El Pais (Pais Vasco) (ABC)

Una vida entre Balenciaga e Isabel II

Un libro rescata la historia de Meyes Hernández, modelo del diseñador, que frecuentó los mismos ambientes que Boris Vian y Sartre, y bailó para la reina de Inglaterra

- JUANJO VILLALBA Barcelona

El estreno de Cristóbal Balenciaga (Disney+) a principios de este año, con Alberto San Juan en el papel del diseñador vasco, propició un renovado interés por su esquiva, misteriosa y fascinante figura. La serie introduce al espectador en esa atmósfera tan particular que flotaba en los grandes salones de la alta costura parisina de mediados del siglo XX. Una elegancia casi mística que, además de en los diseños, también se resumía y cristaliza­ba en las modelos de la casa.

Según cuenta la periodista y escritora María Fernández-Miranda en su libro El enigma Balenciaga (Plaza & Janés, 2023), el modisto elegía a las modelos y disfrutaba de ejercer de Pigmalión con las nuevas maniquíes, enseñándol­es a posar según las normas de la casa. A lo largo de la historia de la firma muchas mujeres encarnaron a la perfección el estilo y el encanto de Balenciaga. Una de ellas fue María Nieves Hernández Ortiz, conocida familiarme­nte como Meyes, una peculiar mujer criada en Zaragoza que llegó a trabajar para la maison gracias a una larga serie de casualidad­es y contactos.

La hasta hace poco desconocid­a figura de Meyes Hernández ha salido a la luz recienteme­nte gracias al empeño del diseñador e historiado­r de moda zaragozano Enrique Lafuente, que descubrió su historia a través de su sobrina, la cocinera Marta Navarro. Ella le ha facilitado acceso a los recuerdos, imágenes y anécdotas familiares que le han permitido reconstrui­r poco a poco la biografía de la modelo.

“Meyes Hernández nació circunstan­cialmente en Zamora en diciembre de 1924. Sus padres eran funcionari­os y estaban destinados en esa ciudad”, explica Lafuente. “Fue la tercera de siete hermanos. Tras unos años en la ciudad castellana, la familia vivió en Pamplona y, finalmente, recaló en Zaragoza, donde se establecie­ron definitiva­mente”. La familia pronto conectó con la “buena sociedad” zaragozana de la época, lo que resultaría fundamenta­l para que Meyes acabara desfilando bajo las órdenes de Balenciaga. Sin embargo, por aquel entonces, ella todavía era una simple estudiante de Magisterio aunque, eso sí, muy relacionad­a con la vanguardia cultural de la ciudad gracias a sus hermanos y a su pareja, el joven arquitecto zaragozano Javier Calvo.

En ese ambiente estudianti­l e intelectua­l es donde la futura modelo se encontró con Ramón Esparza, un chico navarro compañero de estudios de Derecho de su hermano José Antonio. Pero a Esparza, más que las leyes, le interesaba el dibujo y pronto partió hacia Barcelona y luego a París para ampliar su formación artística.

Según contó la investigad­ora Ana Balda en su conferenci­a Ramón Esparza. Un nombre a la sombra de Balenciaga, Esparza y Balenciaga se conocieron en el verano de 1950 a través de unos amigos comunes. “Probableme­nte, el modisto vio en Esparza a alguien con buen gusto que, además de dibujar bien, podía ayudarle como asistente y mano derecha”, relata Balda. A partir de entonces, Esparza diseñaría los sombreros de la firma y se convertirí­a en ayudante del guipuzcoan­o. También en su pareja. Una unión que duró hasta la muerte del maestro en 1972.

“A Meyes, Zaragoza pronto se le quedó muy pequeña. Se ahogaba en aquella ciudad donde el ambiente religioso y castrense de la posguerra lo impregnaba todo”, relata Lafuente. Precisamen­te por esto, la joven de 26 años decidió marcharse a París a trabajar como au pair. Una vez allí, se puso en contacto con Esparza, quien “le aconsejó que se apuntara a un gimnasio con la idea de proponerla a Balenciaga como maniquí de cabina”, explica Lafuente. “Sabemos que en 1950 ya había comenzado a trabajar gracias a un retrato que le realizó el pintor bilbilitan­o Mariano Gaspar Gracián en el que aparece ya como una sofisticad­a maniquí”. “La primera colección de la que existen fotos de Meyes es la de otoño-invierno de 1951-1952”, apunta el historiado­r. “Ella fue la encargada de lucir algunos de los vestidos más míticos de aquellos años. Lo que nos da idea de que fue una maniquí muy apreciada en la casa”.

A Zaragoza en Vespa

A diferencia del modisto vasco, conocido por su reducida vida social, Meyes disfrutó mucho su etapa en la capital francesa. Fue muy amiga del futuro diseñador André Courrèges, que trabajaba para Balenciaga desde 1950. “Tenía la misma edad que Esparza y Meyes, y era de Pau, una ciudad del sur de Francia con fuertes vínculos con Aragón. Así que entendía muy bien el carácter de Meyes”, explica el historiado­r. “También frecuentó mucho el barrio de Saint-Germain-des-Prés, donde se codeaba con personajes como Juliette Gréco, Boris Vian, Roger Vadim o Jean-Paul Sartre”.

No obstante, nunca perdió su contacto con Zaragoza, adonde viajaba siempre que su ajetreada vida le permitía. Según cuenta la familia, en una ocasión hizo el viaje París-Zaragoza en Vespa. Toda una hazaña entonces, y una muestra de su fuerte carácter.

Los sacrificio­s asociados al trabajo de modelo acabaron haciendo que Meyes lo dejara en 1956. Habían sido seis años muy intensos, pero los que siguieron no lo fueron menos. “Aprovechan­do que su hermano José Antonio había terminado los estudios, decidió ver mundo junto a él, formando un dúo musical de cante y baile con aires flamencos y copleros. Se pusieron de nombre María y Antonio y emprendier­on una gira por Inglaterra y Escocia, donde llegaron a actuar en una ocasión ante la reina Isabel II”, rememora Lafuente. El grupo se disolvió debido a que José Antonio se fue a vivir a Estados Unidos.

Por desgracia, la ajetreada vida de Meyes tuvo un final abrupto y desgraciad­o. Tras haber contraído matrimonio en 1960 con Paul-Louis Calvet, un alto ejecutivo de banca parisiense, y quedarse embarazada de su primer hijo, la modelo se vio afectada por una grave infección que acabó con su vida el 10 de julio de 1962. Tenía solo 37 años.

Los sacrificio­s asociados al trabajo de maniquí hicieron que lo dejara en 1956

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Meyes Hernández, en 1953 junto al río Sena, en París, en una imagen de la colección de Marta Navarro.
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Meyes Hernández y su hermano, en una imagen de Marta Navarro.

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