Los españoles han incorporado a la lista de la compra las cirugías y los tratamientos estéticos. El año pasado gastaron 2.660 millones de euros a pesar de la crisis económica
pasado año en España. Más de 8 de cada 10 fueron mujeres, aunque los hombres suponen ya el 15% y creciendo (hace muy pocos años solo representaban el 2%). Las españolas demandan, sobre todo, cirugías de aumento de pecho (también de elevación y reducción) y liposucciones, prácticamente lo mismo que las mujeres del resto del mundo. Los hombres se decantan por corregir la ginecomastia, la liposucción de alta definición (marca los abdominales), el injerto capilar, la blefaroplastia, la otoplastia y la eliminación de papada.
La demanda no flojea
La fortaleza del sector español se viene forjando desde hace algunos años. La industria “ha registrado un crecimiento de entre el 15% y el 20% en la última década”, señala Francisco Gómez Bravo, cirujano plástico y presidente de la Asociación Española de Cirugía Estética Plástica (Aecep), organización que aglutina a 155 cirujanos de prestigio.
Pero su robustez ha quedado al descubierto precisamente con la pandemia, que apenas ha impactado en sus cuentas. Ni en su demanda. La facturación del sector (englobando procedimientos quirúrgicos y tratamientos estéticos) alcanzó 2.660 millones de euros en 2020, tan solo un 5% menos que en 2019, cuando fue de 2.800 millones de euros, según la Aecep. Si se tiene en cuenta solo la cirugía plástica estética —más costosa: entre 3.000 y 6.000 euros de media—, “la facturación cayó un 30% en 2020”, añade Nélida Grande, vicepresidenta de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre). Estos descensos se circunscriben a los dos meses y medio de confinamiento estricto en los que las clínicas permanecieron cerradas. Así, el sector, que genera en torno a 100.000 puestos de trabajo, pasó el examen con cierta holgura: pensemos que, por ejemplo, los ingresos de la moda textil en España cayeron un 25%, que la restauración perdió el 42% de su facturación y que el cine registró un descenso del 72%.
Incluso se podría decir que la pandemia ha sido un revulsivo para este sector porque, además de la demanda acumulada de pacientes ya convencidos, atrajo a nuevos clientes que nunca habían pisado una clínica, que por vez primera se acercaron a este mundo de rellenos, prótesis, cánulas y jeringuillas. De hecho, en la primavera de 2020 hubo saturación en muchos centros estéticos y largas listas de espera. “A partir de junio empezó un bum, fue una cosa espectacular. La gente se operó de forma más alegre, sin que el dinero fuera el factor decisivo”, constata César Casado, responsable del servicio de cirugía plástica, estética y reparadora del Hospital Ruber Internacional.
Que en aquellos meses tan
La facturación de la industria al completo apenas se redujo un 5% durante el pasado año
El bum se debe al ahorro acumulado en los hogares y a las ventajas del teletrabajo
complicados de contagios —aún hoy lo son— tantísimas personas acudiesen a las clínicas estéticas es algo que sorprendió incluso a los médicos. “No habíamos previsto que esto pudiese ocurrir, que los pacientes, después de la primera ola, se animasen a dar el paso”, arguye Francisco Gómez Bravo. El cirujano Antonio de la Fuente, que lleva 45 años realizando cirugías plásticas y estéticas, recuerda que los pacientes “acudían con la decisión tomada, algo que no es habitual puesto que suelen visitar a varios especialistas antes de decidirse”. Aunque en su consulta hay una clientela muy estable, sí notaron “un ligero aumento de mujeres jóvenes, de entre 20 a 30 años”, añade. Algo que corroboran en la Secpre: “Se operaron muchas más pacientes jóvenes que solicitaron intervenciones mamarias”.
Varios fueron los motivos de este bum de retoques en medio de oleadas continuas de contagios. El principal fue el colchón de ahorro acumulado por los hogares españoles: la tasa se dispa
2.000-4.000 euros 5.000-9.000 euros