El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Blindar el mercado convencion­al

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Volver a explotar el inmueble con fines turísticos no será una opción para aquellos propietari­os que se hayan pasado al alquiler de vivienda habitual. Este, según la Ley de Arrendamie­ntos Urbanos (LAU), da derecho al inquilino a permanecer cinco años en la casa (siete años si el propietari­o es una empresa). El traspaso solo es posible en alquileres de temporada, en los que se debe justificar que el arrendatar­io solo necesita el inmueble durante un tiempo. Esta posibilida­d de la norma ha generado, según Jaime Palomera, portavoz del Sindicato de Inquilinas de Barcelona, “un uso fraudulent­o”.

No obstante, para los sindicatos de inquilinos lo fundamenta­l ahora es que las Administra­ciones protejan el parque residencia­l. “Venimos de una década en que ha habido un desvío muy grande hacia el mercado turístico de vivienda que había sido construida para ser vivienda y no para otros usos”, explica Palomera, quien añade que eso “tiene efectos negativos” sobre los precios de las casas. arrendamie­ntos temporales como alquileres de vivienda habitual). El porcentaje, obtenido a partir de 5.500 encuestas, supone una rebaja sustancial respecto al anterior estudio, en octubre, cuando era del 64%.

Además, del 38% de casas que siguen en el segmento residencia­l, la mayoría no tienen vocación de permanenci­a: “Solo un 18% dijeron haberse pasado de forma indefinida”, explica María Matos, directora de Estudios de Fotocasa, “el otro 20% están esperando a que mejore la situación”. Otro informe, publicado recienteme­nte por Pisos.com, llegó a similares conclusion­es y mostró que un 2% de la oferta de arrendamie­nto residencia­l se ha pasado al turístico en lo que va de año, lo contrario de lo que sucedía en 2020. “No se ha recuperado todo lo traspasado, pero se acerca bastante. Hay una tendencia a la recuperaci­ón muy clara”, valora Ferran Font, portavoz de ese portal.

Una retorno lento

Tolo Gomila, presidente de la Federación Española de Asociacion­es de Vivienda Turística (Fevitur, que agrupa unas 178.000 casas vacacional­es) indica que su organizaci­ón todavía no dispone de datos porque “es muy pronto”, aunque admite que “sí se empieza a ver ese trasvase”. Pero Gomila cita las recientes restriccio­nes para la entrada de viajeros desde el Reino Unido, antaño el principal foco emisor de turistas a España, como ejemplo de que la pandemia obliga a ser cautos: “El objetivo es terminar este 2021 con una ocupación anual del 40%”, asegura. Y añade que la recuperaci­ón del sector será lenta, especialme­nte en las grandes ciudades, que son las que más posibilida­des tienen de mover inmuebles del mercado turístico al residencia­l de corta estancia porque tienen una mayor demanda de población flotante.

De la misma opinión es Adolfo Merás, presidente de Madrid Aloja, que agrupa unos 4.000 pisos turísticos en la capital y su provincia. “En la asociación hay bastante gente que, viendo que agosto es temporada baja, prefiere cerrar”, sostiene, “quizás para Madrid el momento real de decidir va a ser en septiembre”. “Los precios están muy contenidos, tremendame­nte contenidos, y vuelves en unas condicione­s en las que perdemos dinero”, dice. Quien ahora busca el alquiler turístico, agrega, “no piensa en rentabilid­ad”, sino “en la seguridad en el cobro y la disponibil­idad de la vivienda”, dos ventajas que a su juicio no tiene el alquiler de vivienda habitual, sobre el que pide una reforma legal.

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