“La clave para entender a Galliano es su cobardía”
El oscarizado Kevin Macdonald retrata al diseñador en un documental en el que investiga su racismo y su antisemitismo
Atención, spoiler: Auge y caída de John Galliano no es ese enjuague publicitario anunciado. Ni una película de encargo. Tampoco un documental hagiográfico. Y, mucho menos, arte y parte de estrategia alguna para rehabilitar a su protagonista. “Me dicen: ‘¡Oh, eres cómplice de una campaña orquestada para lavar la imagen de John Galliano!’, y no deja de sorprenderme. Para empezar porque, a ver, ¿a quién le va a interesar pelearse con el mundo por alguien como él?”, defiende a EL PAÍS Kevin Macdonald (Glasgow, 56 años) , el laureado cineasta escocés que dirige tan controvertida función.
El documental que alcanza ahora los cines lleva coleando algo más de un mes en la plataforma de streaming Mubi, lo que ha dado pábulo a infinidad de teorías y titulares. Que en los créditos figure Condé Nast Entertainment, la productora audiovisual del grupo que publica Vogue, ayuda a darles alas. “La idea de una conspiración me gusta mucho, pero este es un filme independiente, sin interferencias editoriales, financiado por una productora de televisión francesa. Me parece evidente que si Anna Wintour hubiera querido hacer una película al respecto, no sería esta”, espeta, harto, Macdonald.
Sobre la descancelación definitiva del diseñador angloespañol, nacido en Gibraltar hace 63 años, se especula con ganas desde enero, cuando el desfile de la colección de alta costura 2024 de Maison Margiela (la firma que lo recuperó como director creativo hace una década) volvió a ganarle la aclamación popular. Entonces comenzó a insinuarse que el aún sospechosamente vacante trono de Givenchy, en el que reinó apenas un año entre 1995 y 1996 justo antes de su entronización en Dior, podría ser suyo otra vez. La profusión de sus creaciones en la reciente gala del Met y la bomba soltada por el portal The Cut, destapando la intención original de Wintour y el comisario Andrew Bolton de consagrar la muestra anual del museo neoyorquino a la obra del diseñador, pusieron la guinda al pastel conspiranoico.
“Todo patrañas”, tercia el director, que explica así su fascinación por el personaje: “Siempre he sido consciente de su impacto, también en la cultura popular. Pero no había vuelto a echarle cuentas hasta que salieron a la luz los vídeos antisemitas. Me pudo el asco, me repugnaban tanto su aspecto como lo que decía y aquello me quedó grabado. En 2020, durante el confinamiento, leí mucho sobre la cultura de la cancelación y eso me acercó de nuevo a él”. Y, ahora, la revelación: “Mi familia es judía, sufrió el Holocausto. Analizándolo, quizá haya sido mi propia repulsión hacia él la que me hizo creer que ahí había una historia interesante que contar. También es que me atraen los personajes moralmente ambiguos”.
Durante su investigación, el autor de El último rey de Escocia (2006), The Mauritanian (2021) y del oscarizado documental Un día
en septiembre (1999) ha dado con ciertas claves, pero prefiere que la audiencia saque sus propias conclusiones. “El filme trata de exponer la complejidad de la situación, por qué si vas a decir lo peor de lo peor para provocar que tu tren descarrile, si te vas a sabotear deliberadamente, eliges el ataque antisemita. Se nos han expuesto varios motivos: sobresaturación laboral, infelicidad, alcoholismo, adicciones… Pero hay muchas cosas que no sabemos. Por ejemplo, de dónde viene su odio a los judíos. Sidney Toledano menciona que quizá se deba a su educación católica española...”, señala.
El documental está salpicado por los vídeos de la infamia. Aquellas soflamas incendiarias de febrero de 2011, en la terraza del café La Perle de París, con las que el diseñador, afectado por el alcohol y los tranquilizantes, arremetía contra sus vecinos de mesa. La única víctima de su diatriba racista y antisemita dispuesta a abrirse ante la cámara fue Philippe Virgiti. “Intenté encontrar al resto, pero fue imposible. El vídeo del ataque más furibundo, en el que suelta lo de ‘Amo a Hitler’, es propiedad del tabloide The Sun y parece que no hay registro de quién lo vendió, o eso me dijeron…”, explica.
Al final, Auge y caída de John Galliano tiene más de ejercicio de comprensión que de disculpa. “Él es consciente de que hay gente que no está dispuesta a perdonarlo. En EEE UU muchos ni quieren ver el filme”, informa Macdonald. Entonces, ¿por qué hacerlo? “Por lo que respecta a John, la respuesta es sencilla: tiene un ego desmesurado y siente que si a Alexander McQueen le han hecho un documental magnífico, él debería tener el suyo. También pasa que quiere entender su propia circunstancia vital, y esto ha sido muy terapéutico para él”, responde. Ojo, no obstante, a la conclusión de Macdonald: “La clave para comprender a John es entender que es un cobarde. Como creador adopta posturas valientes, asume riesgos, pero su obsesión por huir, por escapar del dolor desde que era niño, le pone zancadillas. Se evade a mundos de belleza y fantasía, por eso no es capaz de recordar lo que pasó en La Perle. No reconoce lo que hizo. Y eso es un poco de cobardes”.