Rivera se aferra a su estrategia y consuma la ruptura con Valls
Nueve meses ha durado el tormentoso idilio entre Ciudadanos y Manuel Valls, el ex primer ministro francés en quien Albert Rivera vio la posibilidad de ganar Barcelona. Rivera
Ciudadanos está en plena tormenta. Las críticas a la estrategia del giro a la derecha arrecian desde muchos frentes, dentro y fuera del partido. Algunos fundadores —como Francesc de Carreras— piden a Rivera que se abstenga en la investidura de Pedro Sánchez; el sector socioliberal reclama rectificar el rumbo y recuperar la vocación centrista, y los aliados —como el presidente francés, Emmanuel Macron— advierten de consecuencias por las alianzas con la extrema derecha. Las presiones se suceden en público y en privado: fuentes de la dirección reconocen los reiterados mensajes que la cúpula está recibiendo de poderes económicos para que Cs evite que el Gobierno dependa de los independentistas. En pleno temporal, Rivera añadió una crisis al romper con Manuel Valls.
El divorcio con su candidato a la alcaldía de Barcelona venía fraguándose desde hacía tiempo, porque han sido muchos los desencuentros, pero no fue hasta ayer por la mañana cuando la ejecutiva permanente de Ciudadanos —compuesta por 13 miembros— decidió, tras discutirlo intensamente, separar sus caminos. El partido de Albert Rivera tendrá a partir de ahora grupo propio en el Ayuntamiento de Barcelona, integrado por tres concejales y separado de los tres ediles independientes a los que fichó Valls para la plataforma conjunta, Barcelona pel Canvi-Ciutadans. El político hispanofrancés recibió una llamada del secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, poco antes de que se comunicara en rueda de prensa.
Valls aún no se ha pronunciado sobre la ruptura. En un comunicado difundido ayer por la tarde, el concejal afirmó que está “evaluando la situación” y que se manifestará “en el momento oportuno”, pero sí reivindicó que sus
Las negociaciones para pactar los gobiernos locales han coincidido con el caso Oikos: esa trama corrupta de jugadores de fútbol, amparada y encubierta por la directiva de sus clubes, que amañaba los resultados de los partidos para obtener premios fraudulentos en apuestas globales. Desde su invención británica, el fútbol siempre ha sido metáfora de la lucha por el poder, como competición electoral análoga a las deportivas presidida por reglas de juego limpio. Pues bien, los actuales
soltó ayer amarras con el político al que quiso aupar a alcalde, convertido en una voz incómoda que alertaba contra los pactos con la extrema derecha. Ese fue el principal motivo de su discrepancia, pero la gota que colmó el votos han sido “decisivos para frustrar el acceso del independentismo a la alcaldía de Barcelona”.
Aunque la historia de la relación entre Valls y Rivera está trufada de desencuentros —sobre todo por las críticas del alcaldable a cualquier alianza con Vox—, la motivación principal de la ruptura pactos políticos se han contraído con clara infracción de esas reglas de fair play, yde ahí que se perciba el aroma de los amaños futbolísticos.
Es verdad que los políticos no se han dejado ganar por dinero, como los futbolistas corruptos del caso Oikos. Pero sí han pactado con rivales anticonstitucionales, lo que para un demócrata es una vergüenza todavía peor, y de ahí que nadie lo haga en países como Francia o Alemania. Y además se ha hecho obscenamente y con ostentación. Es vaso fue el apoyo decisivo de los tres ediles de Valls a Ada Colau para ser reelegida alcaldesa. Sin su respaldo, Ernest Maragall, de ERC, sería hoy alcalde. Cs rompe con Valls y formará un grupo separado en el Ayuntamiento. es el apoyo del regidor a Colau en su investidura. Esa fue la explicación que dio Inés Arrimadas, portavoz de la ejecutiva, que tuvo que rectificarse a sí misma porque hacía menos de 24 horas que había descartado en La Sexta que Ciudadanos fuera a separarse de su candidato en Barcelona. “Hay cierto que Ciudadanos ha aparentado algunos remilgos, como esos adúlteros cogidos in fraganti que dicen a sus parejas: “No es lo que parece”. Pero a la hora de votar con Vox no ha sabido resistirse.
¿Cómo entender la decisión de Rivera, que prefiere pactar con la extrema derecha antidemocrática en lugar de hacerlo con la socialdemocracia? Se dice que su objetivo es liderar el centro derecha desbancando al PP, y para eso cualquier medio sirve pues París bien vale una muy poca diferencia entre Colau y Ernest Maragall”, sostuvo Arrimadas en la rueda de prensa tras la ejecutiva.
En opinión del partido, la candidata de Barcelona en Comú —que gobernará en coalición con el PSC— es tan dañina al frente de la alcaldía de la capital catalana
como lo habría sido el candidato de ERC. Maragall defendió en campaña que si la alcaldía de Barcelona quedaba en manos del independentismo sería “un paso más en el largo camino hacia la República”. Arrimadas argumentó, sin embargo, que el lazo amarillo que Colau ha situado en el bal
misa. Es el modelo de negocio impuesto por Salvini al frente de la Lega, que para competir con Forza Italia y con el Movimiento Cinco Estrellas no ha dudado en dejar de ser un secesionista padano para reconvertirse en xenófobo antiinmigración, alcanzando pleno éxito con pingües beneficios electorales. Y es posible que Rivera quisiera ser el Salvini español, para lo que ha abandonado el centro liberal emprendiendo un giro hacia la extrema derecha antisistema. Pero, si esa era su opción, ha fracasado por partida doble, pues de su añagaza solo se han beneficiado Pablo Casado y el PP, sin que el PSOE se haya visto apenas perjudicado.
Y como ese refuerzo del bipartidismo era previsible en
¿Qué aconsejó al líder de Cs dejar de ser un centrista para pasar a confluir con los ultras?