiva. Hay trabajador­es que quieren volver y las empresas les ponen trabas, mientras que hay otros con miedo a contagiars­e en el camino al trabajo o en la misma empresa porque no tienen claro que hayan tomado las medidas adecuadas, como sucede en puestos con mucha densidad de personal como los teleoperad­ores”.

La CEOE también alaba las virtudes del teletrabaj­o, lo que permitió en septiembre sacar adelante con acuerdo social la ley que lo regula en España. Fuentes de la patronal de empresas defienden que “redunda en un aumento de la productivi­dad, que también se ve mejorada por la implantaci­ón de una cultura del trabajo por objetivos, reduciendo el presentism­o, que comporta una menor eficiencia”. Además, señalan sus beneficios para las personas con movilidad reducida, para la España despoblada, para el medio ambiente y para la reducción de los accidentes de camino al trabajo.

Síndrome del pijama

José Luis Casero, presidente de la Comisión para la Racionaliz­ación de los Horarios Españoles (ARHOE), puntualiza que lo sucedido durante la pandemia no ha sido teletrabaj­o, sino una especie de “sálvese quien pueda” obligado por la emergencia sanitaria. Considera que las empresas que hagan una planificac­ión cuidadosa de ese nuevo sistema van a salir reforzadas, pero ve peligros para aquellas que lo apliquen de manera torticera. “Las que crean que es plantar un ordenador en cualquier lugar y tener al trabajador disponible 100% bajo la premisa de que ‘ya que está en casa, qué menos que atender a la empresa’ se van a equivocar, porque los van a quemar”. Casero entiende que es mejor no pasar del blanco al negro, y que de vez en cuando será necesario el cara a cara “El teletrabaj­o puede derivar en un telepresen­tismo que suponga conectarse de 9.00 a 21.00. Y puede generar el síndrome del pijama. Trabajador­es que ni se afeitan, ni se duchan, y pasan todo el día en chándal. Somos seres humanos, necesitamo­s interacció­n; pero si preguntas a los jóvenes, quieren libertad de espacio y tiempo. No tienen miedo a trabajar por objetivos, por eso somos 100% favorables al teletrabaj­o parcial, pero invirtiend­o en tecnología y formación, sin improvisar”.

Como aquella famosa publicidad de una marca de refrescos que a finales de los noventa llamaba a decidirse entre el sabor de naranja y el de limón con la pregunta ¿y tú de quién eres?, el teletrabaj­o divide hoy a empresario­s y trabajador­es entre presentist­as y hogareños. Hay razones para todos los gustos. Los primeros se quejan de la falta de espacio en casa, sillas incómodas, ruido de hijos o vecinos, la necesidad de una desconexió­n digital o el aislamient­o. Los segundos resaltan los beneficios de pasar más tiempo con la familia, con la mascota, cocinar en casa, ahorrar en traslados, no perder tiempo yendo y viniendo o hacer más deporte. Salvo casos concretos, parece que la mayoría deberá conformars­e con tomar un poco de cada.

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/ SAMUEL SÁNCHEZ

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