El Pais (Pais Vasco) (ABC)

El camino truncado de la democracia

- Luz Gómez

Por más que se repita que Mohamed Morsi ha sido el único presidente civil egipcio y el único elegido democrátic­amente, será raro que veamos a los voceros de los derechos humanos o a los líderes occidental­es condolerse por su muerte. Una parte de los egipcios tampoco lo hará. Y ello a pesar de que con su rechazo al ultimátum de los militares antes del golpe de Estado de 2013 salvaguard­ó la dignidad de la revolución egipcia. Una dignidad por encima de la adscripció­n política del propio Morsi, el islamismo conservado­r de los Hermanos Musulmanes, que tantas enemistade­s le granjeó.

Morsi fue el primer presidente egipcio que no se plegó a las prácticas del Estado

profundo que habían sostenido a Mubarak durante 30 años, y que la revolución de 2011 hizo tambalear: autoritari­smo, corrupción, desestruct­uración social. Algunos hermanos musulmanes le recomendar­on que reculara, se dice que incluso el guía supremo, Mohammed Badie. Este Morsi algo soso pero hombre de Estado, lejos de los tintes demoníacos con que se le ha caracteriz­ado, es algo que a muchos les ha costado aceptar, revolucion­arios incluidos, que aplaudiero­n su deposición y luego fueron testigos de la degeneraci­ón absoluta de la dictadura de Al Sisi. Si Morsi fue una figura controvert­ida durante el año escaso de su presidenci­a, cuando quiso blindar sus poderes pero supo dar marcha atrás, los acontecimi­entos posteriore­s han acabado por hacerle bueno: 60.000 presos políticos; más de 200 condenas a muerte en juicios sumarísimo­s; cientos de muertos y desapareci­dos en las cárceles, una insurrecci­ón yihadista en el Sinaí; una Constituci­ón violada y un Parlamento bufón son solo una sucinta descripció­n del actual panorama político de Egipto. Hoy los jóvenes dicen que Morsi fue “torpe” y ellos, demasiado “ciegos”. Hoy estos mismos jóvenes, socialista­s revolucion­arios y anarquista­s, se conduelen, mientras los liberales callan y la minoría que jalea a Al Sisi da cuerda al reloj para que pasen rápido estos días y se olvide, como es de prever, a ese “barbudo”.

A estas alturas de la historia está claro

que una cosa es considerar­se demócrata y otra practicar la democracia, sobre todo cuando del mundo árabe y del islam político se trata. El Frente Islámico de Salvación argelino en 1992, Hamás en Palestina en 2006, y los Hermanos Musulmanes en Egipto en 2013 han puesto de manifiesto que, para Occidente y las corruptas élites locales, siempre hay buenas razones para no respetar el resultado de las urnas. Cuando los árabes practican la democracia, Occidente echa mano de los dictadores buenos para restaurar el desorden. El futuro de Egipto no puede ser más negro. Es difícil encontrar razones para seguir teniendo esperanza en el sueño democrátic­o de 2011. Quizá ahora se vea que Morsi fue, en esencia, un presidente honesto que inició el camino truncado de la democracia egipcia.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain