El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Luis Antonio de Villena “La poesía de internet es muy pobre”

El escritor madrileño lanza su nuevo libro, Lujurias y apocalipsi­s, y dos contundent­es volúmenes de sus versos reunidos,

- POR SERGIO C. FANJUL

He entrado en la vejez, con desdén, preocupado, sin ganas, / no me engaño, la vejez nada tiene de admirable”, escribe Luis Antonio de Villena (Madrid, 71 años) en unos versos de Lujurias y apocalipsi­s (Visor), su último poemario que, además de la vejez propia, trata de la decadencia de un mundo que el poeta considera mediocre y, como titularía otro poeta en el mismo sello, echado a perder.

Sin embargo, De Villena se presenta jovial y animado bajo las nubes y la fina lluvia del otoño, vestido de sí mismo (el sombrero con pluma, el fular morado, las gafas redondas, los vistosos anillos, el bastón), en una cafetería no muy lejos de la madrileña plaza de Chamberí. También trae bajo el brazo (metafórica­mente, es demasiado voluminosa) su poesía reunida (a falta de algunos poemas del último libro) publicada por la editorial Milenio, con el título La belleza impura (Poesía 1970-2021). Pesa un kilogramo, la ha pesado en la báscula del baño. Toda una trayectori­a poética: 50 años y un kilo.

PREGUNTA. ¿Qué siente usted al sopesar estos volúmenes?

RESPUESTA. Siento lo que significa el paso del tiempo, mucho tiempo…

P. ¿Qué hay dentro de ese mucho tiempo?

R. Estéticas diversas; situacione­s ideológica­s, vitales o sentimenta­les distintas. La mayoría de los poetas tenemos un fondo común, un mundo propio, que puede ser reiterativ­o, pero va cambiando en función de la época y con la voluntad de que, al menos formalment­e, el lector encuentre sorpresas.

P. ¿La reiteració­n puede ser un problema?

R. Hay peligros. Un gran poeta como Francisco Brines, que era muy amigo mío, no tendía a renovarse. Tenía su

idea del poema, le quedaba muy bien, pero no se preocupaba en cambiarla.

P. Hay nostalgia en los versos. R. No tengo nostalgia de lo inmediato. Tampoco es que quiera volver a tener 20 años. A Juan Eduardo Cirlot le hubiera gustado volver al siglo XV, a mí me pasa algo parecido, tengo nostalgia, pero de épocas que no he vivido. De la Antigüedad grecorroma­na. Dicen que el nivel de vida de la Roma del siglo II no se recuperó hasta el Londres victoriano.

P. ¿Estamos en esa decadencia de sus poemas?

R. Son malos tiempos, en España y en el mundo en general. Hay una crisis, pero no solo la económica, que hace que seamos todos más pobres por culpa de unos superricos que son la avaricia personific­ada, sino una crisis de los tiempos. Todo convulsion­a, pero no ves que el tiempo que vaya a venir sea mejor. La cultura y la educación han caído a niveles inimaginab­les. Parece que todo se hunde.

P. La llegada de la vejez también se trata.

R. Vas cumpliendo años y, al principio, es una cosa venial. “Ya tengo 46… Cuánto he vivido…”. Se dan cambios enormes a través de la vida. Pero la vejez es diferente: ya supone una merma, no solo un cambio. Todo son limitacion­es, y es un poco angustioso.

P. ¿Cuándo se dio cuenta? R. A los 68 años me miré en el espejo. Me vi unas ojeras profundas, me dije que habría dormido mal. Pero no, me salían por la edad. Se lleva muy mal la adecuación a la propia imagen. Si alguna vez me deterioro y no puedo vivir bien, prefiero no vivir. Creo en el derecho a una muerte digna, en la eutanasia. Muchos partidos de derecha han confundido este tema, que es moral, con la ideología política.

P. En sus poemas alaba la belleza de la juventud.

R. Me gusta la juventud, y no solo por la belleza. Pero tú sabes que esos jóvenes van a dejar de serlo, y eso es algo que ellos no saben. Ese es uno de los encantos de la juventud.

P. Siempre ha prestado atención a la poesía joven.

R. He publicado varias antologías, la última es La inteligenc­ia y el hacha (Visor) de 2010. Ahora es difícil encontrar corrientes generacion­ales. Hay mucha poesía joven muy bien escrita, pero parece que uno ya la ha leído. Falta voz poética, personalid­ad.

P. ¿Qué le parece el fenómeno de la poesía en internet?

R. Me parece muy pobre. El otro día leí un poema en Instagram que me sorprendió (bueno, no me sorprendió tanto, ya lo he visto mucho), porque más que un poema parecía una anotación de un diario, sin ningún interés. “No sé si me ama, / miro las nubes, / creo que me voy a tomar una cerveza”. Algo así. La poesía tiene que ser más compleja y honda.

P. Hay poetas que dejan la poesía con la edad, como si fuera un pecado de juventud.

R.

La belleza impura (Poesía 1970-2021)

“Creo en el derecho a la muerte digna. La derecha ha confundido la eutanasia, que es moral, con la ideología política”

Yo creo que no lo dejan por eso. Aquí cerca vive uno de esos, Julio Llamazares, al que metí en mi primera antología de poetas jóvenes. ¿Tú crees que lo deja por ser un pecado de juventud? Yo creo que la mayoría lo deja porque se les acaba la picazón poética, y encuentran mejor expresión en la prosa. Porque ya no le sale. P. ¿Algún otro ejemplo? R. Jaime Gil de Biedma, que era muy amigo mío, dejó de escribir poesía porque no quería repetirse. Tenía un mundo muy intenso pero muy cerrado.

P. Su poesía reunida es, desde luego, mucho más voluminosa que la de Gil de Biedma. ¿De dónde viene esa prolificid­ad?

R. Quizás de que he trabajado mucho y no he trabajado nunca. Es decir, siempre he trabajado escribiend­o, pero siendo un colaborado­r, nunca en nómina. Gil de Biedma me decía que parase un poco, pero es que cuando volvíamos de salir de noche él se duchaba y se iba a reuniones de ejecutivo, mientras yo me ponía a dormir hasta la tarde, cuando me levantaba a escribir. Él regresaba demasiado cansado para hacerlo.

‘Lujurias y apocalipsi­s’. Visor, 2022. 104 páginas. 12 euros.

‘La belleza impura (Poesía 19702021)’. Milenio, 2022. 1.636 páginas (dos volúmenes). 84,55 euros.

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OLMO CALVO Luis Antonio de Villena, el 8 de noviembre en Madrid.

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