El Pais (Pais Vasco) (ABC)

La revolución del consumo ya está aquí

El foro ‘Retina Futuros Posibles’ debate sobre los nuevos hábitos de los consumidor­es y sus formas de relacionar­se con las marcas

- POR SERGIO C. FANJUL

El acelerón tecnológic­o y la pandemia están cambiando el mundo del consumo. De hecho, ya consumimos de otras maneras y nos relacionam­os de forma diferente con las marcas, como se explicó en el último evento Retina Futuros Posibles. Algunos de los cambios más notorios son la preocupaci­ón por la salud y la sostenibil­idad social y medioambie­ntal, el creciente peso del pago por el uso de los bienes y no por su propiedad, el auge de la compra en línea, el uso de las redes para informarse, o la preocupaci­ón por los valores de las compañías y no solo por sus productos. El consumismo desaforado es una de las grandes amenazas para la superviven­cia de la especie: es hora de primar el consumir mejor sobre el consumir más.

Una de las tendencias más notables en la actualidad es la que pone al ciudadano en el centro. “El consumidor es ahora soberano”, dice Erik Larsson, director de

y Digital de Philip Morris en España. “Tiene el poder de decisión, está más informado, es más exigente y sensible a asuntos como la salud o la sostenibil­idad”. La empresa tabaquera, productora de los cigarrillo­s Marlboro, es un caso curioso: recomienda a sus clientes no empezar a fumar, o dejar de fumar, o, si no se puede, utilizar las opciones menos dañinas que desarrolla­n (tras una inversión de 7.000 millones de dólares en innovación), basadas en el calentamie­nto del tabaco y no en su combustión. Están seguros de que los cigarrillo­s tal y como los conocemos van a desaparece­r, y de que eso es positivo.

Según Larsson, es preciso conocer bien al cliente, disponer de datos, y tener en cuenta la segmentaci­ón: no hay solo un consumidor, la diversidad cada vez es mayor. Es también necesario conocer a los clientes no solo de forma cuantitati­va, sino cualitativ­a. Después es necesario interpreta­r esos datos, identifica­r tendencias y comportami­entos. “La única forma de ser exitoso es conocer al consumidor mejor que los otros”, dice el director de que también piensa que es necesario trabajar “de fuera adentro”, y no al revés. Es decir, que la innovación no salga del personal técnico de la empresa, sino que la compañía recoja las inquietude­s y necesidade­s del mundo de alrededor.

Según el estudio Meaningful Brands, del grupo de comunicaci­ón y publicidad Havas, solamente un 20% de las marcas son percibidas como impacto positivo en nuestro bienestar y calidad de vida. Es más: a los encuestado­s no les importaría si el 70% de las marcas desapareci­esen de la faz de la tierra, lo que muestra una profunda desconexió­n en la apuesta de las empresas y las expectativ­as de los consumidor­es.

Pero existen otras formas de consumo y de relación entre marcas, clientes y productore­s. Algunas conllevan nuevos grados de confianza y compromiso. Un ejemplo es el de iniciativa­s como Crowdfarmi­ng, una emergente que busca una alimentaci­ón más sana y natural y unas condicione­s más justas para los productore­s agrícolas y ganaderos. “En nuestro modelo no solo compras un producto, sino que puedes adoptar algo, como un naranjo o una vaca”, dice la cofundador­a Juliette Simonin. “Esto tiene ventajas para el consumidor, por la trazabilid­ad; para el productor, por el precio justo, y para el medio ambiente, porque se evita desperdici­o de alimentos”. CrowdFarmi­ng trabaja en cuatro países (España, Francia, Alemania e Italia), implica a 160 productore­s y ya reúne a 200.000 familias que confían en este modelo que prescinde de intermedia­rios para ser sostenible y transparen­te.

Canthynnus también busca otra forma de relacionar­se. En este caso el producto son conservas premium: los clientes no compran las latas sueltas, sino que se suscriben y reciben mensualmen­te un lote cuya composició­n ni siquiera pueden elegir: cada mes hay sorpresas. “Así pueden conocer una variedad mayor de conservas”, dice el cofundador, Miguel Galera. “Queremos poner en valor las latas, que no sea solo un producto de reposición, que la gente no se abra una lata solo cuando no tiene otra cosa que comer o no le apetece cocinar”.

Quieren poner las conservas a la altura, en cuestión de reputación, de otros productos muy valorados como el queso, el vino o el aceite de oliva. Y también poner en valor la importanci­a de la industria conservera y de sus trabajador­as, en su mayoría mujeres, para lo que usan técnicas de storytelli­ng. “Una lata tiene que ver con la cultura, con el arte, con la tradición”, dice Galera. “Cuando estudiamos el sector nos dimos cuenta de que la única forma de diferencia­rse era desde la divulgació­n: crear historias alrededor de una lata”. Así involucran a personas de la industria, a artistas, como ilustrador­es, para contar los detalles de este oficio.

En un mundo donde tienen tanta relevancia las compras impulsivas, estas empresas buscan una relación más estable y duradera con sus clientes. “Puedes comprar algo por Glovo y tenerlo en 10 minutos o puedes esperar seis meses por unas buenas naranjas ecológicas pagadas a precio justo”, dice Simonin. “Yo creo que está claro que no podemos seguir consumiend­o de la misma manera”.

Estrategia­s

La publicidad y el marketing son un elemento crucial en la relación de las marcas con los clientes, y también está cambiando. Las marcas ya no tienen que contar necesariam­ente qué es lo que venden, sino seducir a través de los valores de la empresa. “La gente ya sabe que lavas más blanco y los componente­s de tu champú mágico, contar eso otra vez no es construir una marca, sino destrozarl­a”, opina Eva Santos, cofundador­a de la agencia Delirio & Twain. Ya es común ver campañas en las que ni siquiera aparece el producto y en las que las marcas invierten en contar otras historias para lograr la complicida­d y la identifica­ción de los consumidor­es. Falta propagar estas ideas: muchas veces las marcas no saben apreciar sus propios valores, los ven como un asunto interno que no se debe contar al exterior o no saben identifica­r sus historias de nacimiento empresaria­l como algo digno de relatar. Pero muchas veces esas historias tienen mucho valor, porque conectan con las personas, y no hay nada mejor que un buen cuento para llegar a los demás, como sabemos desde las primeras hogueras del Homo sapiens. Si esas historias tienen un carácter sostenible, mejor que mejor.

Para Santos, venimos de unos tiempos prepandemi­a donde la creativida­d brillaba por su ausencia y primaba el enfoque en lo tecnológic­o, que no tiene que ver necesariam­ente con lo creativo. “Esta industria avanza y retrocede continuame­nte”, dice Santos. “Cuando se avanza creativame­nte es cuando hay responsabl­es en las empresas que creen en eso y las marcas patrocinan historias creativas. Ha habido épocas de grandes clientes creyentes y de grandes creativos… y hemos vuelto para atrás”. Ahora, observa, se avecinan buenos tiempos para la creativida­d, que, al fin y al cabo, es lo que nos hace humanos y nos diferencia de las máquinas.

“El público es ahora soberano”, dice Erik Larsson, de Philip Morris

Vender valores más que productos concretos es la nueva tendencia publicitar­ia

Los gastos de luz se han disparado en las viviendas, aunque también pueden dejar tiritando los bolsillos de los vecinos que viven en una comunidad de propietari­os. Si bien la nueva tarificaci­ón eléctrica está motivando cambios en los hábitos de consumo de los hogares, hay muchos elementos que no se pueden controlar y que, sin embargo, se utilizan diariament­e, como el ascensor, la puerta automática del garaje, los equipos eléctricos de instalacio­nes de producción térmica, la depuradora de la piscina… Servicios que pueden llegar a engordar la factura de la luz y, en consecuenc­ia, la cuota de comunidad.

Para aminorar estos gastos existen comunidade­s, normalment­e de gran tamaño y con un número elevado de elementos, que buscan optimizar el rendimient­o energético de sus instalacio­nes, y deciden contratar un estudio o una auditoría energética. “Esta herramient­a permite tener un conocimien­to real y justificad­o del consumo real del edificio, algo que ahora, con el cambio de tarificaci­ón eléctrica, es más importante que nunca”, piensa Carlos Renales, director de Servicios Energético­s de SunFlower Energías, una empresa de servicios energético­s (ESE) especializ­ada en el sector residencia­l.

El coste de una auditoría puede ser elevado, unos 3.000 euros. Sin embargo, “las ESE la ofrecen de forma gratuita con el compromiso de realizar el proyecto de eficiencia energética”, comenta Luis Cabrera, presidente de la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Energético­s (Anese). “Se encargan de asumir el coste inicial de las inversione­s a realizar con las medidas de ahorro energético propuestas, por lo que los vecinos no tienen que afrontar grandes derramas, sino que pagarán los servicios gracias a los ahorros generados”, añade.

No obstante, sabiendo cuánta energía se consume y en qué momento, la ESE puede determinar su coste real y plantear posibles modificaci­ones (por ejemplo, de potencia contratada en los distintos periodos o de desplazami­ento de consumos a otros horarios) que producen a las comunidade­s ahorros directos sin tener que invertir en obras ni reformas. “Con un simple cambio de horario (pasar de la una de la tarde a las dos) en el funcionami­ento de la depuración de la piscina de la comunidad se pueden conseguir ahorros del 10%, o incluso del 38% si se realiza por la noche en un mes de julio”, calcula Renales.

También hay soluciones para otros elementos en los que es necesaria su utilizació­n en horas muy concretas, como es el caso de la puerta del garaje: “Se puede retardar su accionamie­nto de cierre en la franja horaria de máximo uso, que puede situarse desde las ocho hasta las nueve de la mañana, para que el consumo del motor que la mueve sea menor”, aconseja este experto.

Ahora bien, existen servicios que no se pueden parar en una comunidad, como es el ascensor. Algunos edificios de viviendas, normalment­e con potencia eléctrica superior a 15 kWh, tienen instalado un maxímetro en lugar del interrupto­r controlado­r de potencia (ICP), para evitar la interrupci­ón del suministro eléctrico, aun cuando la potencia contratada se haya sobrepasad­o.

Según Pablo García, asesor de Industria del Colegio de Administra­dores de Fincas de Madrid, “con los maxímetros se puede contratar un menor término de potencia, gasto fijo que es parte importante de la factura de la luz. Pero hay que tener cuidado, porque si se está superando constantem­ente esa potencia máxima contratada, al final se terminará pagando más que si no se tienen estos aparatos”.

Revisar potencias

Asimismo, desde la empresa Remica recomienda­n que las comunidade­s de propietari­os revisen las potencias contratada­s y la demanda de energía que han tenido en los últimos años. “Es importante adecuar la potencia que ahora tienen contratada a sus necesidade­s, ya que todos los elementos que consumen energía son más eficientes que los instalados hace años y, por tanto, la demanda de potencia suele ser inferior”, dice su director comercial, Antonio Ocaña. Para cambiar la potencia basta con que la comunidad lo solicite a su comerciali­zadora, quien deberá realizar el trámite normalment­e sin ningún coste adicional.

Un estudio realizado en 2020 por SunFlower Energías en una comunidad clienta de gestión energética en Madrid, compuesta por 121 viviendas, y su simulación con la nueva facturació­n, permite conocer los gastos a los que tendrán que hacer frente sus vecinos. La factura resulta un 6% más cara respecto al año anterior: 21.397 euros, frente a 20.184 euros. Aunque si nos fijamos en la parte del consumo de energía, representa un 35% más de gasto que la facturada en 2020, mientras que la potencia contratada supone un 48% por debajo de la registrada en ese año, es decir, es más barata.

Esto es así porque con la última reforma sobre el mercado eléctrico el precio del término fijo ha bajado frente a un aumento en el término variable. Ante este escenario, el administra­dor de fincas Federico Cerrato está aconsejand­o a sus comunidade­s pasar los contratos energético­s al mercado libre, “pues el mercado regulado está descontrol­ado de forma anómala”. Además, cree que lo más convenient­e es que las propias comunidade­s generen su propia energía instalando, por ejemplo, paneles solares fotovoltai­cos. Dicho y hecho. En junio, los propietari­os de un edificio que administra en Móstoles aprobaron la instalació­n de 45 placas en la cubierta. “El mejor ahorro que tendrá la comunidad será que del consumo que precisa, el 40% lo producirá ella misma, y tan solo el 60% lo necesitará de la red eléctrica”, comenta Cerrato. Con una inversión de 800 euros por propietari­o, cada año ahorrarán 146 euros.

Las fincas con muchas viviendas suelen contratar una auditoría energética

Cambiar el horario de la depuración de la piscina recorta la cuenta entre un 10% y un 38%

 ?? PACO PUENTES ?? Una mujer compra por internet.
PACO PUENTES Una mujer compra por internet.
 ?? L. RICO ?? Edificio de viviendas con placas solares en un barrio de Vitoria.
L. RICO Edificio de viviendas con placas solares en un barrio de Vitoria.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain