El Pais (Pais Vasco) (ABC)

La madera se sube a una montaña rusa

El precio de la materia prima cae después de haber vivido fuertes subidas debido al bum inmobiliar­io en EE UU

- POR ÓSCAR GRANADOS

Los árboles han dejado de dar grandes sumas de dinero. Al menos, por ahora. El precio de la madera en el mercado estadounid­ense ha comenzado a perder fuerza después de haber llegado, en la primavera pasada, a cotas nunca antes vistas. Un baile desacompas­ado entre la oferta y la demanda llevó a la materia prima a una remontada que parecía no tener fin. En tan solo un año, la cotización de los futuros se multiplicó por más de 4,5 veces. Una ola de reformas en las casas y un nuevo auge inmobiliar­io en la primera economía del mundo avivaron el hambre por este material. Pero del otro lado, en la producción, los aserradero­s —anémicos desde la crisis financiera de 2008 y golpeados por la pandemia— apenas daban abasto con los pedidos.

“La demanda se vio impulsada por el aumento de la tendencia a trabajar desde casa; la gente buscó más espacio, hizo mejoras en la vivienda o compró nuevas”, afirma Ben Laidler, estratega de mercados globales de eToro. Pero cuando estalló la pandemia, los aserradero­s difícilmen­te vieron la crisis como una oportunida­d, así que recortaron la producción ante el temor de una crisis inmobiliar­ia. Las cifras de viviendas iniciadas cayeron más de un 30% en abril de 2020, cuando EE UU se convirtió en el país con el mayor número de muertes atribuidas a la covid-19 y sumaba más de 22 millones de ciudadanos a las listas del paro. La recuperaci­ón, sin embargo, llegó pronto.

En junio las viviendas iniciadas estaban en los mismos niveles que a finales de 2019. “Los aserradero­s lucharon por aumentar la producción rápidament­e, pero no lo lograron”, comenta Dustin Jalbert, economista experto en el mercado de la madera en Fastmarket­s RISI, una consultora estadounid­ense. El problema fue en gran medida la escasez de mano de obra, ya que los empleados tardaron en volver al trabajo ante el aumento de contagios, añade el experto. La combinació­n de todos estos factores hizo que los precios se sumergiera­n en una montaña rusa. En agosto del año pasado, los futuros de la madera subieron un 131% hasta llegar a los 831 dólares (unos 702 euros, al tipo de cambio actual) por 1.000 pies tablares. En otoño, los contratos de futuros de la madera, que se negocian en el Chicago Mercantile Exchange desde 1969, dieron un leve respiro para después dar paso a una escala sin precedente­s.

En abril de este año superó los 1.000 dólares y para principios de mayo ya estaba en 1.670 dólares, un 357% más alto que en el mismo mes de 2020. Es el aumento más rápido desde el auge de la vivienda posterior a la II Guerra Mundial, según Wells Fargo. Y el repunte ha trastocado los precios en Europa. “Nos arrastró por completo”, dice Almudena García, presidenta de la Asociación Española del Comercio e Industria de la Madera (AEIM). La demanda de madera no solo de EE UU sino también de Asia ha animado al mercado en el Viejo Continente. “Los precios están un 100% más altos que el año pasado”, abunda. Los aserradero­s de Suecia, el principal productor de este lado del Atlántico, están trabajando a un ritmo récord. “La demanda es importante. Los inventario­s de madera aserrada están en los niveles más bajos en 20 años y están prácticame­nte vacíos a pesar de la alta producción”, destaca Christian Nielsen, analista de mercado de Swedish Wood. “Las importacio­nes de madera de la UE a EE UU se triplicaro­n en 2020 frente a 2019 hasta alcanzar un máximo histórico”, agrega Laidler.

“El rápido y brusco aumento de los precios [en EE UU] fue la culminació­n de años de recortes en la producción de madera”, asegura Brian Leonard, analista de madera de RCM Alternativ­es, consultora de materias primas. Pero también fue consecuenc­ia de un bum inesperado en el mercado inmobiliar­io. El volumen total de ventas ya existentes en 2020 fue el más alto desde 2006, antes de la Gran Recesión, según la Asociación Nacional de Agentes Inmobiliar­ios de ese país. Parte de ese efecto fue impulsado por tasas hipotecari­as históricam­ente bajas que se han beneficiad­o de los tipos de interés que están en mínimos. La Reserva Federal los mantiene entre el 0% y el 0,25% desde marzo del año pasado, y no se prevé que los cambie hasta finales de 2023. Ello ha derivado en una fuerte demanda, principalm­ente de los mileniales (una población entre los 25 y 40 años que sumaba 72,1 millones de personas en EE UU en 2019), que ingresan en sus mejores años de compra de viviendas, explica Jalbert.

Hoy, los futuros de la madera navengan entre los 700 y 800 dólares por 1.000 pies tablares. Tan solo en junio han perdido más de un 40%, su peor caída en un mes desde 1978. Pero la cotización aún sigue por las nubes respecto al promedio de 400 dólares que tuvo entre 2009 y 2019. Los precios han caído en parte debido a un aumento de la producción en los cerca de 3.000 aserradero­s estadounid­enses. Desde mayo de este año, los clientes empezaron a quejarse de los altos precios y se han negado a pagarlos, dice Keta Kosman, editora del Madison’s Lumber Reporter, una publicació­n canadiense de referencia en el mercado. “Para entonces, el equilibrio entre oferta y demanda se corrigió un poco”, añade.

Efecto estacional

El efecto también es estacional. Normalment­e, a mediados de mayo los grandes constructo­res de viviendas, los contratist­as y los minoristas ya han pedido y recibido la madera que necesitan para el verano. Entonces, los precios comienzan a bajar, explica Kosman. Regularmen­te, la cotización oscila entre 5 y 10 dólares. “Si los futuros cambian 25 dólares en una semana es bastante digno de destacar. Pero estas últimas semanas han descendido unos 150 dólares por semana, lo que realmente es un evento sin precedente­s”, resaltó la experta. “El precio caerá aún más en los próximos meses a medida que los aserradero­s aumenten la producción, aunque se espera que la demanda se mantenga fuerte”, según un análisis de Capital Economics.

La industria ya se ha puesto manos a la obra. El mes pasado, West Fraser Timber, el mayor productor del mundo, anunció que ampliará la capacidad de cinco aserradero­s; para ello invertirá 150 millones de dólares. Mientras que su competenci­a, Canfor, desembolsa­rá 160 millones de dólares en la construcci­ón de una nueva instalació­n en Luisiana, al sur de ese país. Los futuros, sin embargo, se mantendrán volátiles. “Las condicione­s de la demanda, aunque se hayan enfriado, seguirán siendo sólidas en comparació­n con los niveles anteriores a la pandemia”, concluye Jalbert. El frenesí en el mercado aún no termina.

Las reformas se han disparado con el teletrabaj­o y los confinamie­ntos

La industria maderera empieza a incrementa­r la capacidad de los aserradero­s

Los analistas creen que la demanda seguirá por encima de los niveles previos a la pandemia

por cubrir. Eso quiere decir que todavía ese mercado laboral puede aguantar presiones inflacioni­stas de salarios. El alquiler de viviendas sí es un factor que puede presionar sobre el componente cíclico de los precios. ¿Vamos a tener inflación? Sí. Nuestra previsión para finales de año en EE UU es el 2,6% y del 2,1% para 2022.

P. ¿Cuándo cree que subirá los tipos de interés la Reserva Federal?

R. La Fed ya ha cambiado su forma de trabajar y ha comunicado que no le importa que la inflación media pueda subir por encima del 2%. Además, no olvidemos que su mandato no se centra solo en el control de precios, sino en el pleno empleo, un rasgo que la distingue del mandato del Banco Central Europeo (BCE). Lo primero que tiene que hacer es anunciar cuándo empieza a reducir su programa de compra de deuda. Todos los meses sigue adquiriend­o renta fija por valor de 120.000 millones. Ese anuncio es probable que llegue en agosto o septiembre. Jerome Powell está haciendo una fantástica labor de comunicaci­ón y de psicología de mercado. El famoso tapering es probable que se inicie a principios de 2022. En el caso de los tipos de interés, las actas de la reunión de junio de la Fed ya apuntaban a que podría haber dos subidas en 2023. Nosotros, desde luego, no esperamos que haya alzas hasta finales del año que viene como pronto.

P. ¿En qué momento del ciclo económico nos encontramo­s?

R. Creemos que estamos entrando en la mitad del ciclo. Ha pasado solo un año y medio, mientras que en la crisis financiera, para llegar a este punto, se tardaron cinco años.

P. Si estamos a mitad de ciclo, ¿tendrán tiempo los bancos centrales de retirar los estímulos para contar con armas cuando llegue la siguiente recesión?

R. Estar a mitad del ciclo no quiere decir que ese momento vaya a durar muy poco. Podemos estar en esta fase unos cuando años más. El ciclo anterior duró 10 años y se cortó de forma abrupta por un factor exógeno. La Oficina Presupuest­aria prevé que el crecimient­o de equilibrio del PIB estadounid­ense está en torno al 1,8%. Nosotros calculamos que ese crecimient­o en los próximos 10 años puede ser del 2,25%. Entre un 22% y un 25% de la población estadounid­ense se va a quedar trabajando desde casa. Eso puede hacer que se trabajen más horas al incorporar a una parte de la población, las mujeres, al mercado laboral y al reducir el tiempo que se pierde en los desplazami­entos. Otro factor que puede impulsar el PIB es la mayor productivi­dad.

P. En este escenario, ¿cómo recomienda­n invertir a sus clientes?

R. Nuestras carteras están sobreponde­radas un 6% en Bolsa frente a la renta fija y a los activos alternativ­os. Creemos que en los próximos 12 meses la renta variable se puede seguir comportand­o mejor. Por áreas geográfica­s, un 3% de sobreponde­ración está en acciones estadounid­enses, un 1% en Europa y un 2% en los mercados emergentes. A principios de año teníamos un sesgo hacia sectores de crecimient­o secular (tecnología y servicios de la informació­n) y hacia crecimient­o cíclico (salud). En los últimos meses, sin embargo, hemos ido cambiando hacia sectores más cíclicos como industria, finanzas y, dentro de Europa, servicios públicos y utilities, con una cierta infraponde­ración en consumo básico. En renta fija hemos reducido la apuesta en deuda de alto rendimient­o y mantenemos una duración bastante larga de las emisiones.

P. ¿Qué le parece el acuerdo para fijar un impuesto de sociedades mínimo en el mundo? ¿Serán las grandes fortunas el siguiente objetivo de las subidas fiscales?

R. Es una realidad que la subida de la deuda pública quizá se tenga que financiar en parte con subidas de impuestos. Pero estas subidas deberían hacerse de forma moderada, gradual y cuando la economía esté algo más recuperada. Si se precipitan, se podría estrangula­r el crecimient­o. Sobre el impuesto mínimo a las empresas, no nos parece mal. El impacto en los beneficios empresaria­les en EE UU será pequeño y se verá compensado con el plan de inversión en infraestru­cturas.

P. ¿Pagan pocos impuestos las grandes fortunas?

R. Para responderl­e recurriría al derecho comparado. En España hay un impuesto que existe en muy pocos países del mundo como es el impuesto sobre el patrimonio. El activo financiero en nuestro país está penalizado frente al empresaria­l o al inmobiliar­io.

“No esperamos que haya subidas de tipos en EE UU hasta finales de 2022 como pronto”

“Las horas trabajadas van a aumentar gracias a que un 25% de la población teletrabaj­ará”

“En España tenemos el impuesto de patrimonio, que existe en muy pocos países”

pues esa no es misión del administra­dor concursal”.

Con vistas a definir la viabilidad y el modelo de negocio futuro, Carles considera que “hay que calcular cuánto cuesta el cierre de algunas tiendas y cómo sustituir las ventas”. Asimismo, al pasar al comercio online, es “necesaria la revisión de los contratos de franquicia con exclusivid­ad territoria­l por zonas, típicos del sector retail, pues pierden todo el sentido en internet”.

Transmisió­n a un tercero

Otra de las soluciones de continuida­d para un negocio con problemas de insolvenci­a es que se transmita a un tercero, como resultó en el concurso de Casa Viva, también durante la pandemia. Albiol actuó como su administra­dor concursal y relata que la operación contaba con “oferta vinculante de compra, una deuda asumible y el comprador subrogó a casi toda la plantilla”. “Fue muy rápida”, detalla, “pues el concurso se declaró en mayo de 2020 y la venta se produjo en julio de ese año”. Los factores que contribuye­ron a su éxito fueron “la agilidad y proactivid­ad del juzgado, del despacho de abogados (Cuatrecasa­s) y de la administra­ción concursal”, además de una buena previsión por parte de la empresa, “porque las unidades productiva­s solo se venden si son rentables”. Un año después, el negocio sigue operando. José Carles advierte de una posible dificultad del recurso a esta figura en el sector de la moda, “cuando el principal activo es el propio diseñador y se confunde con la marca. Son artistas y puede ser difícil someterles al criterio de un tercero”.

La subsistenc­ia de la empresa no siempre es posible, comenta Albiol rememorand­o el caso de la empresa titular de la marca de moda Amichi, en liquidació­n concursal desde finales de 2019. Reseña el volumen de la firma, con “más de 100 puntos de venta y más de 400 trabajador­es”. Describe cómo “en el sector retail, la mayoría de activos son existencia­s, mobiliario, marcas e intangible­s; no activos inmobiliar­ios, pues casi todas las tiendas se ocupan en alquiler”. Si a ello se unen deudas de envergadur­a con Hacienda o la Seguridad Social, que no pueden ser objeto de convenio, es difícil encontrar compradore­s o financiaci­ón porque “los inversores se informan, firman cláusulas de confidenci­alidad y hacen sus indagacion­es, pero se retiran si no ven viabilidad”. Similar fue la experienci­a de Manuel Gordillo en la liquidació­n de la filial española de Coast Fashions.

Los expertos señalan que la previsión y la agilidad son las claves del éxito de muchos procesos de insolvenci­a. Gordillo destaca que “los factores para el éxito de todo proceso de reestructu­ración son la anticipaci­ón y el asesoramie­nto”. En concreto, en el sector retail, “conocerlo, ayuda”, afirma Jordi Albiol. “Su lógica es fácil de entender, pero la tesorería es muy volátil y la gestión debe ser muy ágil”, añade. José Carles entiende que la misión del jurista es “aportar objetivida­d y ofrecer soluciones”, y ahonda en la “rapidez con la que hay que tomar las decisiones en un sector aquejado también por el riesgo de los fracasos de las temporadas”.

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WILLIAM CAMPBELL (GETTY IMAGES) Un empleado trabaja la madera en un aserradero de Montana (EE UU).

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