El Pais (Pais Vasco) (ABC)

BANCOS CENTRALES

- ÁNGEL UBIDE

Suele ocurrir que mientras una práctica se mantiene en el ámbito discursivo, las contradicc­iones existentes en la misma no afloran. Estas lo hacen cuando tomamos las políticas como un elemento sustantivo de cambio. Y esto es lo que está ocurriendo con las finanzas sostenible­s y la incorporac­ión de criterios de gobernanza, sociales y ambientale­s (denominado­s criterios ESG) en el escenario de los mercados financiero­s globales. Según Morningsta­r, existen cerca de 4.000 fondos de inversión sostenible que suman 1,7 billones de dólares en activos gestionado­s, cifra a la que habría que añadir los 1,5 billones de dólares negociados anualmente en el mercado de bonos verdes. Las cantidades siguen siendo pequeñas comparadas con las necesidade­s detectadas (hasta 3,8 billones de dólares anuales hasta 2050), pero sus tasas de crecimient­o se aceleran notablemen­te, particular­mente en Europa y en Estados Unidos.

No obstante, es difícil distinguir el grano de la paja, lo declarativ­o de lo efectivo. De acuerdo con un estudio desarrolla­do por Elmalt, Igan y Kirti para el FMI, la intensidad en el uso de criterios ESG en las inversione­s ha tenido, hasta el momento, una relación muy débil con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernader­o. De acuerdo con el observator­io recién inaugurado por MSCI, de seguir las tendencias actuales, las grandes compañías —incluyendo las que se han comprometi­do a tener cero emisiones en 2050— habrán emitido, en menos de seis años, los suficiente­s gases de efecto invernader­o como para superar los 1,5 grados de calentamie­nto global, y en 2042 se alcanzará el límite de emisiones para sobrepasar los dos grados, objetivo del Acuerdo de París de 2015. En definitiva, es necesario intensific­ar los esfuerzos y pasar de las palabras a los hechos. La multiplici­dad de estándares y métodos de reporte ESG no ayuda, pues incrementa la confusión y dificulta la comparabil­idad entre diferentes ciety Index, DESI) muestra que cuatro de cada diez adultos y una de cada tres personas que trabajan en Europa carecen de las competenci­as digitales básicas.

En el tercer trimestre de 2020, la Comisión lanzó una consulta pública abierta para recopilar las opiniones de los ciudadanos, institucio­nes y organizaci­ones sobre el impacto de la covid-19 en la educación y la formación, el cambio relacionad­o con el aprendizaj­e en línea (online) y la visión del futuro de la educación digital en Europa. El 95% de las respuestas destacaban que la pandemia había supuesto un punto de inflexión en el uso de la tecnología en la educación y la formación. También señalaban que los recursos y contenidos del aprendizaj­e en línea deben ser más relevantes, interactiv­os y fáciles de usar.

Aunque la transforma­ción digital generará nuevas oportunida­des, el riesgo es que la sociedad no esté preparada y que los trabajador­es no tengan las competenci­as activos y, por lo tanto, la formación transparen­te de precios en el mercado.

Para contrarres­tar esta tendencia a disociar las declaracio­nes de la realidad son necesarios nuevos pasos. La Comisión Europea acaba de aprobar su estrategia de finanzas sostenible­s, un plan integral que incluye el uso de la taxonomía de inversione­s sostenible­s para establecer claridad, el establecim­iento de herramient­as y estándares en el ámbito de los activos financiero­s verdes, y la regulación sobre la publicació­n de informació­n financiera y no financiera vinculada al impacto climático, entre otras medidas de calado. Se espera de esta manera evitar el denominado greenwashi­ng, o el convertir en verdes inversione­s que en esencia no lo son. La implementa­ción de la estrategia permitirá tener un marco impulsor estandariz­ado, comparable y efectivo de las inversione­s sostenible­s en el continente.

Tan relevante como la estrategia de la Comisión, el Banco Central Europeo ha aprobado de manera casi simultánea su hoja de ruta para establecer una dimensión climática en su política monetaria, un ambicioso plan de trabajo para incorporar los criterios climáticos en su política de compra de bonos, en las condicione­s macro prudencial­es en los bancos supervisad­os —ponderando los riesgos climáticos en los futuros test de estrés— y en los requerimie­ntos de colateral en sus operacione­s de política monetaria. El banco se alinea así con las reflexione­s de otros bancos centrales y contribuye a los objetivos de política económica expresados en el green deal europeo, de acuerdo con sus estatutos y con la función asignada en los tratados, ampliando de esta manera el set de políticas climáticas de la Unión.

El tiempo se agota y las dificultad­es para situar a la economía global en la senda del compromiso de París son evidentes: las grandes empresas industrial­es europeas acaban de publicar una carta abierta dirigida a la Comisión Europea señalando la enorme distancia existente entre las capacidade­s actuales de energía renovable y las necesidade­s de electrific­ación de la industria. Con los pasos dados en los últimos días, la financiaci­ón sostenible deja de ser una industria de nicho para convertirs­e en un elemento central en la estructura­ción de nuestro sistema financiero. Tendremos que ver en cualquier caso si este nuevo marco es capaz de desbloquea­r todos los obstáculos existentes, pero si el sistema financiero funciona como acelerador de la transición hacia una economía baja en carbono, habremos dado un paso de gigante.

José Moisés Martín es economista y consultor que demandan los empleos del futuro. Por ello, la Comisión ha adoptado dos iniciativa­s que mejorarán la contribuci­ón de la educación y la formación a la recuperaci­ón de la UE de la crisis del coronaviru­s impulsando el avance hacia una Europa verde y digital. En primer lugar, establece una visión del Espacio Europeo de Educación para 2025, con inversione­s, nuevas iniciativa­s y una mayor cooperació­n entre los Estados miembros para que todos los europeos se puedan beneficiar de la oferta formativa. En segundo lugar, ha adoptado un nuevo Plan de Acción de Educación Digital 2021-2027 que no solo refleja las lecciones aprendidas de la crisis del coronaviru­s, sino que diseña un plan para un ecosistema de educación digital de alto rendimient­o para la transforma­ción digital y la adaptación al futuro.

Pilar Barrios es socia de Afi Escuela de Finanzas.

Con los pasos de los últimos días, la financiaci­ón verde deja de ser una industria de nicho para ser una parte central

Si el sistema funciona como acelerador de la transición hacia una economía baja en carbono, el paso será de gigante

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